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El petit somriu castella. Cesárea de Neus y parto de Aniol.

1 Parto: la cesárea de Neus

Neus ha cumplido un año y yo con ella he cumplido un año como madre. Me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones de este año.

Como dice Laura Gutman la maternidad para mí ha sido una crisis. Un remolino de sensaciones y sentimientos que no siempre han sido lógicos y comprensibles. La vida me cogió por los pies me volteó y me agitó hasta que cada una de mis partículas quedó en otro lugar.

Tuve un embarazo fantástico, placentero, consciente y sensible… Pero el último mes Neus no había dado la vuelta y empezaron las tensiones. Xesco y yo nos habíamos preparado para tener un parto natural, queríamos que fuera una experiencia vital, íntima y nuestra, donde él participara, nos acompañara respetando al máxima los tiempos de la pequeña. Pero al no dar la vuelta, empezó a aparecer la sombra de la cesárea. Desde el hospital nos propusieron hacer una versión externa, cosa que fue un dilema, ya que significaba girar a Neus sin tener en cuenta lo que ella quería y esto iba en contra de la filosofía de embarazo que habíamos tenido. Así que lo intentamos todo antes de la versión: moxibustión, posturas de yoga, cambiar la polaridad con imanes, vitaminas, homeopatía. Pero llegó el día de la versión y Neus seguía boca arriba, así que la hicimos.

Durante una hora estuvieron presionando a Neus y mi barriga para que girara pero no lo hizo. Dolorida, amoratada y desesperanzada volví a casa y lloré durante tres días por el parto que no podría tener. Mi pensamiento volvía una y otra vez a las mismas preguntas: ¿Porqué todas pueden y yo no? ¿Porqué no soy capaz? ¿Porqué a mi? ¿Por qué otras mujeres piden voluntariamente una cesárea y yo que quiero parir no puedo? En el hospital nos propusieron hacer una cesárea programada pero Xesco y yo decidimos esperar a ponernos de parto. Era lo único que podíamos hacer; darle todo el tiempo que Neus necesitara y también mi cuerpo. Además yo quería sentir contracciones, sentir la magia del momento, sentir toda la naturaleza actuando sobre nuestros cuerpos.

El día de la fiesta de navidad del taller (jueves) no dejé de llorar. Me sentía muy afortunada por haber conocido a todas esas mamás… Esa misma tarde le agradecí a Neus que me hubiera elegido como mamá y todo lo que me había hecho sentir durante el embarazo. Me despedí de “Neus dentro de mamá” y le dije que estábamos listos y que cuando ella eligiera la estaríamos esperando con toda la ilusión del mundo.

El domingo por la noche cené y me preparé las cosas para ir a trabajar el lunes (todavía faltaban 5 días para salir de cuentas) pero a las 23.30 rompí aguas en nuestra cama. No estábamos nerviosos ni asustados, sino ilusionados y tranquilos. Cogimos el coche y fuimos al hospital. Allí me monitorizaron, me tactaron (2 cm) y decidieron esperar a la mañana siguiente para hacer la cesárea porque Neus no había dado la vuelta pero no hacía falta hacer una cesárea de urgencia. Hacia la 1 de la madrugada del lunes 21 de diciembre empezaron las contracciones.

Yo estaba contenta, había roto aguas y tenía contracciones, habíamos esperado a que Neus y mi cuerpo eligieran el momento e íbamos a esperar hasta la mañana siguiente para la cesárea con lo cual le dábamos a Neus 8 horas más para que pudiese girar… yo todavía no había perdido todas las esperanzas. Pasamos la noche entre suaves contracciones y mimos de Xesco y la mañana siguiente también. Hacia las 11’30 el ginecólogo me tacto (3 cm) y me dijo que en cuanto hubiera un hueco en el quirófano me harían una cesárea ya que había tocado las nalgas de Neus en el tacto. Yo le dije que si. Creía que estaba preparada, había roto aguas hacía 12 horas y había tenido 10 horas de contracciones (al final fueron 12), mi cuerpo se había puesto de parto y el día 21 de diciembre me pareció un día precioso para nacer. Es el solsticio de invierno, el día más corto del año y hacía mucho frió así que pensé que Neus había elegido precisamente ese día para venir con nosotros al mundo exterior.

