288

El parto de Mercedes, el nacimiento de Carla.

Rompí aguas a las 5:30 de la madrugada del dia 18 de enero de 2011. Estaba un poco inquieta, medio durmiendo, cuando al moverme en la cama noté un “pop”, fué una sensación extraña. Al moverme de nuevo noté como algo líquido caía. Medio dormida pensé ¿será que he roto aguas? Cuando me espabilé lo suficiente para levantarme fui al baño y al sentarme en el váter me volvió a caer un poco de líquido. Me asusté un poco porque me di cuenta de que el líquido venía un poco manchado.

Llamé a Acuario para hablar con la matrona, le expliqué que había roto aguas y que estaban un poco sucias; me dijo que me pusiera una compresa y que vigilara el color del líquido, que estuviera tranquila que podía ser tapón mucoso y que le llamara en breve.

Mandé un mensaje a mi hermana Laura para contarle las novedades, ella nos acompañaría en el parto y le tenía que avisar porque se podía desencadenar en cualquier momento. Me llamó más tarde, hablamos un poquito y le dije que le iría informando.

Aún no tenía contracciones, así que pensé que sería buena idea descansar un ratito más, así que me metía en la cama para intentar dormir un poco; duré menos de un minuto, sabía que no podría dormir, además, ni siquiera teníamos hecha la maleta para el hospital. Me levanté y me senté en el sillón con mi perrito y mi marido, le comenté lo de las aguas sucias y no le dio importancia, me dijo que era normal,”bendita ignorancia la suya”. Pasamos un rato ahí sentados, emocionados, esperando. Me entró hambre y me comí un trozo de tarta de queso que había hecho el día anterior, ¡qué bien me sentó!, sería lo único que comería hasta unas horas después del parto. Decidimos hacer la maleta con nuestras cosas y las de la nena, así nos quedábamos más tranquilos.

En todo este tiempo no volví a tirar líquido, cuando volví a hacerlo volvió a estar manchado, con aspecto mocoso y yo no distinguía si era marrón o verde, podia ser tapón mucoso o meconio,no quise preocuparme, pero pensé que ya no aguantaría mucho más en casa aunque no tuviera contracciones, pero poco a poco empezaron a aparecer.

Creo que eran sobre las 9:00 cuando tuve las primeras contracciones. Llamé a mi hermana Cris para decirle que estaba de parto justo antes de que empezaran a ser más fuertes. Toni lo iba apuntando en una especie de esquema que me hizo mucha gracia, ¡que manera de complicarse la vida! (lo he guardado y lo he pegado en el albúm, es digno de ver). La primera contracción fuerte que aparece apuntada es a las 9:54. Ya eran seguidas y algo dolorosas, las encajaba de rodillas en el suelo apoyada en el sillón. Decidí que nos íbamos a Acuario, el camino es de una hora y ya era el momento, llamé y dije que íbamos para allá. Avisé a Laura. Cris me llamó para desearme suerte y decirme te quiero.

Me vestí, encajando las contracciones ahora apoyada en la cama y agachada en el pasillo, dolían, pero podía soportarlas perfectamente. Bajando al garaje le pregunté a Toni la hora, eran las 10:45 de la mañana. Me senté en el coche deseando llegar al hospital, en ese momento esa era mi meta, y tenía una hora por delante.

Las contracciones se hacían cada vez más fuertes y dolorosas, y yo ya me sentía cada vez más en mi mundo, cerré los ojos y me concentraba en encajarlas, apretando con fuerza el agarrador del coche y de vez en cuando empujando el suelo fuertemente con las piernas. A veces abría los ojos para ver la frecuencia de las contracciones en el reloj del coche, eran cada 2-3 minutos,”no puede ser”, le dije a Toni, ”son demasiado seguidas”.

Por fin llegamos al hospital, bajé como pude del coche y entramos. En el mostrador, mientras Toni hablaba con las chicas para que llamaran a la matrona, me vino otra contracción muy fuerte, me puse en cuclillas hasta que pasó y ya de pie apareció Gloria, la matrona, mi ángel, que me atendería en mi parto, me dió un beso, me cogió de la mano y me llevó al paritorio. Me dió a escoger entre los dos que hay y en un momento de lucidez pensé, ”en este, que es el que parió mi hermana”, y entramos, eran poco más de las 12 del mediodia y mi niña no tardaría en nacer.

Me senté en la cama-sofá que había en el paritorio y me desnudé de cintura para abajo. Gloria vió la compresa que llevaba puesta y no puso muy buena cara. Me dijo con cariño que tenía que hacerme un tacto. Al hacerlo salió mucho más líquido y seguía teñido, era meconio. Nos dijo que estuviéramos tranquilos pero que había que llevar cuidado, tendríamos que controlar mucho el latido de la nena por si hubiera sufrimiento fetal y que necesitábamos un parto corto, tenía que ser controlado también por el ginecólogo y que ya veríamos cómo transcurría. Sentí la preocupación de Toni, yo dudé unos segundos, pero no tuve miedo, sabía que todo iba a ir bien.

Al hacerme el tacto ya estaba dilatada de 4 cm. Pere, el gine, y Gloria me dijeron que si quería subir a la habitación o quedarme allí. ¡¡Moverme,¿que dices?!! Yo ya estaba a gusto allí, no podía pensar en moverme, y Gloria dijo: no te preocupes, nos quedamos aquí y así vamos monitorizando a tu hija. ¡Genial!, pensé,eso es lo que quiero, que controlen que mi pequeña esté bien, pero no pude articular palabra.

Me agobiaba toda la ropa, así que me desnudé (aunque curiosamente me dejé el sujetador que no me lo quitaría hasta el expulsivo, no sé por qué) A partir de aquí puedo decir que me introduje del todo en el “planeta parto”, mi consciencia del alrededor cambió y me metí en mi misma y en mis sensaciones.

Me subí a la cama del paritorio y no me bajé en mucho rato. Aguantaba las contracciones arrodillada, a cuatro patas, de lado…la siguiente era aún más fuerte que la anterior y dolía, dolía mucho. Empecé una especie de canturreo con cada contracción que seguiría conmigo hasta el expulsivo, me ayudaba a llevarlas mejor.

Tenía frío, después calor, otra vez frío…el pobre Toni no sabía que hacer, me tapaba con una toalla, me la quitaba… hasta que Gloria le dijo que estuviera tranquilo, que era normal y me estaría así durante todo el parto.

Sonó el teléfono de Gloria, habló unos segundos y colgó. Me dijo: “ha llegado tu hermana”. Me alegré. Al poquito entró suavemente en la habitación, intercambió unas palabras con Gloria y me dijo suavemente:”¡Hola!”. Yo estaba de tumbada de lado en la cama, dándoles la espalda, me giré, le tendí mi mano y le sonreí, no podía hacer más. Ella sacó la cámara de fotos y empezó el maravilloso reportaje de mi parto.

A partir de aquí las contracciones fueron aún más fuertes. Yo con cada una seguía con mi cántico y empujaba fuertemente un enorme cojín con forma de cubo que me ayudó en más de un momento durante el parto, me aliviaba empujarlo, era como si el dolor se pasara a él y yo me sentía mejor.

Gloria me monitorizaba continuamente en cada contracción para comprobar el latido de mi niña. Oí que le explicaba a Laura todo lo de las aguas sucias, que había que controlar al bebé,etc. A Gloria le preocupaba agobiarme con la monitorización, pero Laura le dijo que estuviera tranquila, que yo ya le había dicho que quería que controlaran que mi niña estuviera bien aún a costa de que me incomodara, ya lo habíamos comentado al hablar del parto. Eso era importante para mí.

Yo no había tenido fuerzas para explicárselo antes, esto era una de los motivos por los que quería que mi hermana estuviera conmigo, sería mi voz cuando yo no pudiera.

De nuevo me centré del todo en mí misma y me dejé llevar. Ya no recuerdo cuándo entraba Toni, salía Gloria, quién había y quién no…me concentraba en mi dolor, en soportarlo y en descansar entre contracción y contracción, esos minutos cortos en los que cogía fuerzas, casi me dormía y me volvía a despertar entonando mi cántico contra el dolor.

Una de las veces que estaban Laura y Toni empezaron a hablar entre ellos, lo hacían muy flojito, pero les podía entender, no recuerdo lo que hablaban pero me hacían pensar y no me gustaba, me distraia. Tardé un poco en juntar las fuerzas suficientes para poder hablar y cuando lo hice solté un “¡¡CALLAROS!!” que les asustó un poco seguido de leves risitas que, aunque flojitas, logré escuchar.

