Cesárea y microbiota
Por Verónica Parro Sánchez
Nos gustaría llamar la atención sobre este artículo publicado en El País, en el que comentan un estudio que se está realizando para averiguar si la microbiota de los bebés nacidos por cesárea puede “igualarse” a la de los nacidos por parto vaginal, “bañándolos” en la flora materna.
La hipótesis de la que parten los investigadores es que la microbiota vaginal de la madre es fundamental para el desarrollo apropiado del sistema inmune del bebé, y su objetivo es “restaurarla” en los nacidos por cesárea, ya que diversos estudios muestran como estos últimos tienen más enfermedades autoinmunes.
En la primera fase de este estudio seleccionaron a dieciocho mujeres embarazadas, y tomaron muestras de la flora bacteriana de la vagina, de la zona anal, de la boca y la piel. De ellas, siete iban a tener un parto vaginal, y once iban a ser sometidas a cesárea. A cuatro de las mujeres sometidas a cesárea, les introdujeron una gasa por la vagina durante una hora poco antes de realizar la operación. En los dos minutos siguientes al parto, aplicaron la gasa en varias zonas de los bebés. Después, durante un mes y cada cierto tiempo, los médicos tomaron muestras de la flora de madres e hijos, y comprobaron que los nacidos por cesárea y bañados con la gasa mostraban un microbioma “más vaginal” que los que no recibieron dicho baño.
En este momento la investigación está en una segunda fase, ya que necesitan más tiempo y una muestra mayor, para responder a 3 grandes preguntas que se plantean:
*¿Por cuánto tiempo persisten las modificaciones que observaron durante el primer mes?
*¿Existen efectos beneficiosos en la salud del bebé debidos a este procedimiento?
*¿Qué bacterias exactamente son responsables de dichos beneficios?
Las preguntas que podemos hacernos nosotros al leer esta noticia son: ¿Será la falta de contacto con la microbiota vaginal de la madre, la causa de algunas enfermedades en los bebés nacidos por cesárea? ¿Necesitamos más intervenciones para que un bebé tenga una buena salud? ¿Va esta práctica a favor de la humanización del nacimiento? ¿Se estará teniendo en cuenta algo tan clave como es la lactancia materna en dicha “restauración” del microbioma del bebé?
El comienzo de la noticia nos hace plantearnos desde qué punto se plantea la investigación “La gran diferencia entre los nacidos por parto vaginal y por cesárea son sus bacterias” Y no, sabemos que no son sus bacterias, no decimos que no sean importantes, pero también hay estudios al respecto que comentaremos a continuación. Además no conviene banalizar este hecho, ya que las cesáreas en España rondan el 27% en la sanidad pública, y según la OMS, esta cifra no debería ser superior al 10-15%, puesto que esta intervención sólo debería realizarse en caso de riesgo para la madre y/o el bebé.
Se ha considerado que la colonización del intestino del neonato empezaba durante el parto debido a la contaminación de su cavidad oral con bacterias procedentes de las microbiotas vaginal e intestinal de la madre; posteriormente, las bacterias pasarían de la boca del niño al pecho de la madre y así, contaminarían la leche al ser eyectada. Esta hipótesis ha sido ampliamente aceptada desde los trabajos de Tissier (Tissier H. Recherches sur la flore intestinale des nourrissons (état normal et pathologique). París: Universidad de París, 1900), a pesar de que sorprendentemente, no hay evidencias científicas que la respalden. De hecho en los últimos años se ha constatado que las bacterias lácticas que colonizan inicialmente el intestino neonatal se pueden transmitir de forma vertical entre la madre y el niño mediante la leche materna, incluso en los recién nacidos por cesárea, a través de la ruta entero–mamaria. (Martin R. et al. Human MIlk is a source of lactic acid bacteria for the infant gut. J Pediatr. 2003; Ahrné S. et al, Lactobacilli in the intestinal microbiota of Swedish infants. Microbiol Infect.2005; Favier et al. Molecular monitoring of succession of bacterial communities in human neonates. Appl Environ Microbiol. 2002; Fanaro et al. Intestinal microflora in early infancy: composition and development. Acta Pediatr. 2003; Tannock GW et al. Plasmid profiling of members of the Family Enteroacteriaceae, Lactobacilli, and bifidocteria to study the transmission of bacteria from mother to infant. J Clin MIcrobiol.1990).
