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Bienvenido Jorge!

Estaba segura de que nacerías ese fin de semana, además llevaba días diciéndotelo, necesitaba que llegase tu padre para encargarse de Lucas.

Jueves por la tarde, 39+5, estoy jugando con tu hermano y ZAS estoy mojada... no necesito muchas comprobaciones, lo sé, he roto aguas, por un lado me emociona pero lo primero que pienso es “MIERDA” porque por muy empoderada que estuviese en mi cabeza se instaló un reloj... la cuenta atrás había empezado, llevaba sintiendo todo el embarazo que nuestro parto iba a empezar así.

Seguimos con la rutina, me fui a la cama con tu hermano y te dije “ojalá me despiertes en unas horas” pero no, tú tampoco tenías ganas de salir.

El viernes transcurrió igual que cualquier día, seguía perdiendo líquido, estaba tranquila pero ansiosa por que empezase la fiesta... a las 12 de la mañana le dije a papá que saliese en camino, tenía 3 horas de viaje, y yo quería intentar desconectar del mundo para ver si así empezábamos... nada, ni bailar ni andar ni nada (siempre he pensado que esto no funcionaba, ahora ya lo corroboro).

A las 7 de la tarde no puedo más, le digo a papá que me lleve al hospital y él se vaya a dormir a casa de nuestros amigos con tu hermano, va para largo y me voy a quedar ingresada. Voy soñando con que las minicontracciones que he sentido hayan hecho algo y estemos empezando... tú y yo siendo aún uno y la super bolsa del hospital nos vamos a urgencias, me despido rápido de papá y lucas, no quiero llorar.

Pasó rápido, explicó el tema pero mintiendo, digo que hace 6 horas que rompí bolsa, y llevaba más de 24h con ella rota... primer tacto, cuello largo y cerrado y dilatación 0... monitores sin ninguna contracción, moralmente me vengo abajo, empieza a explicarme la inducción pero de momento nada, esperamos unas horas más, me voy a mi habitación, estoy tranquila pero quiero que empiece ya, pido pelota pero al rato me voy cuenta de que necesito descansar...

1 de la mañana, 6 de octubre, tú fpp, se que vas a nacer hoy pero no sé como y me acojona, me bajan a paritorio, ¡puedo elegir! Me voy al de la bañera de cabeza, me faltaba dar saltitos de alegría, con que rabia luego me fui sin haberla tocado. Monitores con alguna contracción, segundo tacto... nada. Primera dosis de prostaglandinas, me explican dulcemente el procedimiento, 4 dosis cada 6 horas, ¿como?¿24 horas más sin ver a tu hermano? Tu te das cuenta. Me ponen la primera dosis y me recomiendan descansar, creo que no habían llegado a la puerta de paritorio y primera contracción... vale, esto sí, esto empieza, a moverse, pido pelota... no la soporto, vienen rápido las matronas porque me están dando muy fuertes desde el principio y no me van a poner más medicación (¡bien! Eso es que te voy a conocer pronto); me voy agarrando por donde puedo, son muy fuertes, muy seguidas, no son naturales, lo sé, nos están obligando, tengo mucho frío... mucho... en cada contracción me tiemblan las piernas pero no puedo sentarme ni tumbarme... creo que se oyen mis gemidos por todo el pasillo pero estoy cómoda sola, a las 6 vienen... tercer tacto, 50% de cuello y 2 cms ¿QUEÉ? Me bloqueo, no puedo más, estoy agotada, no me gusta este parto, no me siento mamífera, no estamos fluyendo, te duermes a cada poco, no quieres nacer, te estamos obligando... “por favor, ponedme la Walking epidural, no puedo más” fue como la sentencia de un juez y acaba de salir de mi boca, le decía adiós a la bañera y a mí segundo parto sin epidural (porque natural ya no iba a ser) y la sombra de la cesarea se me pegaba un poco más a la nuca. A las 7 me la ponían, no me deja bloqueada, me podía mover bien, sentía las olas pero eran muy soportables, ya no tenía nada que hacer... ahora solo quedaba esperarte, asique me duermo entre contracciones, parezco de todo menos una parturienta. A las 10 cuarto tacto... 5cms! Buuuueno, poco a poco, pero que inútil me siento, aquí tumbada sin hacer nada... 1 hora más tarde, quiero empujar. Aviso, pido que me quiten la epidural, necesito hacer “algo” por nosotros, me avisan dulcemente que me enfrento a un expulsivo difícil, estás muy alto y girado... ¡claro leñe! ¡Que no querías nacer! En cada contracción empujó con ganas, pero no sé empujar, por mucho que me diga la matrona que lo hago bien, me salió del alma un “no me engañes, empujó por que se que tengo que hacerlo no por necesidad real, esto no es empujar para parir” la pobre no sabía ni que contestar.

Dos horas más tarde, después de muchos pujos y muchos gemidos te saqué de mi, por fin.

Bienvenido Jorge.