Cortar por lo sano
Recibimos la noticia de que en Nicaragua, el 56% de los niños nace por cesárea.
Es algo extraño que más de la mitad de las mujeres nicaragüenses estén mal diseñadas para el parto. ¿Será genético? ¿Será algo propio de la tierra en la que habitan? ¿Tal vez algún elemento en el agua que beben? Podríamos sugerir algún estudio que compare las pelvis de las nicaragüenses con por ejemplo mujeres de Holanda, Dinamarca, Suecia o Finlandia que paren en el 80% de los casos. Algo tienen que tener esas mujeres que no pueden parir. ¿Y si es contagioso?
Porque la culpa, desde luego, es de las mujeres. ¿De quién sino? Y por ello una de las excusas que se da es la siguiente, según un doctor entrevistado: Hay mujeres que no quieren parir por no sentir dolor.
¿Cómo dijo? Todos mis hijos nacieron por parto vaginal así que no puedo saber lo que es una cesárea. Pero una vez me operaron de apendicitis y recuerdo la invalidez y el dolor de los puntos, la molestia del postoperatorio… en fin, que no fue ni divertido ni indoloro. Y eran cuatro puntos… Por lo tanto, no puedo creer que una cesárea sea menos dolorosa que parir (que no todos los partos duelen, pero ese es otro tema). Si las cesáreas en Nicaragua son indoloras -no solo la operación, sino el proceso de curación físico y emocional-, pues habría que gritar este descubrimiento a los cuatro vientos y compartirlo con el mundo…
Y si no es así, nos da a pensar que lo que está pasando en Nicaragua debería ser considerado delito.
No solo por la mala praxis que se ejerce, el riesgo al que son sometidos los bebés y sus madres, los altos costos para la salud pública del país, la violencia sobre las mujeres nicaragüenses, por el descrédito profesional que los obstetras cosechan allende los mares, por pasar por alto las recomendaciones internacionales, sino también por poner en peligro a toda una generación haciéndole venir al mundo alejada de la propia naturaleza del ser humano.
Y para quien crea que son cosas de lugares lejanos: esto no es algo que pase solo en los países que están cruzando el charco. No. Lamentablemente hay sitios en España en los que la situación no es muy diferente… Pero aquí no es que seamos cobardes. Es que somos estrechas, es que somos “poco colaboradoras” o peor aún: madres añosas.