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13 Jul 2023
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Sobrellevar el calor durante el embarazo

El impacto de las altas temperaturas sobre las mujeres embarazadas y en el periodo perinatal está sobradamente recogido en la literatura científica. Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer debe realizar un mayor esfuerzo para combatir el calor y se puede deshidratar con más facilidad.

En las embarazadas, la exposición al calor extremo puede ocasionar serios problemas, como:

  • desprendimiento de placenta o problemas cardiovasculares cuya gravedad puede poner en peligro la vida

  • hipertensión gestacional o diabetes mellitus gestacional, factores que habitualmente aumentan la morbilidad materna y aumentan los riesgos asociados con el embarazo y el parto

  • mayores tasas de pérdidas gestacionales, muerte fetal y parto prematuro

En los recién nacidos, las complicaciones asociadas con las altas temperaturas incluyen:

  • Sufrimiento fetal

  • Ingreso en unidades de cuidados intensivos neonatales (UCI neonatal)

  • Crecimiento fetal restringido o bajo peso al nacer

  • Malformaciones congénitas

  • Enfermedades vectoriales

  • Síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS).

Cuando el cuerpo sufre por la temperatura ambiente, nos lo indica con sudor excesivo, mucha sed, boca o piel seca, calambres musculares, respiración acelerada, latidos muy rápidos, dolor de cabeza, mareos… En las mujeres embarazadas, también puede aumentar las contracciones de Braxton Hicks. Además, hay otros síntomas más graves que son propios de un golpe de calor: vómitos o náuseas, confusión, convulsiones, fiebre alta o dificultad para hablar. En estos casos, lo más recomendable es buscar asistencia médica, especialmente durante el embarazo.

Pero antes de llegar a ese punto, aquí van algunos consejos y recomendaciones especialmente aplicables a la población de riesgo durante el verano para prevenir problemas derivados de las altas temperaturas:

  • Infórmate sobre la previsión del tiempo y planifica tus actividades para evitar la exposición a los momentos de más calor.

  • Bebe mucha agua y come ligero. Evita bebidas azucaradas o con cafeína y comidas demasiado grasas o pesadas que dificulten la digestión. El color de la orina puede indicar tu nivel de hidratación: si es casi transparente o amarillo suave, tu cuerpo está bien hidratado; si es oscura, tienes que beber más agua.

  • Usa ropa ligera y protector solar. Ponte un sombrero o gorra para proteger la cabeza y gafas de sol en exteriores. Prioriza las prendas de materiales frescos y naturales (lino, algodón).

  • Evita las actividades en el exterior en las horas más calurosas y aprovecha los momentos más frescos (antes de las 11 de la mañana y después de las 6 de la tarde). Si no puedes evitar la exposición al calor en las horas de más intensidad, descansa y hidrátate frecuentemente y haz pausas en una zona con aire acondicionado cuando sea posible.

  • Intenta mantener una temperatura adecuada en casa: baja las persianas durante el día y mantén las puertas abiertas para que circule el aire por el interior. Evita usar el horno, la plancha y otros aparatos que desprendan calor.

  • Refréscate con un spray lleno de agua fresca, duchas frías, ventiladores, abanicos… Si puedes, date un baño en la piscina o en la playa (si no has roto la bolsa o tienes alguna contraindicación concreta, te puedes bañar tranquilamente durante todo el embarazo).

  • Conoce tu cuerpo y los síntomas de un golpe de calor. Avisa a alguien cercano si te encuentras mal y busca asistencia médica.

Referencias: