Los límites cambian
Por M.P.C.
El sábado pasado me pusieron una multa, mientras llegaba a mi pueblo para pasar el fin de semana.
Llevo yendo por esa carretera desde que me saqué el carné de conducir, hará en breve 18 años, y nunca había tenido ningún problema en este tramo.
Un coche de la Guardia Civil estaba situado en el arcén, y me pidió que frenase, parase y bajase la ventanilla:
–Buenos días.
–Buenos días, ¿ocurre algo?
–¿No sabe usted por qué la hemos parado?
–No tengo ni idea, ¿qué ocurre?
–Esta vía de salida de la autopista tiene un límite de velocidad de 60, y usted estaba circulando a más de 80 km por hora.
–¿Perdone? ¿Límite de 60? No puede ser, si llevo viniendo toda mi vida por esta carretera, voy al pueblo siguiente y nunca he visto ese cartel de limitación, no puede ser.
–Pues este cartel lleva más de cinco años, desde que se abrió la circunvalación.
–Es imposible, yo conduzco muy bien, no he tenido nunca ningún problema con la velocidad, y no puede ser que me digan que lo estaba haciendo mal; ya le he dicho que vengo muchos fines de semana y nunca me han dicho nada.
–Si usted ha estado tantos años entrando a más velocidad a este desvío, ni me lo diga, pero usted debería saberlo e ir a 60 km por hora.
–Pero cómo lo voy a saber yo, ¿por las buenas?
–Es su responsabilidad mirar los carteles, estar actualizada en cuanto a las limitaciones, y conducir conforme a lo que está marcado a día de hoy, no a lo que había hace diez años. Con su permiso: ¿me deja ver su carnet de conducir, el seguro y el permiso de circulación? Son 120 euros de multa.
Me hervía la sangre, y encima, aunque me costase reconocerlo, tenía razón: es mi responsabilidad estar al día de las normas de circulación.
Cuando el lunes llegué a mi consulta en el hospital, decidí que lo que me había pasado con el coche no me pasaría en el paritorio: abrí mi ordenador, me descargué la Estrategia de Atención al Parto Normal del 2007 y comencé a estudiarla con avidez.