El nacimiento de Alicia
Alicia nació el 20 de Marzo de 2015, un día especial, el sol y la luna se alinearon, un eclipse solar que además, causó la denominada marea del siglo. En D.F. vivimos un sismo (el primero para mi madre) y a las 22:13 llegaba a nuestras vidas nuestra chilanguita, regalándome un parto maravilloso.
Ese viernes sonó el despertador como todas las mañanas, a las 7:30. Mi marido se levantó para desayunar y preparase para llevar a nuestro hijo Isidro al cole y luego ir a la oficina. Isidro se vino a nuestra cama como tantas mañanas. Mientras remoloneábamos en la cama me volvió a preguntar cuando saldría Alicia de mi barriga. Cumplía 39+3 semanas y hacía dos que mi madre había llegado a DF.
De pronto sentí algo raro, como un pequeño crujido y que salía un poco de líquido de entre mis piernas. Se me acababa de fisurar la bolsa, pero apenas tenía contracciones y estas eran muy leves e irregulares aun. Lo primero que hice fue ir al baño, aguas claras, todo tranquilo. Fui a ver a mi marido y le comenté que llevara al peque al cole y luego volviera porque esto estaba empezando.
Fui a despertar a mi madre, cansadas de no hacer planes y de que aún no me hubiera puesto de parto (Isidro nació en la 38+5) teníamos pensado ir al zócalo esa mañana y turistear un poco. “Mamá, me parece que nos quedamos en casa, he roto la bolsa.”
Nacho se llevó a Isidro al cole, avisó de que le iba a recogerle otra persona y volvió a casa. Yo me había puesto una compresa porque aunque no salía mucha cantidad, si era lo suficiente para tener que estar cambiándome la ropa interior a cada ratito.
También llame a Patri, mi amiga cómplice que se haría cargo de Isidro el día del parto.
Dudé en si llamar al ginecólogo o no, porque, aunque habíamos hablado mil veces de lo que yo quería y él me había garantizado que me respetaría, me daba miedo que me pusiera tiempo tope o me pusiera un gotero... Sobre las 11 le llamé, le comente lo sucedido y que tenía contracciones muy irregulares, alguna más fuertecilla pero aún se llevaban 15 minutos o más. Me respondió que le llamara cuando fueran regulares. Avisé también a Cora, mi doula, y quedamos en que le iba a ir contando.
Me llamó Kundhart (el gine) a la 1 a ver cómo iba, y como él estaba en consulta me dijo que me acercara, así me veía… Allá nos fuimos con todo, por si nos teníamos que quedar. Kundhart me dijo que le gustaría hacerme un tacto. Refunfuñe, odio los tactos, odio que me toquen los médicos, supongo que es miedo a perder el control. Me dijo que me fuera para casa, 1,5 cm, la historia se repite. Me pidió que le tuviera informado, pero no me puso ningún plazo, ninguna hora tope, solo esperar a que Alicia se animara.
Llegamos a casa, los porteros sonrieron, tal vez pensando que me había puesto nerviosa. Llegó Patri a casa con Isidro a recoger unas cosas para que pasara la noche con ellos. Yo seguía con alguna contracción, pero aún muy espaciadas y aunque de vez en cuando alguna era más intensa, la cosa seguía igual. Charlamos un poco y se llevó a Isidro a su casa.
Preparamos la comida, comimos, a mí me apetecía queso y pan. Y nos fuimos a dormir la siesta Nacho y yo. Sentí que un gato subía a la cama, pero yo estaba demasiado al borde para que se subiera por mi lado, entonces escuche los cristales moverse, un sismo… ¡Mi madre!
Fui a buscarla y estaba preparada para salir a la calle, zapatos puestos y bolso en mano. “Mamá, no te preocupes que ha sido flojito”. Lupita (quien me ayuda con la casa) puso la tele, había habido un temblor de 5,6 a las 16:30. Mi madre insistía en salir a la calle y yo me burle de ella, ni si quiera había sonado la alarma sísmica. Lupita se despidió de nosotros y me deseo suerte.
