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13 Jul 2011
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11 comentarios

Historias mínimas

Por Nuria Martínez
Hace cuarenta años, más o menos, el parto domiciliario era algo relativamente frecuente. La población rural española no siempre contaba con un hospital o consultorio cerca y las distancias, aunque nos parezca mentira no solo se median en km. El mal estado de las carreteras y los pocos vehículos privados hacían de los desplazamientos auténticas aventuras. Las mujeres se ponían de parto y eran atendidas por vecinas con experiencia, por el practicante de la zona o por el médico del pueblo. Era algo habitual. Hace unos años me contaron una historia de aquella época, que hoy no para de rondarme la cabeza. Era invierno en plena meseta castellana. Los inviernos son mucho más duros, cuando las casas no tienen calefacción, se camina a pie y se trabaja en el campo. Las primeras contracciones pasaron desapercibidas con el trajín doméstico. Era su primer embarazo y aun le faltaba mucho para cumplir. A lo largo del día las molestias fueron aumentando, pero siempre había una excusa perfecta para no darles importancia. “Estoy cansada”, “me ha sentado mal la comida”, “he hecho muchos esfuerzos”. En algún momento fue consciente de que estaba de parto. La alegría se disipó inmediatamente, el miedo lo inundó todo. Era demasiado pronto. No quiere contarlo porque parece que decirlo en voz alta lo hace todo más real, pero por fin le cuenta a su marido. No hace falta decir más. Él se ha criado en el campo y sabe lo que ocurre a las crías que nacen antes de tiempo. Se guarda sus miedos y corre a casa de la familia, que avisa a la comadrona y corre a buscar al médico más cercano. Cuando llegan con él, todo ha acabado. Llega y se marcha después de revisar a la madre y confirmar que no hay ninguna esperanza para el bebe. Ha nacido una niña. La niña más pequeña que nunca han visto. Todos hablan en voz baja, llega el cura. La comadrona manda llevar la cama a la cocina. El hogar es el único foco de calor de la casa, junto con la gloria de la sala (tradicional método de calefacción, heredero del hipocausto romano). La madre no debe moverse de la cama y la niña siempre con ella. Durante días las mujeres de la familia cocinan, limpian y atienden a la madre y a la frágil niña. Mientras, los hombres salen a trabajar. Cada mañana el padre besaba a su mujer y se despedía de su hija, seguro de que no la volvería a ver con vida. La miraba intensamente, grabando cada rasgo en su memoria. Cuando llegaba la tarde, arrastraba los pies hasta la cocina y asomaba la cabeza con temor. Cada tarde, la sonrisa de su mujer le aliviaba el pecho y le hacia levitar hasta la cama. La historia me la contó la mujer que un día fue, aquel frágil bebe. Cuando en los hospitales más modernos los niños sietemesinos morían por prematuros, ella logró sobrevivir gracias al calor de su madre, al calor del hogar y a la ayuda de las mujeres de su familia. Pero sobretodo a la comadrona que confió en el poder que tiene el pecho de una madre. Quiero dedicar esta pequeña historia, este claro ejemplo de la importancia de no separar a bebes de sus madres, incluso en los peores momentos, al servicio de Neonatología del Hospital Rio Hortega de Valladolid. Gracias por abrir las puertas de la unidad a los padres. Gracias por avanzar, gracias por cambiar. De parte de todos los padres que padecimos los restrictivos horarios de visita, gracias.
marta (unverified)
13 Jul 2011
!piel de pollo! Gracias, Nuria, por compartirlo marta
Beatriz (unverified)
13 Jul 2011
La historia mas bonita que he leido en mucho tiempo...gracias por compartirla y hacerme recordar la maravillosa sensación de mi hija recién nacida en el pecho.
María CS (unverified)
13 Jul 2011