Todos estos estudios sugieren que la piel de la madre y/o el tránsito por el canal del parto representan, en el mejor de los casos, fuentes minoritarias o insignificantes de bacterias para el intestino del recién nacido. Globalmente estos estudios sugieren que al menos una parte sustancial de las bacterias comensales existentes en la leche materna podrían proceder de la microbiota intestinal de la madre y accederían al epitelio de la glándula mamaria a través de una ruta interna, la ruta entero-mamaria, una conexión bien documentada que se establece específicamente durante los últimos meses de gestación y la lactancia. Durante tales periodos se produce una acumulación selectiva y masiva de células del sistema inmunitario de origen intestinal en la glándula mamaria mediante un proceso regulado por las hormonas lactogénicas (Bertotto A. et al. Human milk lympohcytes bearing the gamma/delta T-cell receptor are mostly delta TCS1-positive cells. Immunology. 1991)
Las bacterias del intestino de la madre parecen tener una capacidad de translocación para tal proceso. Además deberían tener otras dos propiedades para alcanzar primero el epitelio de la glándula mamaria, y después el intestino del niño, que serían la capacidad para sobrevivir durante el tránsito por la circulación sistémica, y la capacidad para sobrevivir durante el tránsito por el aparato digestivo del lactante. Los investigadores admiten que son necesarios más estudios para dilucidar ciertos mecanismos, no obstante la evidencia científica nos muestra que “la leche materna es la principal fuente de bacterias comensales para el intestino del lactante, y se considera que las bacterias intestinales son uno de los estímulos más importantes para el desarrollo del tejido linfoide asociado a la mucosa intestinal, lo que puede propiciar procesos antinfecciosos y antialergénicos”. (J.M. Rodriguez, E. Jiménez, V.Merino, A.Maldonado, M.L. Marín, L. Fernández, R. Martín. Departamento de Nutrición, bromatología y Tecnología de los Alimentos. Universidad Complutense de Madrid. Microbiota de la leche humana en condiciones fisiológicas. Acta Pediátrica Esp. 2008; 66(2):77-82).
La “gran diferencia” entre un parto vaginal y un parto por cesárea, es que el primero es un proceso fisiológico, y el segundo una operación, que sólo debería practicarse en caso de riesgo para la madre y/o el bebé, como hemos dicho anteriormente. Por otro lado, la excesiva manipulación, la separación prolongada entre madre e hijo y la consecuente dificultad para establecer la lactancia y el vínculo materno– filial, son también grandes diferencias entre un proceso y otro.
Zanardo y colaboradores, realizan un estudio sobre la influencia del nacimiento por cesárea en la instauración y duración de la lactancia materna. Y comprueban que la cesárea, sea electiva o urgente, dificulta el amamantamiento, al retrasar el inicio del mismo de forma significativa y dificulta la primera toma en el postparto inmediato, lo que influye en la posterior duración de la lactancia. Se ha visto que la concentración de lactobacilos y enterococos es significativamente más elevada en la microbiota de lactantes que en la de niños alimentados con fórmulas artificiales. (Ahrné et al. 2005 Lactobacilli in the intestinal microbióta of Swedish infants. Microbiol Infect.2005) Por tanto, la microbiota intestinal infantil está profundamente influenciada por la dieta y, en este sentido, la retirada de la leche, provoca cambios drásticos en su composición. “Es probable que este hecho sea el principal responsable de las diferencias observadas entre la microbiota intestinal de los niños de lactancia materna y los alimentados con fórmulas infantiles” (Marckie Rl. et al. Developmental microbial ecology of the neonatal gastrointestinal tract. Am J Clin Nutr. 1999).
