Por Paula Lopez-Jamar Cubero
Por las mañanas paseo con mi hijo y mi perrita. Ellas, siempre tienen una palabra amable para nosotros. Ellas, son las "abuelitas" que todos los días acuden al centro de mayores. Los tres nos las quedamos mirando, mientras ellas, riéndose, entran en el centro.
Después, siempre, día tras día, me hago la misma pregunta: ¿Cómo serían sus partos? y un puño me oprime el corazón, un poquito, pensando que yo ya no podré preguntárselo a mis abuelas.
Un día se me ocurrió preguntarles a mis compañeras de El Parto Es Nuestro: ¿Cómo parieron vuestras abuelas?
Estas son sus historias, las de aquellas mujeres y hombres que ya no pueden contarlas, y las de éstas mujeres y estos hombres que sí pueden, y se las cuentan a sus nietas, y sus nietas me las cuentan a mí, y yo os las cuento a vosotros. La voz que no deseo que se olvide...
“Imagínense que la mamá de uno de mis mejores amigos tuvo 10 hijos y ningún parto fue igual!!! Recuerda muy amargamente sentirse como una cucaracha en los últimos partos (años 70). Que rabia, ¿verdad? “
“No te creas que los vivían tampoco muy amorosamente y a veces, aunque en casa, tampoco eran respetados ni íntimos”
“Pues mi abuela, que parió 7 y todos en casa con ayuda de matrona, habría cumplido este año 96. Ella decía que era salir el niño y "el dolor se pasaba de repente y sólo sentías felicidad, tenías allí a tu niño y ya ningún dolor". Las palabras no fueron exactamente esas, pero algo muy parecido, dicho con mucha ternura. Un minuto después de parir sólo se oía desde la habitación a mi abuela que gritaba “Fiden!! Fiden!! Que ha sido niño/a!!!” y más fresca que una rosa. Al de pocas horas ya seguía con su vida normal. A los 7 amamantó y no tuvo ningún problema en ningún parto”