Resumen de la IV Conferencia Internacional de Parto y Nacimiento Respetados de la Red por la Humanización del Parto y el Nacimiento (REHUNA)
En diciembre de 2016, El Parto es Nuestro participó con varias ponencias en la IV Conferencia Internacional de Parto y Nacimiento respetados de la Red por la Humanización del Parto y el Nacimiento (REHUNA).
Entre la docena de mesas redondas en las que participamos queremos destacar la siguiente: “Impacto de las cesáreas programadas sobre la salud del recién nacido”, por Sonia Lansky, pediatra, Universidad de Minas Gerais
Su presentación fue un ejercicio de evidencia científica. Brasil tiene una tasa nacional de cesáreas del 56,7%. No dejó de resaltar lo banalizadas que están las cesáreas por los profesionales y por la sociedad, lo que hace que también lo estén por las mujeres.
Un punto en el que insiste continuamente: una tasa de cesáreas superior al 10% NO influye en la reducción de la mortalidad materna, tal y como ha reconocido la OMS (2014). Más bien, mostró muchísima información que confirma el grave impacto que la epidemia de cesáreas tiene sobre la morbilidad y mortalidad materno-infantil. Insiste en su posible impacto en la epigenética y en sus efectos iatrogénicos.
La OMS en 2014 reconoció que son necesarios nuevos estudios para entender los impactos a corto, medio y largo plazo de las cesáreas sobre la salud porque no hay suficiente evidencia.
¿Y esto qué implica? Pues que los niños que están naciendo en Brasil (lo que es extensible al resto del mundo) lo están haciendo de forma prematura, sin oxitocina, con un bajo peso al nacer, sin la protección de la colonización bacteriana intestinal adecuada y con un organismo inmaduro, lo que incide directamente en su capacidad de supervivencia. Es decir, estamos poniendo, directamente, sus vidas en riesgo con cada cesárea programada. Niños que cuando sean adultos serán más pequeños, más enfermizos, menos empáticos y amorosos… estamos generando personas y sociedades cada vez más débiles, en lugar de más sanas y más fuertes. Para confirmarlo nos muestra, entre otros, los siguientes datos:
Complicaciones respiratorias del recién nacido[1]
35,5/100 cesáreas electivas sin trabajo de parto
12,5/100 cesáreas con trabajo de parto
5,3 partos vaginales
5 veces mayor riesgo: hipertensión pulmonar persistente y morbilidad respiratoria grave
La ponente indica, reiteradamente, que las elevadas tasas de cesáreas no sólo se deben al “negocio” de los profesionales, sino que muchas veces son los centros de salud los que presionan a estos profesionales para que practiquen cesáreas.
La ponencia de Ricardo Chaves (Universidad del Estado de Río de Janeiro) fue tan poderosa y esclarecedora como la de Sonia Lansky. Empezó diciendo, clara y abiertamente, que los profesionales conocen las investigaciones y los datos que se están presentando, incluso los estudiantes, pero que no están dispuestos a cambiar el modelo tradicional y pro-cesárea de atención al parto.
Resalta e insiste en que el contacto piel con piel es una “tecnología” a un coste cero que ha mostrado tener un impacto positivo fundamental en la salud pública. Pero, para establecerlo correctamente, es necesario que madre y bebé estén toda la primera hora en contacto directo piel con piel, sin ropa entre ellos. Hay estudios que demuestran que hacerlo pero con interrupciones durante esa hora tiene efectos negativos.
Nos explicó en detalle los procesos bioquímicos de adaptación pulmonar del recién nacido que se dan durante un parto a término y lo fuertemente afectados que se ven cuando el parto es inducido, y ello es incluso peor cuando es una cesárea programada.
Nos explicó que hay estudios a largo plazo en recién nacidos que muestran que el desarrollo cerebral no se recupera, algo que confirman dos psicólogas del público. Cerró su presentación hablando de la importancia de la colonización bacteriana intestinal/vaginal según la vía de nacimiento y de que se haya tenido o no contacto piel con piel la primera hora de vida, así como del impacto del uso de antibióticos en el parto.
Michel Odent profundizó en estos temas en una ponencia magistral por la tarde. En ella insistía en la necesidad de un cambio de paradigma: ya no hay que hacer una diferencia entre niños nacidos mediante parto vaginal vs. cesárea, pues en este momento la ciencia ha demostrado que el factor más importante es el nacimiento en casa vs. “todo lo demás”, un factor clave en la colonización bacteriana del recién nacido.
Nos habló de un estudio que ha realizado en Holanda con niños de hasta 2 años nacidos en partos vaginales. Aquellos que habían nacido en casa tenían una tasa de asma mucho menor que la de los nacidos en un centro de salud.
Odent centró gran parte de su charla en la importancia de romper con la interferencia cultural en el parto, pues se deben brindar a las mujeres las condiciones idóneas para dar a luz: oscuridad (aumenta la oxitocina), silencio, intimidad, seguridad, dejando aflorar el instinto animal... sin activar el neocórtex, la parte “racional” de nuestro cerebro.
Durante estas presentaciones no puedo dejar de preguntarme: ¿dónde queda la ética médica?, ¿no son conscientes los profesionales de que, con sus prácticas, están provocando una reducción radical de la calidad de vida de las futuras generaciones? ¿no ven que ellos mismos están provocando un grave problema de salud pública?
[1] MacDorman et al. Infant and Neonatal Mortality for Primary Cesarean and Vaginal Births to Women with “No Indicated Risk,” United States, 1998–2001 Birth Cohorts. Birth, 2006 33 (3), 175-182; Kirkeby et al., BMJ, 2007; Morrison et al., 2006; Tracy S. K. et al, 2007;
Levine et al., 2006; Tita, et al., 2009; Clark et al., 2009.
Publicaciones previas: