Es fundamental que inmediatamente tras el parto, el bebé sea colocado sobre el pecho de su madre y permanezcan juntos piel con piel el máximo tiempo posible para que se favorezcan la impronta y el establecimiento de la lactancia.
El recién nacido busca con sus ojos los de su madre, de esta manera ambos se observan, reconocen y “enamoran” y guiado por la vista y el olfato puede reptar para llegar el sólo hasta el pecho de su madre y engancharse a él.
Los primeros momentos tras el parto influyen en el establecimiento del vínculo entre madre e hijo por lo que debe cuidarse que el ambiente sea tranquilo e íntimo. Los profesionales que compartan estos momentos con la familia deben ser respetuosos e interferir lo menos posible.
El pecho de la madre contiene todo lo que el bebé necesita: alimento, calor y protección, por lo que en ningún sitio estará tan seguro y confortable como sobre su madre. Además el contacto con el bebé y la estimulación de los pezones, provocará en la madre una nueva descarga de oxitocina, necesaria para que se produzcan las contracciones que den lugar al alumbramiento de la placenta y se minimizan así los riesgos de un sangrado posparto excesivo, que ponga en peligro la salud de la mujer recién parida.
Más información en el capítulo "Posparto inmediato" del apartado Posparto.
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