Xesco me acompañó en todo momento, estábamos contentos, juntos y reíamos. A las 12’45 me prepararon para la cesárea. En el momento en que me separé de Xesco empecé a tener un miedo terrible pero intenté seguir conectada con Neus porque pensé que ella también tendría miedo. Le expliqué lo que pasaba y que no saldría por donde ella pensaba sino que unos señores nos ayudarían a que saliera sin sufrir. Cuando entré al quirófano tenía mucho miedo y le pedí a un enfermero que me diera la mano mientras me pinchaban la anestesia. Él me la cogió y me sonrió. Luego me acostaron mientras yo hablaba continuamente con Neus y oía de fondo de la conversación de los médicos. Tenía mucho frío y lo dije pero sólo me pusieron unos empapadores de papel en los brazos. Cuando me ataron los brazos pregunté: “¿pero no me vais a dar a mi bebé?” El chico que me había cogido la mano me dijo que no me preocupara. Empezó la cesárea y yo estuve hablando con Neus durante todo el rato hasta que la oí llorar…. me caían las lágrimas de la emoción y sentía mucho frío. El ginecólogo me dijo que me la traerían en un momento. El enfermero que me había cogido la mano se acercó con Neus en los brazos enrollada en una manta y con un gorrito y me dijo: “está muy bien ahora se va a ir con su papá”. Yo no la pude ni tocar, sólo vi su carita y pensé que se parecía a su abuelo. Cuando se la llevaron empecé a sentir más frío, el doctor me preguntó como me encontraba y le dije que bien pero que tenía mucho frío…. empecé a tiritar y a encontrarme peor… empecé a marearme, tiritaba tanto que mi pecho se levantaba de la camilla, empecé a convulsionar y a vomitar. Sentía mucho frío y sólo quería que acabaran y entrar en calor. Supongo que mientras estaba Neus mi cuerpo y mi mente estaban muy alerta pero cuando se fue dejé de estar atenta a ella y me concentré en mi cuerpo en el frío en mi dolor emocional…. La cesárea acabó relativamente rápido y me llevaron a una sala para que se pasase la anestesia, allí estuve tres horas al principio con mucho frío y luego mejor… la última de esas tres horas estuve esperando a que viniera un camillero a llevarme a la habitación porque como era navidad había menos personal.

Cuando, por fin me llevaron a la habitación mis padres ya habían llegado y ya conocían a Neus que desde las 13’15 estaba con su papá. Nos dejaron a solas para que pudiéramos tener el momento íntimo que nos habíamos imaginado…Por fin…. me la puse al pecho, aunque estaba dormida, y ya se quedó conmigo durante los tres días que pasamos en el hospital.

El trato en el hospital fue cordial aunque pedí tres veces que me ayudaran a poner a Neus al pecho y siempre me decían que todavía no me había subido la leche… al salir del hospital nos dijeron que le diéramos un biberón de apoyo hasta que me subiera la leche… Neus peso 2’750 y salió del hospital con 300 gramos menos. Llegamos a casa el día 24 por la tarde (jueves) y hasta el día 29 no nos dieron cita en el pediatra. Cuando la enfermera la pesó me dijo que pesaba 2’250 que había perdido mucho peso y que era peligroso…. Esa misma noche ingresamos a Neus en la unidad de neonatos del hospital Dr. Peset. Sólo podía verla cada tres horas para darle el pecho y su padre sólo la veía dos veces al día. Estuvo 9 días ingresada y para nosotros cada hora que seguía allí era un infierno porque pensábamos que debía estar con sus padres a nuestro bracito y no en una cuna con el chupete puesto. Al principio no tomaba nada de teta y las enfermeras me decían que no me preocupara mucho que con biberón también se criaban bien. Yo cada vez me preparaba psicológicamente para entrar allí, creía que era más fuerte que la vez anterior y que ya no me podía afectar lo que me dijeran però salía destrozada llorando y sin mi hija en brazos. Pero yo soy persistente y conseguimos que saliera del hospital tomando solamente teta.

Neus salió el día 8 del hospital era un viernes y creíamos que a partir de ese momento ya íbamos a estar tranquilos. Pero la herida de mi cesárea no había dejado de dolerme. Fui al médico de cabecera a pedir la baja y se lo comenté. Me respondió: “Acabas de tener una cesárea que quiere…” y ni me miró la barriga. El viernes día 15 volvíamos a estar en el hospital porque me habían salido unos bultos como puños en la herida. Me dijeron que tenía una infección interna y que me daban antibióticos para ver si remitía pero que con el volumen que tenía seguramente habría que abrir. No hizo falta porque el miércoles siguiente se me reabrió la herida. Era la primera vez que salíamos de casa con Neus en el coche…. Fuimos a Alberic a presentársela a mi abuela y cuando llegamos me miré la herida y salía un caldo blanco (supongo que pus) en mucha cantidad. Fuimos de urgencias al hospital de Alzira y allí una ginecóloga me abrió un poco más la herida y me apretó bien hasta que salió todo el pus…. Y todo sin anestesia!!!

Después de eso me dejaron la herida abierta con una mecha para que toda la infección pudiera salir y para que se curara de dentro a afuera. Durante dos meses fui a curas día si día no. Tuve una segunda infección esta vez más pequeña pero finalmente la herida sanó.

(Escrito dos años después) Un año después, la semana que Neus cumplía un año se me volvió a infectar la herida. Era sólo un punto, una infección pequeña pero yo ya lo sabía reconocer así que fui al hospital y el doctor me explico que a veces los puntos tardan en reabsorberse y me dio antibiótico. Yo creo que esa última infección después de un año era para cerrar un círculo que había comenzado con la cesárea. Una cesárea que yo no quería, que mi cuerpo rechazaba y que tardé mucho en asimilar. La última infección cerró definitivamente la herida física y emocional, acabó un ciclo y completó un círculo.

2 Parto: el PVDC de Aniol en casa

El petit somriu, es diu Aniol i li agraden les llargues nits de tardor.

Con estas palabras Xesco anunció la llegada de nuestro segundo hijo el día 4 de diciembre en el comedor de nuestra casa. Ahora me gustaría compartir como fue el camino que nos llevó a ese momento.

Días antes del nacimiento de Aniol había tenido contracciones indoloras, un poco molestas, que en un par de horas pasaban así que no hacía mucho caso. El día 1 de diciembre hacia las 7 de la tarde, nuestros amigos Sergi y Cris nos informaron que pensaban que estaban de parto. No me lo podía creer, si esa misma mañana nos habíamos visto….si a Martí todavía le faltaban cinco días para la fecha probable del parto….estaba tan emocionada, tan contenta. Cris y yo habíamos tenido un embarazo paralelo y me sentía muy unida a ella así que que viniera Martí significaba que también estaba cerca la llegada de Aniol (hacia tres días que habíamos pasado la probable fecha del parto). Creo que la misma emoción hizo que las contracciones fueran más fuertes y duraron hasta la mañana del domingo cuando supimos que Martí ya había nacido. Recuerdo que pensé: “Ya tenemos uno aquí”. Por la noche volvieron a aparecer hasta la mañana siguiente que habíamos de ir al hospital de Manises para monitores.

Yo estaba contenta porque pensaba que el proceso había empezado o que estábamos en el camino pero cuando me toco el ginecólogo vi que era la ginecóloga que ya hacía dos semanas que me quería inducir el parto. Le dije que tenía contracciones no muy fuertes cada 10 o 15 minutos y me dijo que me quería hacer un tacto. Me dijo que estaba favorable y que si le dejaba despegar las membranas para que el niño apoyara mejor la cabeza y me pusiera de parto. Yo dudé pero no fui bastante rotunda y ella ya tenía la mano dentro… a los tres segundos le dije que parara pero yo ya estaba profundamente triste. Cuando salí estaba hecha polvo… le conté a Xesco lo que había pasado y él me pregunto: ¿No has sabido decirle que no? Se me cayó el alma a los pies. Aniol era mi hijito, todavía estaba en mi barriga, se suponía que yo lo tenía que proteger y cuidar… y yo no había sabido decirle que no a la ginecóloga. Solamente quería legar a mi casa y olvidarme de ella y de su mano que todavía notaba dentro.

Al llegar a casa lloré mucho y descargué mi rabia. Xesco me abrazaba en nuestra cama y me acariciaba la cabeza. Pedí disculpas a Aniol i le dije que nos íbamos a poner de parto porque él y yo lo habíamos decidido y éramos un equipo y no por lo que hubiera hecho la ginecóloga. No le íbamos a permitir ese privilegio.

Esa tarde vino Teresa, la matrona que habíamos buscado para que nos acompañara en casa durante la dilatación antes de ir al hospital. Yo tenía una cesárea previa de Neus y no quería llegar al hospital y que me hicieran otra. Así que cuando preparábamos como iba a ser esta segundo pensamos que la mejor opción sería estar acompañados por un profesional en casa que nos ayudara a decidir el momento de ir al hospital. La tarde del lunes Teresa estuvo con nosotros, me hizo el “rebozo”, hablamos, me tranquilizó, y hacia las 21, antes de irse, me preguntó si quería que se quedara a dormir porque las contracciones eran más fuertes y más seguidas. Yo le dije que prefería estar con Xesco y con Neus en intimidad y que si ella se quedaba en casa sería como estar esperando el parto…. Yo entre contracción y contracción estaba bien así que se marchó tranquila con la promesa de que la llamaríamos si algo cambiaba.

Pusimos a Neus a dormir e intentamos cenar pero yo lo vomité todo. Nos acostamos pero no podía pasar las contracciones acostada así que me levanté y cambiaba de postura para ver cual me iba mejor. Habíamos colgado un pañuelo del techo para poder descolgarme allí pero no estaba cómoda, tampoco me podía sentar en la pelota porque notaba una presión muy grande hacia abajo. Así que como mejor estaba era pasando las contracciones de pie, apoyada en la pared o arrodillada en la alfombra y apoyada en el sofá. Las horas iban pasando y las contracciones iban siendo más seguidas. Todo estaba oscuro, sólo iluminaba una lamparita en forma de estrella que nos acompañó durante todo el parto.

Después de dos horas con contracciones cada tres minutos me metí en la ducha. Tenía pensado dejar la ducha como último recurso cuando ya no pudiera más pero pensé que como estaba en mi casa podía ducharme dos veces si quería!!! Sentada en un taburete bajo el agua caliente era como si no notara las contracciones. Continuaban viniendo pero no sabía cada cuanto, yo notaba que la barriga se ponía muy dura y tenía molestias pero el dolor era mucho menor. Creo que pasé casi una hora así. Al salir de la ducha el dolor creció.

Xesco se levantó para ver cómo me encontraba. Neus tenía una mala noche y el estuvo consolándola y calmándola… yo la oía lloriquear medio dormida “mami, mami” pero en aquellos momentos no podía más que concentrarme en pasar una contracción detrás de otra y se me hacía imposible ir con ella. Cuando Xesco salió de la habitación me dijo que nos tumbáramos juntos en el sofá pero yo sólo aguanté dos minutos porque en esa posición no podía estar.

Hacia las tres de la madrugada me asusté un poco, las contracciones habían cambiado, volvían a ser cada 10 minutos y yo no notaba que Aniol se moviera. Le dije a Xesco que llamara a Teresa y ella me dijo que había dejado encima de la mesa el aparatito de escuchar el corazón, así que Xesco me lo puso y supimos que Aniol estaba bien, muy bien. Teresa me dijo que si las contracciones habían disminuido aprovechara para descansar y que en una hora la llamara para ver cómo iba. Una hora después continuábamos igual pero yo había sangrado un poquito. Teresa me dijo que era normal pero que no obstante se preparaba y venía hacia casa.

Yo intenté tumbarme en el sofá junto a Xesco que me abrazaba pero las contracciones se me hacían difíciles de pasar así. Además notaba como si tuviera ganas de empujar pero sabía que si no estaba bastante dilatada empujaría a Aniol hacia un agujero por el que no podría pasar. Así que me levanté i continué pasando contracciones como lo había hecho toda la noche, de pie. Estaba con la frente apoyada en la pared sobre una toalla que cogía con las dos manos. Cuando la contracción venía yo flexionaba las piernas y subía arriba y abajo, cuando el dolor disminuía hacía círculos con las caderas. Estaba muy concentrada en cada contracción. Venía una y me concentraba en ella sin pensar en todas las que vendrían después. En ningún momento pensé que no podía o que quería que se acabara ya. Sabía que el dolor abria mi cuerpo para dejar pasar a Aniol y me había hecho a la idea de que el parto sería largo. Lo que si necesitaba era que llegara Teresa y que me dijera que todo iba bien, que estaba dilatada de 4 o de 6 cm…. Necesitaba oír que todo ese dolor estaba siendo efectivo i que estábamos en el proceso.

Sergi y Cris nos habían pedido que les enviáramos un mensaje cuando estuviéramos de parto, también me lo había pedido Noelia. Pero yo todavía no había escrito el mensaje porque quería estar segura de que estaba de parto y no de preparto….Con Neus había tenido 12 horas de contracciones débiles y sólo había dilatado 4 cm así que pensaba que era todavía un poco pronto. Además, todavía estaba muy bien cuando pasaba la contracción, podía hablar y estaba tranquila.

