GRACIAS

Conocí El Parto es Nuestro en el 2011 mientras buceaba en busca de información durante mi primer embarazo. Leí varios relatos de parto y varios artículos de información durante esos meses. Volví unos meses más tarde a la lista de correo Apoyocesáreas totalmente destruida tras el parto.

Apoyocesáreas fue un refugio donde poder empezar a verbalizar poco a poco lo que había vivido. Fue mi primera puerta a la sanación. Fue mi sostén mientras mi día a día estaba totalmente condicionado por el trastorno de estrés postraumático que estaba viviendo. Fue tras semanas de lectura constante a compañeras cuando decidí ir más allá y empezar con un periplo legal que ha durado diez años.

Diez años que solamente he podido soportar y transitar con el apoyo incansable de mi abogada Francisca Fernández Guillen, mis peritos Ibone Olza, Montse Catalán y Ascensión Gómez, mi fisioterapeuta y el apoyo de toda la red que las socias de El Parto Es Nuestro sostienen y tejen cada día.

Un proceso duro y doloroso en el que el motor y el objetivo siempre han sido los mismos: que esto deje de ocurrir, que la violencia obstétrica deje de existir.

Mientras demasiadas mujeres siguen relatando historias terribles tras sus partos, se sigue negando la violencia obstétrica incluso tras resoluciones de la ONU. La negación y el ninguneo de esta REALIDAD no hace que desaparezca; esa negación es signo de lo lejos que están quienes gobiernan y quienes lo tienen integrado en sus prácticas diarias de lo que está ocurriendo. Además, da bastante vergüenza ajena que, tras las declaraciones de varios organismos internacionales, tras resoluciones específicas contra el Estado Español por violencia obstétrica, se sigan publicando notas oficiales que niegan esta realidad.

Por suerte, las mujeres no estamos dispuestas a callar más. Por suerte, cada vez más profesionales están haciendo un trabajo titánico de autocrítica y luchando por cambios reales de paradigma entorno al parto. Gracias a esta visibilización, esta red de sororidad entre mujeres, cada vez son más las asociaciones y los representantes en círculos de decisión los que ponen el foco en este problema generalizado y con graves consecuencias.

Me gustaría agradeceros personalmente a cada una de esas grandes mujeres que mantenéis viva la asociación con un trabajo titánico, a mi familia, a todas las mujeres en esta lucha de hormigas... a todas las hermanas en todo este periplo de 10 años. Este reconocimiento de la ONU es un escalón más hacia la no discriminación por razones de sexo en los juzgados y a la erradicación de la violencia obstétrica.

Gracias de corazón.