Mi noción del tiempo era nula,no sabía cuánto tiempo llevaba así. Las contracciones eran muy seguidas y ya no sabía cómo ponerme, mi cuerpo no las aguantaba mejor en ninguna postura, empezaba a estar cansada. En una de las contracciones, soportándola a cuatro patas, Laura me estaba poniendo el monitor y me molestaba. No tenia la fuerza suficiente para decírselo, así que opté por pegarle un manotazo y apartarla. Se lo tomó con sentido del humor, oí alguna risita y algún comentario sobre mi mala leche. La verdad, me importaba poco quedar bien, a estas alturas y en esas circunstancias mi bienestar era lo primero para mí.

Después de un rato hubo un momento en que sentía las contracciones diferentes, notaba una presión abajo,lo típico de “tengo ganar de cagar”. Se lo dije a Laura y llamó a Gloria. Entró,me dijo que no quería hacerme muchos tactos porque llevaba la bolsa rota pero que había que ver cómo estaba de dilatada. Casi 10 cm, creo recordar que me dijo, y el cuello muy blandito que ella misma terminó de abrir, así que había llegado la hora de empujar. Todo iba muy rápido.

Me preguntó si quería utilizar la silla de partos, yo no estaba para pensar y me pareció bien, así que me senté, Toni se sentó en la cama detrás de mi, me apoyé en él, le agarré las manos y ahí empezó la segunda parte de mi parto, porque todas las sensaciones de las contracciones de la dilatación dejaron paso a otras totalmente diferentes, mucho más intensas, más animales…

Ya con cada contracción Gloria me decía que empujara fuerte abajo, ella me puso los dedos unos segundos para señalarme dónde. Recuerdo que al principio me daba la sensación que me iba a hacer caca y lo dije. ”No te preocupes, si sale lo limpiamos” o algo así me dijo. Pues nada, a empujar.

Las contracciones venían y yo gritaba fuerte e intentaba empujar, pero notaba que se me iba la fuerza por la boca, no empujaba todo lo que podía…pero es que me dolía, me daba miedo…No recuerdo en qué momento entró Pere al paritorio, pero le oí decirme: ”tienes que empujar donde duele, no puedes evitarlo, tienes que empujar ahí”. Esa frase me cambió, pensé que tenía razón y que tenía que ayudar a mi niña a nacer, así que…

A partir de aquí empujé con todas mis fuerzas en cada contracción, ya no gritaba tanto, más bien gruñía y me concentraba en bajar toda mi fuerza donde debía. Entre una y otra descansaba, levantaba el culo de la silla de partos y me echaba hacia atrás, o me levantaba y me balanceaba…esos pocos minutos me parecian los más relajantes del mundo…y ahí venía otra contracción, una sensación increíble, es algo brutal, animal, no se podía luchar contra ella, sólo te puedes dejar llevar y hacer lo que la naturaleza te manda, empujar.

A veces abría los ojos, otras sólo escuchaba, pero estaba pendiente del corazón de mi pequeña, que latía más despacio con cada contracción. Recuerdo fijarme en el monitor una vez que marcó 70, era importante relajarme, pensaba en ella, respiraba despacio, respiraba por las dos y su corazón empezaba a latir más deprisa.

De repente me empezó a agobiar todo, bueno, lo último que me quedaba puesto, el sujetador, y le dije a Toni: ”¡quítamelo,quítamelo!” El pobre no se enteró mucho hasta que Laura le dijo que me quitara el sujetador. Me quedé más tranquila, no sé por qué no me había molestado hasta entonces.

Gloria puso un espejo en el suelo que Toni se encargaba de mover con su pie para tener buenas vistas y yo no veía nada; la verdad es que me daba exactamente igual. De la misma forma que me dijo que me tocara que ya podía notar su cabecita (cosa que hice reconozco que con pocas ganas) y no toqué nada y también me dio igual. Sé que estaba ahí, la notaba, la sentía y eso era suficiente para mí. Gloria me dijo que ya no pondría el monitor porque no podríamos oir el corazón de Carla, ya estaba muy baja, pero que todo estaba bien.

