Expertas en partos
Para ser un experto no siempre se necesita tener una formación “oficial”. Cuando yo era adolescente, se decía: “si vales, tienes que estudiar una carrera”. La universidad era lo máximo a lo que se podía aspirar y el punto de partida. Pero esto no siempre ha sido así. La formación no siempre ha sido reglada y muchas personas han estudiado en “la escuela de la vida”, se han labrado un porvenir desde cero, han creado empresas y negocios prósperos, han hecho grandes descubrimientos y han contribuido al desarrollo de la sociedad, sin tener ninguna titulación. Han ido aprendiendo poco a poco, a su ritmo, a fuerza de trabajar y gracias a la curiosidad por saber más sobre una determinada cosa.
Está claro que hay determinadas profesiones que son delicadas, en tanto que afectan a la seguridad y la salud de las personas- se me ocurren la de médico y la de arquitecto, por ejemplo – que exigen, para poder ejercerlas, unos conocimientos y para eso está la educación “oficial”. Pero para hablar y opinar sobre algo no es necesario tener el título de esa especialidad; basta con tener información veraz, objetiva, actualizada y libre de prejuicios.
Esto, aplicado a los partos, requiere una especial atención. Se me llevan los demonios cada vez que oigo decir, en referencia al parto y a los médicos, algo como: “ellos son los que saben, para eso han estudiado”, como si el parto fuese territorio prohibido para todo aquel que no lleve bata blanca o verde según el momento, parturientas incluidas.
Yo no soy ginecóloga, matrona ni pediatra. No sé hacer ni interpretar una ecografía, ni sé hacer ni haría nunca una cesárea. No podría identificar ni tratar ninguna patología ni en una embarazada ni en un bebé, pero sé muchas cosas sobre el parto. Sé, por ejemplo, que ser miopes no nos condena a sufrir una cesárea, que tras una cesárea hay que evitar la oxitocina sintética para reducir aún más el riesgo (mínimo ya de por sí) de rotura de útero. Sé también que lo mejor para el recién nacido es estar piel con piel con su madre. Y sé muchas otras cosas. Y todas estas cosas las sé porque me he preocupado de aprenderlas.
Sin embargo, hay “profesionales del parto” que hace décadas que no leen nada nuevo acerca de su profesión, que se han quedado estancados en la formación que recibieron cuando tenían veinte años menos y que son incapaces de reciclarse, sobre todo cuando eso implica cambiar sus rutinas, a las que están tan acostumbrados.
Las mujeres somos expertas en parto, por el simple hecho de que nosotras somos las que parimos. Antes, durante y tras el parto las mujeres sabemos mucho, aunque a veces no nos permitimos que este conocimiento aflore, por inseguridad propia o provocada por los demás. No necesitamos hacer un máster en partos para saber qué queremos y qué necesitamos en nuestro parto. Solo necesitamos pararnos a reflexionar y escuchar a nuestro instinto. Las mujeres albergamos mucha sabiduría interior y también somos capaces de adquirir mucho conocimiento sobre el parto gracias al estudio y a nuestras experiencias personales. Confiemos más en nosotras mismas, pues en cuanto al parto, nosotras somos expertas.