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14 Oct
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Hospital de Lleida: Casi 20 años después de la Estrategia de Atención al Parto Normal... y tan lejos de cumplirla

Lamentamos tener que escribir sobre el estado anticuado y violento del Área de Obstetricia del Hospital Arnau de Vilanova, en Lleida. Faltan poco más de 2 años para que se cumplan las 2 décadas de acuerdo entre distintos sectores relacionados con los partos que culminaron en la Estrategia de Atención al Parto Normal. En este documento ya se recogían recomendaciones que han sido avaladas por la evidencia científica en repetidas ocasiones sobre las condiciones que deben cumplir los espacios donde las mujeres transitan el proceso de dilatación.

La cuestión, además, es que no se trata de un pequeño hospital sin recursos, lo cual quizás no habría provocado la reacción de sindicatos y otras organizaciones, para denunciar la situación. El Hospital Arnau de Vilanova es el cuarto en el ránking de atención por número de partos. Así, los 2.100 nacimientos anuales registrados en el Arnau “se realizan en una sala de dilatación y un área de posparto que tiene 35 años de antigüedad, en unas condiciones arquitectónicas impropias, que obligan a realizar hasta tres desplazamientos durante el proceso de parto y que quedan lejos de cumplir con los estándares de un modelo de atención al parto respetado y a los derechos reproductivos de las mujeres”. De hecho, el área donde las mujeres paren en el hospital de referencia de Lleida incumple buena parte del protocolo que redactó el departamento de Salut hace más de cuatro años basándose también en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.

Cuando no se destinan presupuestos, ni atención, ni reconocimiento para mejorar la salud de las mujeres, debemos reflexionar si se está incurriendo en un sesgo de género, en este caso por parte del Instituto Catalán de la Salud (ICS) ante el incumplimiento del protocolo de la Generalitat. De hecho, “es un caso flagrante de inequidad territorial y no es tolerable que las mujeres de Lleida tengan servicios del siglo XX”, concluye la responsable parlamentaria de feminismos de los comunes, Susanna Segovia, que se pregunta si la razón de esta situación es que un gran número de usuarias del Arnau son personas inmigrantes.

Una de las preguntas que llegan al parlamento recoge el sentir de muchas de las socias y mujeres que nos han relatado sus experiencias de violencia obstétrica: ¿cómo piensa, el Departamento de Salud, garantizar los derechos reproductivos de las mujeres de Lleida a tener un parto respetado? ¿Cómo se puede garantizar su derecho a la intimidad durante todas las etapas del parto y posparto, a ser tratadas en condiciones de dignidad, a dar cumplimiento a su plan de parto o a permitir el movimiento libre eliminando factores indeseables como los gritos y los malos olores?

Será necesario volver a traer, una y otra vez, el derecho a la intimidad de las mujeres en su proceso de parto. Por citar uno de los muchos estudios actuales que recogen evidencia al respecto, cabe señalar el trabajo de Luisa Fernanda Pacheco Castillo en su artículo LA IMPORTANCIA DEL ENTORNO EN EL PARTO HUMANIZADO: UNA REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA (2021) donde manifiesta que: “Los hospitales son ambientes estresantes debido a que su estructura es compleja y poco familiar (33), el entorno hospitalario influye en las experiencias, la salud y el bienestar psicológico y físico de las mujeres que dan a luz parturientas (12), lo cual se relaciona con la aparición de estrés, miedo y ansiedad (8), generando una experiencia de parto poco afectuosa, eficaz y segura (12)”. 

Todo lo contrario que los ocho cubículos de unos seis metros cuadrados, separados por un tabique prefabricado y casi todos cerrados por cortinas, con aseo compartido y sin luz natural. Es la situación en la que se encuentran las mujeres embarazadas en el área de dilatación del Hospital Arnau de Vilanova de Lleida. Este espacio está situado en la planta cuarta del centro, donde se encuentra también el área de posparto en la que las madres (algunas convalecientes de intervenciones quirúrgicas) se recuperan en una sala de media docena de camas separadas por biombos que no llegan a la altura de una persona.

Los sindicatos mayoritarios en la junta de personal (CCOO, CATAC y CSIF) aseguran que, a pesar de las repetidas promesas verbales, no existe ningún proyecto de ejecución previsto, al menos hasta el año 2028 (fecha hasta dónde llegan las partidas anunciadas). Si no hay presupuesto, no se va a concretar. Mientras tanto, las mujeres están siendo violentadas por sistema, sabiendo que cuando se pongan de parto van a tener que lidiar con un espacio hostil. 

Recuerdo leer a Michel Odent (hace ya décadas) en su libro clásico de referencia El bebé es un mamífero, donde recoge el relato de una mujer que quería pasar la fase de dilatación dentro del armario de su cocina, recogido, en silencio, a oscuras y seguro. Una parturienta necesita poco más que eso: que la dejen en paz. No podemos tolerar que los nacimientos sigan siendo mercancías que alimentan una producción en cadena nada saludable ni para cada una de las mujeres ni para la sociedad. Si el número de nacimientos excede la capacidad de la infraestructura, habrá que buscar lugares donde se permitan las condiciones adecuadas. De lo contrario, tendrán a mujeres buscando las cocinas de los hospitales para que las dejen parir en paz.