Partos gemelares y de nalgas ¿Pueden ser partos normales?

Por Candy Tejera

En principio casi todos los partos pueden ser normales, como suele decirse, salvo que se demuestre lo contrario. Esta debería ser la filosofía que guiase los pasos tanto de las embarazadas, como del personal sanitario. Hasta ahora el punto de partida ha sido el opuesto totalmente: se han tratado todos los partos como si fuesen patológicos por si acaso se presentaba alguna de las posibles patologías. Es decir, se ponía la tirita antes de producirse la herida. Precisamente la manera más rápida de conseguir que un parto deje de ser normal es intervenir innecesariamente, y una vez que se ha empezado a manipular es muy difícil parar, porque empiezan a surgir de verdad complicaciones que obligan a seguir interviniendo en el proceso. ¿Y qué es un parto normal? Pues un parto en el que la mujer genera su propia oxitocina y contracciones, que resultan suficientes para dilatar y empujar al bebé por el canal del parto hasta que finalmente y sin intervención externa logra salir por su vagina. Y dentro de la normalidad, cada parto es un mundo, porque cada mujer es distinta y cada bebé también. Cada parto es diferente, pues en él intervienen un montón de factores. Cada madre y cada criatura merecemos pues una atención personalizada, y no se trata de un capricho, es lo lógico porque somos eso, personas. Tratar de estandarizar el parto imponiendo ritmos y esperando que todas nos comportásemos como clones idénticos, es lo que nos ha llevado a donde estamos ahora. Existen casos específicos como pueden ser los partos gemelares o con presentación de nalgas, que requieren una atención especial, pero no por ello dejan de ser partos normales. Estos partos necesitan de profesionales especializados en ellos, que hayan adquirido una experiencia y destreza de la que la mujer se pueda beneficiar para lograr un parto normal con toda la seguridad para ella y su bebé. En estos casos el acompañamiento es igual de importante que en un parto “convencional” y no existe motivo ninguno para negar el piel con piel tras el nacimiento. Estos partos deberían ser atendidos con el mismo respeto que los demás. Su carácter “singular” no da derecho a los profesionales a saltarse a la torera todas las recomendaciones y evidencia científica existentes y a hacer y deshacer a su antojo sin contar con el consentimiento informado de la usuaria en cuestión. Todavía existe mucho miedo y pasará mucho tiempo hasta que ese miedo deje de influir en muchos profesionales sanitarios llevándoles a recurrir a la vieja batería de intervenciones de forma descontrolada. Ahora que existe la “Estrategia de Atención al Parto Normal”, incluso en hospitales respetuosos, en muchos casos cualquier excusa es válida para tildar un parto de “anormal” y creer que eso les faculta para atender ese parto de forma excesivamente intervencionista. Aunque nos tilden de añosas, podemos tener un parto normal, aunque nos digan que el niño “viene grande” podemos tener un parto normal, aunque pasemos de la semana 40, podemos tener un parto normal. Solo tenemos que creerlo y negarnos a que nos manipulen, porque si lo hacen, al final les estaremos dando la razón y no conseguiremos tener un parto normal. Pero el motivo no será nuestra edad, lo gordito que está nuestro bebé o que hemos tenido mala suerte y no nos hemos puesto de parto en la fecha prevista, la culpa será de quien no confió en el proceso y nos transmitió esa desconfianza para que nosotras también perdiésemos la confianza en nuestro cuerpo y en que todo iba a salir bien. Para mí un parto normal es aquel en el que no hay sufrimiento innecesario ni durante ni tras el parto. En el que madre y bebé se encuentran y no son separados. Es una experiencia intensa y única. Unos momentos que te apetece recordar. Un parto normal es en definitiva un parto feliz.