Enviado por María CS (no verificado) el

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Me recuerda a otra entrada de vuestro bolg: http://blogelpartoesnuestro.com/2010/08/28/el-milagro-de-australia-%C2%BFmilagro/ En muchos hospitales de España, Jamie probablemente se hubiera muerto por habérselo llevado los médicos, sin tener la oportunidad de estar con mamá. Aquí al menos se lo dieron a la madre y la naturaleza hizo aquello para lo que está preparada: el calor y la fuerza vital de la madre lograron mantener a su hijo con ella. Esas cosas que tantos profesionales sanitarios desconocen y que más les valdría aceptar, en lugar de tener tanta confianza en las máquinas y las drogas. Si mal no recuerdo, el neonatólogo Nils Bergman se había pronunciado al respecto con mucha contundencia: madres e hijos deben estar juntos, especialmente los prematuros. A saber si hay bebés que habrán sido dados por muertos, sin haber sentido antes a su mamá y podrían haberse salvado. Es que solo de pensarlo se me saltan las lágrimas. Este es uno de los motivos por los que los bebés lloran llamando a su madre y las madres claman por sus bebés.
Lide (unverified)
13 Jul 2011
Qué historia tan bonita, me ha gustado mucho, y también la manera en que la has contado, gracias! Yo estuve acompañando a una familia de senegaleses que habían tenido gemelas prematuras, una de ella ingresada en el hospital durante algunas semanas, metida en la incubadora. Su anterior hija que ahora tiene 9 años y es una chicarrona nació en Senegal, en su humilde hogar, pesando menos de un kilo, sin ninguna asistencia médica. Toda la familia lloraba desconsolada porque el bebé era tan pequeño que estaban seguros de que iba a morir. Pero la madre la metió entre sus pechos y así la tuvo durante muuuucho tiempo. Gracias a la teta y el calor de su madre, hoy es la chicarrona que es.
María CS (unverified)
13 Jul 2011

Enviado por María CS (no verificado) el

In reply to by Lide (no verificado)

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Es que estas historias son preciosas, a veces pienso que mejor nos iría si fuéramos más fieras y menos humanas en los paritorios.
Albertina (unverified)
13 Jul 2011
La piel de gallina. Núria, a ver si hablamos, quiero saber en detalle cómo está funcionando neo en el Río Hortega, si además de abrir puertas practican el MMC y favorecen la lactancia... Besos.
María Florencia Hrubisko (unverified)
13 Jul 2011

Enviado por María Florenci… (no verificado) el

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¡Hermosa y emocionante historia! Qué importante y milagrosa es la unión-comunión entre cada mamá y su bebé. Ojalá en el mundo, pueda empezar a respetarse y sobretodo, valorarse. Gracias por compartirla!
adri (unverified)
14 Jul 2011
Wow!Gracias por estas historias, son entrañables, son reales, son intensas. Un abrazo, Adri
Nuria (unverified)
20 Jul 2011
Cuando me contaron esta historia recuerdo el dolor que sentí por ese padre trabajando todo el día sin poder ver a su hija. Un par de años despues eramos mi marido y yo quienes arrastrabamos los pies hasta la puerta de neo. Media hora por la mañana y media por la tarde, solo 2 personas por bebe, en la mañana solo los padres, en la tarde podian entrar familiares. Protocolos absurdos.
Mónica (unverified)
27 Jul 2011
Mi abuela nació de culo y le rompieron una pierna, era el 1 de enero en chinchilla (Albacete), el médico le dijo que se moriria pero su abuelo cabrero la curó, ella ahora tiene 98 años y vive sola y esta mejor que yo. Tendriamos que aprender de algunas cosas de antes. Me a alegrado leer esta bonita historia.
Adri (unverified)
31 Jul 2011

Enviado por Adri (no verificado) el

In reply to by Mónica (no verificado)

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El vaticinio del ser humano no tiene ningún tipo de validez, se ha demostrado a lo largo de la historia. La cantidad de predicciones fallidas son numerosas. La mayor parte de las veces se las sacan de estadísticas, quiero decir, que no lo dicen porque hayan entendido sobre lo que vaticinan, sino porque al porcentaje mayor en esos casos, les pasa equis... Todo el conocimiento humano se desarrolla enfocado en esa dirección: el vaticinio. Un saludo, Adri