Por Diana M.
Por si aún no lo teníamos del todo claro, el Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras nos demuestra una vez más que lo más peligroso para un bebé es pasar nueve meses en el vientre de su madre:
Alcoholemia para embarazadas
La última que se les ha ocurrido a estos señores es hacer a las embarazadas “y aquellas con riesgo de embarazo” controles de alcoholemia. No sabemos aún qué piensa la Guardia Civil de Tráfico de esta intromisión en sus funciones, pero desde aquí me atrevo a sugerir que, ya que estamos, se haga también un test anti-dopping, por si la futura madre es una viciosa que quiere ganar el Tour de Francia a base de ponerse fina de pastis... También sería buena idea ponerle un guardia de seguridad en la puerta de casa para que no trasnoche y contratar a una dietista que la acompañe al súper con el fin de asegurarse de que come sano y no sucumbe a las tentaciones de la gula.
En serio, ¿no tenemos ya bastante con las pruebas que se realizan actualmente a las gestantes? Durante un embarazo
“normal” (ya no hablo de las derivaciones a “alto riesgo”, sino de lo que todas vemos durante uno sin mayores dificultades), a una embarazada se le realizan, en promedio, tres analíticas (una por trimestre), tres ecografías, una prueba de triple screening, una prueba de glucosa, un test de estreptococo... Ah, y monitores si pasamos de la semana 40 sin haber parido. Como poco, seis visitas al médico sí o sí, tirando por lo bajo, en cada una de las cuales, además, se nos pesa y toma la tensión, no vaya a ser que nos desmadremos engordando. Me pregunto si no son suficientes las pruebas a las que ya nos sometemos (casi) todas y dónde queda la confianza entre médico y paciente si ya no basta con la anamnesis para recoger datos sobre nuestros hábitos de higiene y salud. ¿Es que no es creíble decir “yo no bebo, doctor”? ¿Qué harán con las que den “positivo”, castigarlas sin salir? No está de más aprovechar noticias como esta para reflexionar una vez más y recordar que son nuestros médicos, no nuestros padres. Estamos de acuerdo en que el consumo de alcohol durante el embarazo puede tener consecuencias negativas sobre nuestros bebés, pero no hay que perder de vista que las primeras preocupadas por nuestra salud y la de nuestros hijos somos nosotras.