Reconocerás una buena clase de preparación al parto si cumple los siguientes requisitos:
- Te informa acerca de cómo se desarrolla un parto normal o fisiológico, es decir, aquel en el que no es necesario ningún tipo de intervención médica más allá del acompañamiento respetuoso.
- Te informa de manera objetiva de los procedimientos médicos, detallando ventajas e inconvenientes de los mismos e insiste en su utilización de manera excepcional como medio para solucionar problemas si estos surgen, pero nunca de forma rutinaria o protocolaria.
- Su discurso está basado en la evidencia científica más reciente, es decir está al día en cuánto a las últimas recomendaciones acerca de la atención al parto. Si empieza dando por sentadas y mostrando como obligatorias prácticas obsoletas como el enema o el rasurado (innecesarias y perjudiciales para el normal desarrollo del parto) ten por seguro que esa no es la clase de “preparación” que necesitas.
- Te informa de tus derechos como usuaria del sistema sanitario, incidiendo en tu capacidad de decisión para aprobar o rechazar cualquier procedimiento tras haber sido previamente informada del mismo.
- Te transmite confianza en tu cuerpo y en tu capacidad de parir, no te inculca miedos, ni te invita a delegar completamente tu responsabilidad sobre tu salud y la de tu bebé, en el personal médico.
- Se trata de unas sesiones participativas y abiertas en las que puedes libremente preguntar lo que quieras y se te responde de buen grado en lugar de reprenderte por “querer saber más de la cuenta”.
- El sanitario se comporta de manera profesional, amable y respetuosa, y evita hacer juicios de valor tanto acerca de las mujeres como de sus decisiones. Tampoco emite su opinión personal respecto a procedimientos específicos pudiendo influir desde su posición de “experto” en las decisiones posteriores que adopten finalmente las mujeres que le escuchan. (con comentarios del tipo: “La epidural es el mejor invento del mundo”, "Mejor curarnos en salud y hacer cesárea", etc.).