La tarde siguió más o menos igual, con contracciones, hablando con Cora y con Kundhart cada cierto rato y mi madre impacientándose insistiendo con ir a la clínica.
Sobre las 8 de la tarde se hicieron más intensas, pero aún muy espaciadas. Estaba en el salón con mi madre y Nacho, sentada en la pelota de Pilates, cuando venía una contracción tenía que concentrarme en que pasara. Mi madre empezó a insistir más, pero aún se llevaban más de 10 minutos. A las 9 llame a Kundhart, quedamos en vernos en el hospital. Avise a Cora, fuimos al coche, la clínica está a menos de 15 minutos sin trafico pero el camino se me hizo eterno, ya no las contaba, no hacía falta, Alicia se estaba animando a salir.
Nacho nos dejó en la puerta de la clínica a las 21:30, y se fue a aparcar. La mujer de la recepción fue a comprobar si mi cuenta estaba en orden (el paquete de parto en agua debía estar abonado en el momento del ingreso) le dije que sí, el martes habíamos pagado la parte que quedaba. “Tome asiento” me dijo. “No puedo, por favor me quiero meter en la bañera”. Debió tardar 5 minutos que se me hicieron eternos. Ya eran muy seguidas. Para acceder a la sala de parto en agua primero tenía que pasar por otra sala. Allí me hicieron ponerme una bata, y tumbarme, yo me quede de lado, les decía que no quería estar así, pero la médico que estaba allí mientras llegaba Kundhart era muy pesada y no hacía más que preguntar cosas para el historial. Kundhart llegó, me dijo que tenía que hacerme otro tacto. Proteste. 6 cm, nos vamos a la sala.
¡Cora! Llegó mi doula. Me dio una contracción tumbada y la petarda de la médico me tocó la barriga. “Por favor, no me toques que me molesta”. Ahora lo pienso y debían pensar que soy una borde, aquí son súper delicados hablando y yo, española, y de parto… debieron flipar…
Cora me ayudó a llegar a la sala entre contracciones… Cada vez que venía una tenía que parar y encogerme un poco. Cora me animaba. Ya conocía la sala, me la enseñó Kundhart cuando, a los tres meses de embarazo le acribille a preguntas. Patri me acompañó ese día a ver la sala, una habitación grande, con una cama una bañera redonda en mitad de la sala, una silla de partos, recuerdo que flipó al verla, me dijo que si algún tenía hijos quería parirlos en una sala como esa… Era la primera vez que ella veía una sala de partos en agua.
Me apoye en la cama pidiendo meterme en el agua, Cora me masajeaba y me ponía calor en los riñones. La bañera no se llenaba, el tapón estaba roto… Yo solo quería entrar en el agua… Me metí en la bañera, pero esta no se llenaba más que un palmo, al final Kundhart puso un guante tapando y por fin se llenaba el agua. Tenía sed, me acercaron una bebida isotónica.
Me senté en la bañera… que gusto, el agua… La luz estaba muy bajita, y solo era consciente de Nacho, mi madre, Cora y Kundhart, pero en el fondo de la habitación esperando había un pediatra y un par de enfermeras, yo ni las veía. Las contracciones eran más fuerte, pero el agua ayuda tanto. No terminaba de estar cómoda, me molestaban los riñones. Me puse de rodillas con la cabeza y los brazos apoyados en el borde de la bañera. Ufff no recordaba yo esto tan intenso…. Kudhart colocó un espejito en el fondo de la bañera para ver. Cora a mi lado me animaba. Dos contracciones fuertes, de esas en las que sientes que te vas a partir en dos, y Alicia salió. 22:13
Estaba detrás de mí y el cordón era corto (vuelve a repetirse la historia), esperaron a que dejara de latir, mientras yo se lo recordaba. Y lo cortaron, me senté, y me la entregaron, cubierta en su vermix, en el agua, nos conocimos. Fue increíble, absolutamente increíble. No tengo palabras para describir lo que sentí en ese momento. La tuve abrazada en el agua, Nacho a mi lado, mi madre. Cora nos dijo que estábamos de foto, y Nacho nos tomó LA FOTO. En la bañera, Alicia en mis brazos, cubierta por el vermix y yo pletórica…
Después de un rato, se la pase a Nacho para que el pediatra la revisara bajo la atenta mirada de mi madre.
