El nacimiento de Pau
Al poco de levantarme el sábado 25 de abril ví que había tirado el tapón mucoso. Mi primer parto empezó así, por lo que me dispuse a avisar a Helena, la matrona, para que estuviera preparada. A continuación llamé a Toñi, la amiga que vendría a ocuparse de Rut, le dije “Pau viene hoy”. Nos fuimos al parque con Rut, que tiene 4 años.
Estuve paseando intentando controlar la frecuencia de las contracciones, como me había dicho Helena, que llamaba de vez en cuando para que yo le contara como iba todo. No notaba dolor, sólo una ligera presión y un poco de molestia de regla, contar el ritmo de las contracciones nunca se me dio bien... Finalmente, Helena me dijo que preferían venir y preparar algunas cosas en casa, que llegaría a mediodía.
Mientras, llegó Toñi al parque, y cuando nos fuimos a casa a comer, Rut se quedó con ella.
Tenía ganas de dormir así que llegue a casa y me acosté. Al llegar las matronas, Helena y María, les dije que continuaba sin dolor. Me hizo un tacto, estaba de 4 cm. Me masajearon las piernas y me hicieron algo de reflexología para ayudar la dilatación.
Comimos, arrocito de caldo de mi abuela, mmmm… cómo me apetecía, yo sentada en la bola de dilatación. Después de comer me encerré en mi habitación. Notaba presión y le hablaba a Pau, lo notaba muy alto y se movía. Sobre las 15’30 rompí aguas y llamé a la matrona, era como una fisura y en cada contracción salía un poco de líquido. Yo las ví algo teñidas pero Helena me recordó todas las veces que se lo pregunté que estaba todo bien.
Estaba sola en la habitación y me molestaba cada incursión en el cuarto, Raúl entró para ver si necesitaba algo y lo tiré. Seguía sin notar dolor, lo cual me mosqueaba un poco, notaba a Pau alto y tenía la sensación de que aquello parecía que iba para largo. Lo que hubiera dado en esos momentos por borrar de mi cabeza toda la información que tengo, lo que he leído y he escuchado, para vivir el proceso sin teorías.
A medida que pasaba el tiempo el dolor comenzaba a asomar, y yo agradecía cada contracción, era señal de que la cosa avanzaba, felicitaba y tranquilizaba a mi bebe. Así llamé a Raúl, para que me ayudara y acompañara en la dilatación, que empezaba a subir su intensidad.
De vez en cuando llamaba a Helena para que escuchara al bebe. En cada contracción fuerte salían unas gotitas de líquido amniótico, las aguas eran claras.
A partir de aquí las horas se me pierden… Pero sé que mi hija llegó a las 19’30 h. con Toñi, porque aquí mi cerebro se activó: la cena, ducha, el pijama…. Rut entró a la habitación y le dije que Pau estaba viniendo, ella le contestó a su padre: “Vale, cuando la mama grite como una leona me avisas“ y se fue. Volvió, no sé si inmediatamente, o un tiempo después, con muñecos para Pau y para mí. Entró varias veces, dos, tres, no sé… estaba totalmente inmersa ya en las olas de dolor. La última vez que entró intuí miedo en su expresión, le acompañaba la matrona, me dio un beso y sin decir nada se fue.
Me duché un par de veces, no sé a qué hora, pero la casa estaba más oscura, anochecía. Raül llamó a Helena, mis sonidos ya señalaban una dilatación muy avanzada y ya estaba en trance total. Escucharon a Pau y estaba bien. Cuando llegué a la habitación el dolor no me daba tregua, sumergirme sin tiempo a tomar aire... Aquí vino la fase de “no puedo”, Raúl y Helena me animaron. Las matronas se prepararon para el expulsivo. Yo estaba en la cama por mi necesidad de descansar entre contracción y contracción, por lo que estaba, en la que hemos denominado “postura colchón Flex”, pero yo quería tener mis piernas en tierra para poder coger fuerza, así que finalmente el expulsivo fue en la silla de partos. Pau salió, pataleándome, después de esfuerzo, gritos y muchos tacos. Grité “como una leona”…. y “¡coñooooo!” con fuerza varias veces, yo nunca uso esta expresión pero mi queridísima yaya lo decía a cada frase, así que de alguna manera la evoqué… En dos pujos apareció un bebé de 3’800 (o 4’100, no lo sabemos con seguridad) y 54 cm…. y mucha hemorragia, por lo que me pincharon oxitocina para detenerla. ¡Pau era precioso! Mi hija dormía en la habitación contigua desde hacía un par de horas y no se despertó. Eran las 23’23h, oí que dijo María.
Tuve un edema en el cuello del útero, con la ayuda de hielo, Helena lo fue rebajando. Ella piensa que esto enlenteció la dilatación y dificultó un poco el expulsivo de un parto que se preveía más corto. Yo no tengo consciencia de esto, el proceso, la duración se parece tanto al parto de mi primera hija.
Expulsé la placenta sobre la 1 de la madrugada, con la molestia de tener que soltar al bebe de mis brazos, y con la sensación de que sólo había pasado media hora.
Helena y María durmieron en casa. Toñi se fue después de conocer a Pau.
Nos acostamos, porque dormir, lo que se dice dormir, yo no podía. Rut nos llamó sobre las 6 de la mañana, lo primero que hizo fue preguntar si Pau ya había venido y lo segundo fue reprocharle a su padre no haberla avisado. Raül le dijo que “como estaba durmiendo...” y ella se dio por satisfecha. Entonces fue un momento mágico, Rut vino a la cama y no podía dejar de mirar y tocar a su hermano, las manos, los pies…. Era asombro, curiosidad… Y yo me sentía la mamá más orgullosa del mundo…
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