Las competencias de las matronas en España a través de los tiempos (II)
Escrito por Dolores Ruiz-Berdún
Bautismo y amadrinamiento
Una de las funciones tradicionales de las matronas fue la de administrar el bautismo de urgencia a los bebés en peligro de muerte. Tan importante se consideraba esta función que estuvo incluida dentro de los diferentes planes de estudio de la carrera de matrona hasta 1888, y aparece explicada minuciosamente en varias obras. Otra función de las matronas relacionada fue la realización de cesáreas post mortem a aquellas mujeres que fallecían en el transcurso del parto, con el fin de salvar la vida al bebé o al menos poder bautizarlo. Las matronas tenían, ocasionalmente, más actividades relacionadas con el bautismo. Si el parto transcurría con éxito, los padres le otorgaban a la matrona el privilegio de sacar al recién nacido de la casa y llevarlo a bautizar, actuando como madrinas del bebé. Una de las primeras matronas que estudió en el Colegio de Cirugía de San Carlos, Ramona Pascuala Enríquez, fue la madrina en 1799 del hijo de Teresa Bastante y José Alcázar.
Cuando se inició en España la obligación de inscribir a los recién nacidos en el Registro Civil, no era extraño que la misma matrona que había atendido el parto fuese la encargada de realizar este trámite. Felipa Ortiz Martínez, matrona del pueblo de Paniza, en la provincia de Zaragoza, inscribió en 1890 a una niña llamada Antonia Iriarte Espinosa, que, años más tarde, sería a su vez matrona.
La función docente
Hasta finales del siglo XVIII, época en la que la enseñanza de las matronas españolas se instituyó en los Reales Colegios de Cirugía, éstas actuaban como docentes de sus mismas aprendizas. Esta transmisión de saberes empíricos se realizaba a menudo entre mujeres pertenecientes a la misma familia que, además de recibir formación, accedían así a sus primeras clientas y heredaban el negocio familiar. Aunque la intervención de médicos y cirujanos interrumpió en España el proceso de transmisión de saberes sobre el parto de mujer a mujer, existen numerosos documentos de archivo que muestran que la transmisión matrilineal entre mujeres de una misma familia siguió produciéndose a lo largo de la historia.
Los intentos por ser docentes dentro de su propia profesión fueron sistemáticamente rechazados, como le sucedió a María Iribarren en 1875 cuando propuso ser nombrada profesora de matronas, y ello a pesar de que no había ningún médico que desease ocupar dicho puesto. Salvo escasas excepciones propiciadas por las circunstancias políticas, las matronas no podían ser profesoras de las futuras alumnas e incluso estos intentos fueron calificados como intrusismo.
La matrona como auxiliar del médico
La desaparición de la praxis independiente de las matronas fue un proceso lento pero inexorable. La campaña de desprestigio contra la figura de la matrona se inició en fecha tan temprana como el siglo XIII. Este acoso no solo perduró, sino que se intensificó durante los siglos siguientes. En el Reglamento para la enseñanza de practicantes y matronas de 1861, aparece consolidada esa función auxiliar del facultativo en los partos distócicos: «Sin embargo, como meros auxiliares de los facultativos, podrán continuar asistiendo a las embarazadas, parturientes y paridas».
A finales del siglo XIX estaba aceptado que la matrona trabajase de manera autónoma en los pueblos, sustituyendo así a las «comadres rutinarias» que ejercían en ellos. Sin embargo, en las ciudades eran los médicos los encargados de la asistencia a los partos y las matronas pasaban a ser auxiliares de los médicos.
En los años treinta del siglo XX, se puede dar por finalizado este proceso. Las matronas de dicha época, si bien seguían intentando defender y hacer crecer sus atribuciones, tenían interiorizada esa subordinación, e incluso se disputaban con los practicantes «ser el único auxiliar del médico».
Conclusiones
Muchas de estas funciones que se han analizado fueron dejándose de ejercer gradualmente. Las causas hay que buscarlas por un lado en el interés creciente de los hombres médicos por encargarse de la salud sexual y reproductiva de las mujeres y, por otro, por el progresivo confinamiento de las matronas en instituciones cerradas. Poco a poco las matronas luchamos por recuperar un lugar en la historia y dentro de la salud reproductiva de la mujer que nunca debimos perder.