Las molestias de la madre tras la operación parecen dificultar el amamantamiento, no obstante, Colson nos muestra en sus estudios, que la mejor manera de favorecerlo, incluso en madres sometidas a cesárea, es la postura semi-reclinada boca arriba “El imprinting con la madre y el pecho materno q se produce durante este contacto ininterrumpido en los primeros minutos y horas tras el nacimiento, no debe resultar interferido si no es estrictamente necesario para preservar la salud materna o neonatal. Este simple hecho mejora la interacción materno-infantil, la incidencia y la duración de la lactancia y disminuye la morbimortalidad infantil” (Moore et al. Y Edmond KM et al.)
Por tanto, ¿qué necesita un bebé para tener una buena salud, tanto si ha nacido por cesárea como si ha nacido por parto vaginal? Parece obvio que no es necesario más intervencionismo ni en la madre ni en el bebé, sino proporcionar el espacio para hacer piel con piel ininterrumpidamente, el calor, el amor, el alimento, su leche, además de un acompañamiento y apoyo adecuado a la mujer que acaba de parir. Esto será lo mejor para “restaurar” su microbiota, dejar al bebé sobre su madre, favoreciendo de ese modo el desarrollo de su conducta instintiva, para que haga eso que ya sabe hacer, lo que todos los mamíferos hacen, encontrar el pecho y comenzar a mamar. Ahí encontrará todas las bacterias que necesita, y si lo manipulamos lo menos posible, favoreceremos el agarre al pecho, el inicio de la lactancia materna y el establecimiento del vínculo madre e hijo, para un desarrollo óptimo de todos sus sistemas. Recomendamos al respecto el vídeo de Nils Bergman “Recuperando el Paradigma Perdido”, en el que habla de la evidencia científica sobre el Método Canguro.
También sabemos que es un paso hacia adelante, en el camino arduo de la humanización del nacimiento, una investigación en la que se plantean que la forma de nacer determina la salud del bebé y del niño en un futuro. No obstante, es adecuado recordar qué es lo que realmente necesitan un bebé y su madre, para no despistarnos de lo más importante. Cuidémoslo, sea como sea la forma de nacer.
Fuentes:
*Aguayo Maldonado J, Romero Escós D, Hernández Aguilar MT; Comité de Lactancia Materna de la AEP. Influencia de la atención al parto y al nacimiento sobre la lactancia, con especial atención a las cesáreas” Evid. Pediatr. 2011; 7:2.
* J.M. Rodriguez, E. Jiménez, V.Merino, A.Maldonado, M.L. Marín, L. Fernández, R. Martín. Departamento de Nutrición, bromatología y Tecnología de los Alimentos. Universidad Complutense de Madrid. Microbiota de la leche humana en condiciones fisiológicas. Acta Pediátrica Esp. 2008; 66(2):77-82.
*Moore ER, Anderson GC, Bergman N “Early skin – to – skin contact for mothers and their healthy new born infants” Cochrane Database of Systematic Reviews 2007.
*Edmond KM, Zandoh C, Quigley MA, Amengo – Efego S, Owoso – Ageyeis, Kirkwood OR. Delayed breastfeeding initiation increases risk of neonatal mortality. Pediatrics. 2006.
*IHAN (Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia) www.ihan.es
*Colson SD, Meek JH, Hawdon JM. Optimal positions for the release of primitive neonatal reflexes stimulating breastfeeding. Early Hum Dev.2008.
Para leer más:
http://www.nature.com/nm/journal/vaop/ncurrent/full/nm.4039.html
http://mobile.the-scientist.com/article/45215/restoring-c-section-babies-microbiota
http://m.abc.es/salud/noticias/20150513/abci-microbiota-cell-asma-alergia-201505131707.html?ref_m2w=
http://m.20minutos.es/noticia/2662938/0/cesarea/bacterias-gasa/vagina-madre/#xtor=AD-15&xts=467263