Pretty pushers

Por Diana M.

Revista "American Baby Inside" Octubre 2010

Gracias a Marian, me he enterado de que, como muchísimas mujeres piden estar preciosas en el paritorio, la industria textil ha respondido a su demanda creando los "Pretty Pushers", algo que no sé si traducir como "empujadores bonitos", pero que en resumen son unos camisones monísimos pensados específicamente para las necesidades de la mujer moderna de parto. Son de algodón y con elegantes estampados, con cuello halter y espalda descubierta para que nos puedan pinchar bien la epidural y por delante se abren con un lacito súper coqueto por si nos ponen el monitor. Echo en falta unas bragas a juego, porque las desechables la verdad es que no tienen nada de glamour y unas de encaje no le pegan nada, pero igual yo me he vuelto muy exquisita... También lo encuentro un poquito largo si nos da por parir en cuclillas, aunque igual tiene un cordoncito para atarnos los faldones por las orejas. El caso es que no pretendo yo criticar a nadie (que luego siempre viene algún susceptible y me entiende al revés) por querer estar guapa el día en que conoce a su hijo. De hecho, la belleza ha sido siempre un anhelo inherente al ser humano: recordemos una vez más a Platón, por ejemplo, o esas antiguas tumbas egipcias en las que han encontrado tarros llenos de kohl. Admitámoslo: a todos nos importa la imagen que damos (más o menos, pero nos importa); si no, la industria de la estética no movería las millonadas que mueve. Y no es exclusivo del sexo femenino; a hombres y mujeres nos gusta sentirnos atractivos, aunque aún no he visto ningún pijamita diseñado específicamente para operaciones de próstata (todo se andará). Es más, ¿cuántas de nosotras nos pusimos "guapas" para recibir a nuestros hijos? En cuanto detectamos que estamos de parto, se nos pasa el síndrome del nido y nos metemos a la ducha, nos arreglamos el pelo, nos depilamos aunque sea una cosita rápida... Queremos sentirnos bien en ese momento, dedicarnos un ratito y no hay nada de malo en ello. Yo misma, cuando supe que mi hijo iba a nacer, me puse un vestido bonito y me fui a pasear por mi calle para ayudar a la dilatación; es más, no se lo digáis a mi vecino, pero le mangué una passiflora de su jardín para ponérmela en el pelo. Y más contenta que unas pascuas... Sin embargo, a mí el Pretty Pusher me da que pensar (leed la descripción del producto, que tiene más miga que el pan de molde)... ¿Guapa y elegante en el momento del parto? ¿De verdad es lo que más me tendría que importar en ese instante? ¿Es que no está sucediendo entre mis piernas algo de mayor alcance, algo que merece toda mi atención? Porque ya puestas, deberían recomendarnos que metiésemos tripa (que las embarazadas echamos mucha barriga, oyes) y que diésemos el lado bueno para las fotos... ¡Porque esa es otra! ¡Nos avisan ya de que el padre de nuestro hijo nos sacará "cientos de fotos"! Pero ¿qué es, mi marido o un paparazzo? ¿Me veré en la portada del "Hola"? A mí esto, en el fondo, me suena a lo de siempre: desconexión del momento y de la persona. Lo trascendente no es la venida de un nuevo ser al mundo, no te concentres en tus sensaciones, no te embriagues de la emoción del momento, no te vayas al "planeta parto", porque tú tienes que estar mona, perfecta y divina y empujar sonriendo para que todo el mundo en paritorio alucine de lo maja y guapa que es la mamá de la ciento siete. Con un poco de suerte, lograrás gemir estilo tenista rubia en vez de gritar y tu matrona te dirá que "qué bien te has portado" y que "dónde has comprado ese camisón tan cuqui". Pienso que urge recuperar el sentido profundo del embarazo y del parto; constantemente nos bombardean con anuncios de miles de cosas innecesarias que nos distraen de lo realmente importante. No hay tiempo para meditar, para la introspección, para conectar con una misma y con el bebé que llevamos dentro. En esta sociedad, confundimos "ser femenina" con "ir maqueada", pero son conceptos diferentes. Además de personas, somos mujeres y estamos orgullosas de ello, orgullosas de la poderosísima fuerza ancestral que alberga nuestros cuerpos y que nos permite concebir, gestar, parir y amamantar a nuestros hijos. Y no, no es incompatible con otras tantas facetas de la persona ni nos convierte en hippies anti-higiene ni nos impide darnos una cremita si nos apetece. Pero hay un momento para cada cosa y el parto no es la Pasarela Cibeles ni la gala de Miss España. Para terminar, permíteme un consejo: si vas a parir toda arreglada y maquillada, al menos elige productos "waterproof", por si sudas. Es que los churretes bajando por las mejillas quedan horrorosos en las fotos, nena, que una quiere parecerse a Audrey Hepburn y no a Marilyn Manson. Y si me aceptas otro, te diré que en el momento de parir mejor te estés por la faena y, cuando tu hijo haya venido al mundo, si te apetece y eres capaz de apartar los ojos de él, te pones tu Pretty Pushers limpito y planchado o la equipación de la selección española, lo que más te guste. Que momentos para ir guapa tienes muchos, pero para vivir el nacimiento de tu hijo, solo uno. Y no es lo mismo verlo en vídeo.