Por Ángeles Cano
Porque que un embarazo sea de riesgo no significa que el parto no pueda ser normal, y tampoco significa que el recién nacido vaya a tener problemas por defecto. Esto es como la presunción de inocencia, ¿no?
“Es que como eres de alto riesgo…” …por mucho que lo intente no recuerdo cuántas veces me dijeron esta frase en mi embarazo.
Y a fuerza de oírlo, es la propia embarazada la que luego pronuncia estas frases.
En cada consulta un pequeño paso más.
Los obstetras se han formado en detectar todos los posibles riesgos, pero nadie les ha entrenado en dar confianza a las mujeres.
Primero la mujer repetirá lo que le han dicho en consulta: “es que mi embarazo es de alto riesgo”, para luego llegar a decir: “Es que yo soy de alto riesgo”. Llegado a este punto ya se lo cree, y la confianza en su cuerpo y el funcionamiento normal del mismo va disminuyendo a lo largo del embarazo. Al final cualquier molestia llega a ser una nueva señal de riesgo. Nos convertimos en la perfecta paciente que, calladita, acepta las intervenciones de rutina. Y nos desentendemos de nuestros partos, para luego pensar que “menos mal que nos han intervenido” y “nos han salvado”.
¿Nos atrevemos a hacer un pequeño cálculo?
Propongo que levanten la mano las mujeres que están embarazadas y no entran en ninguno de los siguientes grupos “de riesgo”:
- Añosa (más de 35 años)
- Con sobrepeso/obesa
- Con cesárea previa. Y como somos generosas, también incluimos a todas las mujeres “que no dilatan” o a las que les hayan dicho que “su pelvis parece ser estrecha” y “su útero con forma rara” y que probablemente no podrán parir
- Primeriza
- Gran multípara
- Embarazo conseguido con tratamientos de fertilidad, FIV, etc. …los “bebés de oro”
- Inmigrante (sí, señoras, hay hospitales que por protocolo el ser extranjera es un riesgo más)
¿Cuántas quedamos?
