¡Feliz cumpleparto!: lo inverso al trastorno de estrés postraumático
Por Ibone Olza
Se empieza a hablar más del trastorno de estrés postraumático posparto (que yo creo en realidad deberíamos llamar post violencia obstétrica, pero ese es otro tema) y se visibiliza como para muchas madres el aniversario del parto es el recuerdo de la pesadilla terrorífica que vivieron. Un articulo de la investigadora estadounidense Cheryl Beck lo describía muy bien, como conforme se acercaba la fecha y la hora en que se inició el parto traumático las madres revivían con pena o angustia cada minuto vivido en aquel día.
Pero también existe la cara inversa de la moneda. Las mujeres que han tenido partos gozosos y respetados (cada vez son más) cuentan también como al llegar el aniversario necesitan revivir cada detalle de aquel día tan importante en su vida y en cierto sentido compartirlo con todas las personas queridas o cercanas. Por eso es importante celebrar no solo los cumpleaños, sino también los cumplepartos, para celebrar también la importancia del parto como momento irrepetible de nuestras vidas.
Este relato de Marta Sánchez, psiquiatra de Zaragoza, lo ilustra muy bien. ¡Feliz cumpleparto Marta!
Foto: Alfredo Gracia - "libertad"
Hoy hace tres años que nuestro hijo Aidan nació. Y anoche, algo antes de las 22h empecé con la sensación de mariposillas en el estómago, me vino el calor y la emoción. Y mucho amor. Y es que a las 22h de hace tres años, mientras daba teta a Uriel, llegó mi primera contracción de parto, y dio comienzo un proceso maravilloso, vivido con libertad y respeto, acompañados mi bebé y yo por quien deseábamos en todo momento y con matronas que pasaron muy desapercibidas, como yo necesitaba. Anoche, tuve la necesidad imperiosa de relatar durante la cena con mi pareja e hijos los recuerdos que iban aflorando, ellos iban añadiendo sus vivencias y las anécdotas que recordaban y cada uno íbamos sumando amor al relato. Mientras, Aidan escuchaba atento. Al acostarme, la emoción y las imágenes de lo vivido se me seguían agolpando. Como cada año desde hace tres, me he despertado a las 6.40, justo para recibir a Aidan, que salió de mi cuerpo para seguir conociéndolo desde otro lugar diez minutos después. Nuevamente (y mientras Aidan duerme pegadito a mi pecho) vienen recuerdos de aquella noche que fue como un sueño, el agua, mi amiga María y sus susurros tan acertados, Alfredo tocando suave la guitarra y nosotras cantando entre contracciones, Uriel y Carmela con presencia discreta pero bien atenta y emocionada, los cambios de postura y calor en la espalda, los besos que pedía en mi nuca, la luz de la vela… y con cada recuerdo, crece la sensación de fortaleza, de amor, de agradecimiento, de poder, hasta invadir mi cuerpo y necesitar repartir amor a mi familia y amigas-hermanas y celebrar el milagro de la vida. Cuando me ocurrió en su primer cumpleaños, pensé que era lo normal, la “novedad” de celebrar un cumpleparto respetado y tan amoroso. Pero ahora veo que se repite cada año con igual intensidad, que es como un TEPT pero en positivo. Y me siento muy afortunada por tener esta sensación, aunque sólo me ocurra con uno de mis tres partos. Ojalá todas las mujeres pudiésemos celebrar de este modo cada cumpleaños de nuestros hijos. A eso deberíamos aspirar.
19 de noviembre 2019. Cumpleaños de Aidan.