Kundhart me dijo que saliera de la bañera para ver si salía la placenta. Salí y me senté en una especie de potro amable, como una cama silla con unos estribos mucho más amables. “No me cortes, por favor” le dije. Se rio de mi desconfianza. Sentí algo raro, no desagradable, solo raro. Salió la placenta, entera, sola… le pedí verla, no me lo podía creer. Después de lo que pase en el parto de Isidro… Ahí estaba, en una palangana de metal… Que fácil fue.
Me dijo que estaba perfecta, que no me había desgarrado nada de nada. Nos dejaba descansar y estar tranquilos, por la mañana vendría a verme. Me trajeron a Alicia, envuelta como un tamal… El pediatra me ayudó a desvestirla para ponerla piel con piel y que se enganchara. Era perfecta, pequeña como su hermano, 2,680 kg y 47 cm pero fuerte y sana. Se enganchó sin problemas. Succionaba con fuerza. Mi niña. Empecé a tener algún entuerto… ufff eso si molesta….
Una de las enfermeras me preguntó que quería hacer con la placenta… La verdad que no me lo había planteado, solo quería que saliera sola y, sinceramente, me sorprendió que en México me ofrecieran hacer algo con ella… Les dije que la podían desechar.
Cora se despidió de nosotros y nos quedamos en la sala un rato más los cuatro solos. Más tarde nos llevaron a la habitación, mi madre se despidió y se fue a casa a dormir.
Por la mañana me duché sola, me arreglé. A las 3 le pedí el alta a Kundhart, me dijo que de acuerdo, pero que descansara. Con Isidro era lo más cómodo estar en casa todos, la habitación no era muy grande e Isidro estaba un poco nervioso. Además no hacía más que entrar gente en la habitación, que si a tomar la temperatura, que si la asesora en lactancia (un servicio muy bueno ese, por cierto), que si necesitas algo… Y todos dándote los consejos de turno a la madre primeriza (lo que le gusta a la gente opinar y dar consejos)… A las 6 estábamos en casa.
Fue un parto fácil, sin intervenciones ni goteros, ni nada… Con Isidro siempre pensé que la placenta no salió sola porque no nos dejaron conocernos, ahora lo sé. Que importante es no intervenir cuando no es necesario… Nos faltó ese subidón de oxitocina del que tanto había leído.
Alicia me regalo un parto maravilloso, en México. Soy consciente de que este parto en clínica en Madrid no hubiera sido así, de hecho con Isidro lo intenté y acabé en la uci “por si acaso” 24 horas separada de mi bebé. Acá la medicina es privada, para lo bueno y para lo malo, tienes desde una cesárea con lipoescultura a un parto en agua sin intervención, tú eres el cliente y tú mandas. También debo reconocer, que aunque me gustaba todo lo que me decía Kundhart no terminaba de fiarme. Es un señor de unos 60 años (o más) muy alto, siempre de traje, y también muy cariñoso. Supongo que me daba miedo estar vendida en el momento del parto, no me terminaba de fiar, no me lo imaginaba tirado en el suelo junto a la bañera, pero lo hizo. Todo me decía que lo que yo quisiera y así fue, además solo me mandaba las pruebas justas, un análisis de sangre al trimestre, uno mensual de orina para controlar la glucosa, 2 ecos morfológicas y una prueba de coagulación en la semana 38, que por cierto salió alterada muy poquito, pero alterada. Con mi historial me asusté y él me dijo que no me preocupara, que era muy poquito. Y como además es el responsable del área de ginecología y obstetricia de esa clínica nadie le lleva la contraria. Fue estupendo, no me metió prisas ni miedos, todo lo contrario.