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El nacimiento de Lucía Elizabeth

Mientras escribo esto, mi niña está durmiendo tranquilamente en su cunita al lado de mi cama y yo la estoy observando en el monitor y pensando en lo afortunada que soy. Tengo una hija perfecta y preciosa que ahora tiene 6 meses y medio. Por eso, he intentado olvidar la experiencia de su nacimento.

No he querido escribir antes porque lo más importante es que está aquí conmigo sana y salva ¿verdad? No tengo que dar vueltas sobre cómo llegó a este mundo, porque eso parecería desagradecida ¿verdad? Pues, después de leer los testimonios de otras mujeres en este foro, me gustaría compartir la historia del nacimiento de Lucía, que como dice su nombre, nació a la luz de la mañana el día 27 de octubre del 2007.

Yo soy inglesa (seguro que se nota con los errores ortográficos!!) y siempre había pensado que cuando diera a luz, sería una experiencia similar a las experiencias que tenía mi madre hace 26 y 28 años. En Inglaterra es muy habitual usar el gas etonox para aliviar los dolores del parto, y suponía que sería así también en España, y cuando me enteré de que la única anestesia que se emplea aquí es la epidural, estaba sorprendida pero tampoco preocupada.

En las clases de preparación al parto (de la seguridad social), que fueron maravillosas, una experiencia inolvidable, con unas matronas muy simpáticas, nos enseñaron cómo soportar el dolor de las contracciones andando, en postura de cuclillas y apoyándonos en la pared. Nos hablaron de lo bonito y precioso que era dar a luz, nos enseñaron a comunicarnos con nuestros bebés no nacidos. En fin, las clases fueron una maravilla.

En la última clase, me dieron lo que para mí era una mala noticia: en el Hospital General Universitario de Valencia, donde yo iba a dar a luz, no dejan entrar a las parejas de las parientas en la sala de dilatación. Me sentía fatal. Tenía miedo; no iba a poder pasar por eso sin el apoyo de mi pareja, pero si así eran las normas, no me quedaba otro remedio. No teníamos dinero para pagar un parto en un centro privado.

A la 1 de la madrugada del 27 de octubre empezaron a ser regulares las contracciones. Estaba yo muy tranquila en la cama contando la duración de cada contracción y el tiempo que pasaba entre cada una. Cuando ya venían cada 6 minutos, desperté a mi pareja y le dije lo que estaba pasando. Sabíamos que podía aún quedar mucho tiempo así que seguíamos tranquilos. Me levanté para ir al baño y empecé a romper aguas. Me duché rápidamente y nos fuimos al hospital.

Cuando llegamos me ingresaron y Gus tuvo que ir a urgencias generales para dejarles mis datos. Fue la última vez que le vi hasta justo después de la "expulsión" (palabra que me parece horrible).

El medico que me hizo el reconocimiento inicial era frío y distante. No me miró a los ojos y no me habló excepto para pedir información básica sobre las semanas de embarazo que llevaba (40+3) etc. Cuando no podía hablar por una contracción y respiraba como nos había enseñado las matronas, él miraba la pared, suspirando como si estuviera aburrido. Tras el reconocimiento, me dijo que estaba de parto y me llevaron a la sala de dilatación.

Suena raro, pero lo que peor pasé era la sed que tenía. No podía pensar en otra cosa. Les suplicaba que me dieran agua. Me lo dieron 3 veces en una jeringuilla, no era suficiente. También les suplicaba que le dejaran pasar a Gus pero no le dejaron entrar. Por lo menos ya estaba preparada para ello.

Me pusieron un gotero y pregunté qué me iban a dar. Esto aún me parece increíble, un crimen, una violación total de los derechos humanos: la matrona me respondió "es una poción mágica de las matronas, ¿qué pasa, no lo hacen en tu país?". Supongo que era oxitocina pero aún no lo sé.

Obviamente, no me dejaron moverme cómo nos habían enseñado las matronas, estaba boca arriba en la cama con mi gotera y el monitor fetal que de todas formas me habrían impedido totalmente el movimiento.

Cuando no podía aguantar más el dolor de las contracciones, pedí la epidural. No me lo podían poner, era fin de semana y no había anestesista. No tenía a mi pareja para ayudarme, estaba totalmente sola, necesitaba algo para distraerme del dolor. La matrona tenía puesta la radio y escuché la canción de los Beatles, Hey Jude. Soy de Liverpool y me recordó a mi casa y mi país, me dio algo de tranquilidad (aún no puedo escuchar esa canción sin llorar).

Cuando por fin me llevaron al paritorio (supongo que había llegado a los 10 centímetros de dilatación, jamás me lo dijeron), pedí otra vez que pasara Gus, pero seguían diciendo que no. Me ayudaron a colocar las piernas y las manos en la silla del paritorio para empezar a empujar. Me sentía sola, empezaba a tener miedo por la falta de comunicación, sentía lo más vulnerable que he sentido en toda mi vida. No podía empujar bien, no estaba lo suficientemente relajada. Las matronas me decían lo mal que lo hacía, pensando que eso me animaría. Se me escapó el aire de la boca y una matrona dio un salto y exclamó "que cochina, que me ha escupido en el ojo, ¡¡que asco!!"

Seguía intentando empujar mientras un medico me atendía y unas matronas iban y venían. Otra matrona estaba sentada en el paritorio leyendo el periódico mientras yo intentaba traerle a mi hija a este mundo.

Al final, cuando veían que la cosa no avanzaba, decidieron usar ventosa para ayudarme. Con un sólo intento con la ventosa, Lucía nació a las 10 de la mañana del 27 de octubre. Justo después entró Gus y la envolvieron a Lucía en una manta y se la dieron a Gus. Nunca me la pusieron en la tripita desnuda. Es algo que jamás superaré.

La dejaron en una camilla mientras me cosían la episiotomía que no sabía que me habían hecho, porque por supuesto no me lo habían explicado durante el parto. Fue después cuando me explicaron que me lo habían tenido que practicar porque Lucía venía boca arriba y esa era una postura más difícil para la madre.

Soy una persona fuerte tanto en cuerpo como en mente. Puedo superar lo que me pasó, pero no lo olvidaré nunca. El personal de ese hospital me estropeo la experiencia del nacimiento de mi hija y se la quitaron directamente de su padre. A pesar de todo, tengo una hija perfecta, sana, feliz y redondita pero eso no excusa la manera en la que nació.


Un beso de Laura, Gus y Lucía Elizabeth

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