Tenía sed, me daban continuamente de beber, empezaba a estar cansada y notaba que me temblaban las piernas. Tuve unas contracciones muy seguidas y me agoté y lo dije: ”ya no puedo más”….jolín,no sé cuántas voces oí a la vez diciendo ¡SI PUEDES!,

Eso sí que es animar, aunque reconozco que me asusté un poco, me pilló desprevenida el gritito. Pues nada, sí puedo, a seguir…Y seguí.

Gloria me habia preguntado varias veces ya si quería cambiar de postura, pero mi mente no reaccionaba, no sabía nada, pero en una de esas veces que me lo preguntó más insistentemente la ví comentarle algo a Pere que para mi tenía que ver con esto, así que pensé que debía ser lo mejor para mí. Cogí fuerzas para moverme y me subí a la cama a cuatro patas, postura en la que traje al mundo a mi hija, poco glamourosa, pero en ese momento bastante cómoda.

Me acomodé como pude,apoyándome en el cojín del cubo gigante que ya me ayudó en la dilatación y vino otra contracción… mis brazos no me daban a rodear el cojín y agarrarlo fuerte…diosssss, me muero…necesito algo que apretar y de pronto noté una mano a la que agarrarme, Toni me dió la suya y aunque parezca una tontería, nunca lo olvidaré, pensé: ”¡cómo quiero a este hombre!”

En una de las contracciones Laura me dijo ago así como: ”ya no sube, ya se queda ahí”. No, por dios, pensé, que no se quedé ahí, que salga ya, me quiero morir, pensé..Me dijeron que tocara, y lo hice, ahora sí que le notaba su cabeza, pero me dio la sensación de que aún le quedaba mucha cabeza dentro y lo volví decir: ”no puedo más”, no recuerdo si me dijeron algo, supongo que me animaron, pero yo sólo quería que terminara ya.

Al poquito empecé a sentir quemazón y es que Carla ya estaba coronando. Gloria me dijo que en la siguiente contracción soplara y obedecí.

Me vino una contracción muy fuerte y muy larga y empujé con todas mis fuerzas; entonces oí a Laura y a Toni sollozar, y es que mi pequeña ya tenía la cabeza fuera. Seguí empujando mientras emitía el último quejido, lloriqueando, cuando Gloria me dijo: ”abre las piernas y cógela”…Dios, no me lo podía creer, ahí estaba ella. La terminé de sacar de dentro de mí y la cogí entre mis brazos. Era tan pequeñita, resbalaba y movía los brazos como esperando mi abrazo.”¡MI PEQUEÑA,MI PEQUEÑA!- ¡HOLA MI VIDA, HOLA MI AMOR! ¡NO LLORES, MAMÁ ESTÁ AQUÍ! Tanto tiempo soñando con este momento y por fin había llegado, ahí estaba yo, con mi hija recién nacida en mis brazos. No lloré, eso vendría después, sólo quería abrazarla, sentirla y decirle que YO era su mamá y que iba a estar ahí siempre, a su lado, estaba feliz. Toni lloraba de emoción, me decía que lo había hecho muy bien y me acariciaba la espalda, abrazándome. También oía a Laura que lloraba emocionada, pero yo sólo tenía ojos para mi niña.

Intenté besarla pero Gloria me dijo que no tirase, que el cordón no daba de sí, ási que me quedé contemplándola desde arriba, acunándola, pegándola a mí. Carla lloraba, me tumbé y me la puse encima. Le acariciaba la cabecita y le hablaba: ¡tranquila mi amor,ya está…,mamá está aquí! Yo estaba feliz, sonriente, relajada, creo que ella lo notó y enseguida dejó de llorar.

Gloria comentó de cortarle el cordón, le dije que sólo si había dejado de latir; me dijo que lo había hecho en seguida, que por eso se habia puesto a llorar. Toni hizo los honores muy ilusionado. Creo que fué en ese momento en el que, sin darme cuenta, me vi contándole los deditos de las manos y los pies, cómo alucinando por lo perfecta que es.

Una vez cortado por fin pude verla de muy cerquita, la subí a la altura de mi cara, la besé, la olí. Su olor era entre dulzón y ácido, no sé cómo definirlo, me recordaba a fresa ácida. Me empapé de él y se me quedó grabado para siempre, incluso aún cuando mi pequeña suda me viene cierto olor a ese momento.

