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El embarazo de Bea

Me empeñaba en pensar que era el jetlag, pero en el fondo sabía que toda esa energía que se movía no era a causa de un cambio horario... los test negativos, las caras de papá pensando que me estaba volviendo loca, titi Sari diciéndome "nena no te obsesiones eres muy joven tienes mucho tiempo de tener un bebé", "no quiero un bebé, quiero este bebé!!!", el profundo sentimiento de que estabas conmigo... y por fin, se acabo la miseria, "nena compra un test de esos que no tienen rayitas"... efectivamente el clearblue confirmó mi sospecha, 2-3 semanas, euforia compartida, ¡¡tan feliz!! Decidiste unirte a nosotros en Bali, el destino que más nos gusto de nuestro viaje de un mes por el Sudeste Asiático.

Dar la noticia fue maravilloso, seguramente demasiado pronto, pero no nos podíamos aguantar, nuestra primera semana sabiendo que existías fue increíble, pero una vez volvimos al mundo real cayó en mi como una losa la responsabilidad... no lo hemos pensado bien, la idea rondaba nuestras cabezas, pero nos lanzamos sin pensarlo mucho, viendo como se crían los niños en Asia, todo tan fácil, tan bien, tan en continuum, nos hemos precipitado... ¡qué malos padres, qué mal, hemos empezado fatal!, como si fuera nuestra decisión y no la tuya que hubieras decidido llegar a nuestras vidas y como si los niños necesitaran algo mas que el cariño de sus padres para ser felices... eso nos sobraba... Pero de la euforia pasé al miedo "y si no es el momento" "y si no nos lo podemos permitir" "y si le han afectado todas las vacunas que me puse" "y si le ha pasado algo por el antibiótico para la infección de orina que me autodiagnostiqué" "y si viene mal porque no he tomado el ácido fólico ése tan importante"…. Y si, y si, y si…. miedo miedo miedo, que se evaporó de repente cuando el ecógrafo mostró un puntito y la ginecóloga nos decía que todo estaba bien... ese puntito "una cagadita"... mi bebé...

Me enfadé por haber tenido miedo y ya nunca volví a tenerlo, estábamos tan felices con nuestro mini bebé, a las 12 semanas noté el primer movimiento "serán gases, es imposible" me decían, pero yo sabía que eras tú, te sentía en mi cuerpo y en mi mente, dejé la universidad y no me concentraba en el trabajo, estabas hasta en mis sueños, una niña preciosa, a pesar de que todos me decían que era niño y yo me enfadaba y no sabía si me enfadaba yo o te enfadabas tú y yo lo exteriorizaba, pero todavía queda un tiempo para que se descubra la incógnita... A las 21 semanas una patada que se noto en el exterior, papi se volvía loco, no podía quitarme las manos de la tripita, un día te dijo una cosa que no te gustó y le diste un patadón en la cara, ya intuíamos que tendrías carácter....

Crecías y crecías y yo estaba convencida de que tenías telepatía, no se lo dije a nadie, no merecía la pena, papá si me creía y también hablaba contigo y te cantaba y hacia uso de tu telepatía.... Tan felices, como en las películas, papa achuchaba tu ropita y me derretía el corazón. Se abrazaba a la tripa y te dibujaba una casita, se moría por escuchar tu latido... Todo era nuevo, ilusionante, mágico.
Pasaron cosas tristes, el yayo se puso malito, la bisa nos dejo, pero tú me ayudabas desde dentro, con esa sabiduría infinita que sólo tenéis los bebes... Tuvimos que escuchar muchas tonterías sobre como íbamos a quererte, como si tú no supieras enseñarnos ya desde la tripita, pero por suerte siempre encontrábamos una caricia amiga que nos decía que confiáramos en nuestro instinto. Encontramos una doula encantadora que nos iluminaba con su sonrisa y supimos al instante que era imprescindible que nos acompañara en tu bienvenida al mundo.

Nos preparamos para recibirte, sabíamos que el mejor sitio para conocerte era nuestra cama, ésa en la que no habías sido concebido, pero en la que dormirías 9 lunas, el hogar de nuestro hogar. Pero no nos lo podíamos permitir, me pesó mucho no darte el mejor recibimiento posible, pero decidí que iba a esforzarme el máximo para que tuvieras uno casi tan bonito en un hospital. Leí mucho, me prepare a conciencia, liberé mi mente y mi útero a la hipnosis, todo iba a ir bien, estaba absolutamente convencida. Varias veces soñé que nacías en el baño, enfrente de nuestra cama, papa-tem te cogía y decía "apgar 10/10 pero vamos a decir 9/10 que no se lo va a creer el SAMUR" y nunca pude distinguir si era tu forma de manifestarme tu preferencia o una fantasía mía que nunca se podría cumplir...

Vivimos la recta final intensamente, papi hacia bromas sobre mi nueva morfología y nos reíamos mucho, dimos paseos al sol, nos hicimos divertidas fotos, preparamos tu cuarto de juegos, no tu dormitorio, porque sería el de los tres... alguna vez los médicos nos dieron alguna noticia que no nos gustó , nos intentaron presionar, meter miedo...pero no nos asustamos, sabíamos que estabas bien y crecías a tu ritmo, no teníamos ninguna prisa porque vinieras al mundo, cada nueva molestia no era algo negativo, si no que eras más grande y fuerte... te abrías paso dentro de mi. Y la forma de aliviarlas era tan maravillosa, bañitos calientes en los que conectábamos, los masajes de papá, sus mimos, las siestas al sol acariciando la barriga... No había día que no pensara cuánto iba a echar de menos mi tripita, aunque tuviera ganas de achucharte, no quería compartirte con nadie más.

Ya estamos a término y la gente no deja de decirme las ganas que tendré de "soltarte", ¡como si fueras un lastre y no lo que más quiero en esta vida!, dando consejos no solicitados, acompañados de terroríficas historias de parto... Y yo siempre respondo igual "shhhhhh, te está escuchando el bebé". Pero estoy segura de que tú te ríes de ellos en mi interior, ¡qué valiente es la ignorancia, Bebé!