No me engañes
Escrito por B.A.P.
Trátame bien, pero no me engañes.
No, no me engañes.
Quiero que me atiendas en base a la última evidencia científica. Si puede ser con una sonrisa sincera, lo agradeceré; pues un apoyo verdadero es muy importante el día de mi parto. Sin embargo, dejemos las cosas claras:
Cuando vaya a monitores, cumplidas ya las 40 semanas, no me hagas una maniobra Hamilton mientras de forma tranquila y sonriente me dices que estoy verde y que quizás sangre un poquito esta tarde. Mientras no exista una justificación médica objetiva, quiero que mi bebé decida cuándo nacer, no tú. Por eso, explícame los riesgos y beneficios de esa maniobra, y yo misma decidiré si la quiero. Pero no me engañes.
Cuando ingrese de parto, no me hables como a una niña. Soy una mujer. Si vengo al hospital, es porque creo que estoy de parto:
Si no lo estoy, explícame qué pasa y por qué he de volver más tarde.
Si lo estoy, pregúntame por qué tipo de parto deseo o, si tienes en la mano mi plan de parto, hablemos sobre lo que quiero y no quiero.
Que me des a elegir entre un zumo de naranja o melocotón no es importante.
Sí lo es que, cuando no existe indicación médica para ello, me pongas oxitocina sintética en la vía sin haberme informado previamente o que rompas la bolsa sin pedirme consentimiento siguiendo tu viejo y caduco protocolo interno.
No quiero que me pidas permiso para hacer algo y que yo simplemente consienta porque tú eres quien lo aconseja. No, no nos confundamos, no quiero que me trates «así de bien». Explícame por qué ha de realizarse cada intervención, los beneficios y los riesgos, sin sesgar la información de manera que acabe haciendo lo que tú quieres porque eres el profesional.
No me hagas firmar un papel para una epidural por si luego con el dolor tan fuerte no soy capaz. No lo hagas, no me estás ayudando ni haciendo ningún favor. Yo misma decidiré si la quiero y, si te la pido, únicamente acompáñame en mi decisión.
No me hagas parir tumbada porque según tu protocolo no haya otra manera de hacerlo. Para parir de pie, en cuadrupedia o agachadas, no necesitamos más que el suelo.
No me engañes mientras empujas con tu mano mi barriga y te digo que no quiero una Kristeller. No me digas entonces que estoy equivocada porque nadie se me ha subido encima y que sin esa ayuda mi bebé no va salir.
Si no hay motivos para que mi bebé tenga que salir urgentemente de mí, ¡dame tiempo! Mi periné sabrá lo que tiene que hacer, igual que mi útero supo gestar a mi hijo sin ayuda de nadie. No quiero que me cortes, pero si existiera justificación médica para hacerlo, pide mi consentimiento de nuevo.
Trátame bien, pero no me engañes.
Quiero que te renueves y reflexiones sobre cuál es tu papel.
Mientras tanto, respeta mi plan de parto; pues yo voy a defenderlo y reclamar si es necesario.
Y tú, mujer que lees, tampoco olvides, por favor, que un trato educado o amable no es suficiente para un parto respetado.