La apoyé en mi pecho y nos miramos a los ojos. Eso ojitos grandes llenos de vida me miraban con curiosidad, como diciendo: yo te conozco, ¿tú eres mi mamá, verdad?. No podía apartar los ojos de ella, la miraba, miraba sus ojos de un color entre azul oscuro y plomo, preciosos, que nunca olvidaré. La quería tanto, era mi hija, mi pequeña bebé.

Disfrutamos de este momento hasta que de nuevo empecé a tener contracciones; nooooo, por favor, otra vez no…y es que la placenta aún no había salido. No eran muy seguidas y al principio no las llevaba mal, pero luego se hicieron más dolorosas y renegué diciendo que esto ya me sobraba, ya tenía a mi hija conmigo, esto ya no tenía sentido para mí. Gloria me dijo que esto no se acababa hasta lo expulsar la placenta y tenía razón, así que me resigné y me dejé llevar. Laura me recomendó que pusiera a Carla a la teta para provocar contracciones y facilitar la expulsión. Lo hice y no veas cómo se enganchó la gordita, no tardó nada, y al poco ya salió la placenta. Estuve un rato largo para todo este proceso y reconozco que mi cuerpo y sobre todo mi mente, no estaban preparados para estos últimos dolores; me fastidió porque rompió un poco esos momentos mágicos pero me repuse enseguida y me concentré en mi pequeña.

Después de esto Pere me dio unos puntos en un pequeño desgarro que tuve y ya por fin pude descansar, me pegué a mi bebé y ya nada nos separó.

Nos quedamos en el paritorio los tres, Carla, Toni y yo en la cama donde había parido, disfrutando de esos momentos, conociéndonos, abrazados, oliendo a mi pequeña (nunca olvidaré ese olor dulzón que mantuvo durante mucho tiempo) sin agobios ni interrupciones excepto Laura trayéndome un zumo que me supo a gloria.

Después de un rato largo subimos a la habitación; iba en una silla de ruedas con mi hija en brazos y para pasarme a la cama la cogió Laura, me senté en la cama y me quedé mirando cómo ella y Toni la contemplaban con lágrimas en los ojos.

Pedí que me la dieran y entonces me eché a llorar,”lo hemos conseguido”, le dije a Toni ,”lo hemos conseguido”.

Pasamos en Acuario dos dias maravillosos arropados por todo el personal del centro hasta que volvimos a casa. Yo seguía con esa extraña sensación de incredulidad hasta la mañana siguiente de estar de vuelta.

Esa mañana, acostada en la cama,medio dormida, noté un pequeño soplidito en el pecho y al abrir los ojos allí estaba ella, ese preciosos bebé pegadito a mí no es un sueño,es real, es mi HIJA, se llama Carla, yo la he parido y yo soy su MADRE.

Ser madre ha sido un triunfo para mí, el camino fue duro pero en él tuve la mejor de las compañías, ahora mi vida se sostiene en mis cuatro pilares:

Mi Marido Toni, el compañero de mi vida sin el cual no sé dónde estaría ahora; su compañía en el parto de nuestra hija fue mi tabla de salvación, mi refugio. Doy gracias todos los dias por tenerlo a mi lado y amarme cómo lo hace. Te quiero mi amor.

Mis HERMANAS y compañeras de aquelarre, Laura y Cris, sin las cuales yo no sería quien soy.

Laura, mi hermana mayor, que me abrió los ojos dónde estaba ciega y me guió hasta mí misma. Ella me acompañó en el parto de mi hija haciéndome sentir segura.

Cris, mi hermana pequeña cuya sabiduría y fortaleza me hizo entender muchas cosas, que aunque no estuvo presente en el parto de mi hija sí lo estuvo en espíritu.

Os quiero mucho.

Y el mayor pilar que hace mi vida maravillosa, mi hija CARLA, a la que agradeceré eternamente que me haya elegido para ser su madre, te quiero mi vida.

Termino de escribir este relato casi dos años después del nacimiento de Carla y nuevamente embarazada. Espero y deseo que la llegada al mundo de mi niño sea igual que la de su hermana, rodeado de amor y respeto.