Teresa llegó a casa hacia las cinco de la mañana y yo continuaba pasando contracciones de pie y moviendo las caderas. Cuando entró le preguntó a Xesco si llevaba mucho tiempo así y yo le dije: “Teresa si esto es el preparto, yo no podré con el parto”. Ella me dijo que pensaba que ya estaba en la fase de parto y que necesitaba hacerme un tacto para comprobarlo. “De pie Teresa no quiero acostarme” le dije pero contestó que así no podía y que esperaba a que pasara la contracción y el tiempo que yo quisiera pero que tenía que hacerme el tacto acostada. Así que Xesco y ella me acompañaron al sofá i me hizo el tacto. “Uno, dos tres…. Espe estas toda dilatada. Nos tenemos que ir al hospital ya”.

Toda dilatada!!! Además hacía tiempo que tenía ganas de empujar!!! Ahora podía empujar porque sabía que ya estaba dilatada!!! Todo iba bien. La dilatación se había acabado y empezaba el expulsivo. I yo que creía que estaba en el preparto!!!

Xesco le dijo que no nos podíamos ir todavía porque teníamos que esperar a que mis padres llegaran desde Alberic para que se quedaran con Neus, que continuaba durmiendo en la habitación. Teresa dijo que era mucho tiempo entre despertarlos, los 40 minutos del viaje y después irnos hasta el hospital. Le dije a Xesco que llamara a mi hermano pero providencialmente tenía el móvil en silencio. Xesco propuso que nos lleváramos a Neus al hospital y que mis padres fueran allí directamente con lo que ganábamos algo de tiempo, pero a mi se me hacía una montaña despertarla, y ¿cuándo llegáramos allí qué? Mis padres no habrían llegado todavía y Xesco o Teresa se tendrían que quedar con ella…. Además yo no podía imaginarme entrar en el coche en la situación que estaba y llegar al hospital todo lleno de luces y todo blanco….

Teresa me miró a los ojos y me preguntó: ¿quieres tenerlo aquí? Yo con la voz muy bajita como si estuviera confesando el mayor de los secretos dije que sí. Xesco me miró y dijo: “aquí”. Serían las 5.30 de la madrugada y Teresa tuvo que llamar a su marido para que le trajera las cosas para asistir partos en casa (como nosotros solo queríamos dilatación no tenía las cosas de coser, ni gasas, ni pinzas ni tijeras para cortar el cordón umbilical). Después llamó a Núria, la otra matrona que asiste partos con ella y a la que también conocíamos. Le dijo que estaba en mi casa y que yo iba a parir. Era la primera vez que Teresa asistía un parto en casa sola y creo que necesitaba un poco de apoyo. Núria se ofreció a venir y le recordó a Teresa que yo tenía una cesárea anterior pero Teresa le dijo que pensaba que no le iba a llegar a tiempo.

Mientras tanto yo empujaba cuando me venía la contracción. Xesco estaba sentado en el sofá y me cogía por los brazos. Yo estaba en cuclillas sobre la alfombra con muchas toallas y cuando la contracción paraba me ponía de rodillas para no cansar tanto las piernas y le decía a Aniol que lo estábamos esperando. El poder empujar fue un gusto, me encontraba mucho mejor. Durante a dilatación cuando venía la contracción no podía hacer nada más que esperar que pasara en cambio ahora podía empujar, me sentía activa, sentía que estaba haciendo algo y eso fue un gran descanso. Notaba como Aniol bajaba poco a poco por mi cuerpo. Teresa nos pidió una luz, pero como yo no quería más que la estrella que nos había guiado durante toda la noche, se conformó con la luz de la bici. Ella estaba sentada delante de mí, esperando, sin decirme que había de hacer porque yo ya lo sabía. Ella escuchaba el corazón de Aniol después de cada contracción y Aniol no sufrió en ningún momento, ni se puso nervioso. Noté como rotó su cabecita preparándose para el tramo final y Teresa me dijo: “Ya le veo el pelo. Tócalo, tócale la cabecita”. La toqué y estaba blandita y un poco húmeda, era una sensación extraña que no entendía muy bien…

Los tres últimos pujos fueron dolorosísimos. Notaba que me quemaba y le dije a Teresa que necesitaba que saliera ya. Ella me contestó: “Ya queda muy poquito. No te preocupes que ya queda poco para que salga”, y pom, salió de golpe. Xesco que miraba por encima de mi hombro lo vio salir disparado hacia las manos de Teresa que rápidamente me lo puso encima. Me ayudaron a tumbarme en el sofá y me lo puse al pecho. No tuve desgarro, sólo dos pequeñas heriditas que no necesitaron ni un punto. A los 20 minutos se despertó Neus y Xesco la trajo al comedor para que conociera a su hermanito. Ella estaba tan contenta, tan feliz, para ella fue mejor que el día de reyes, tenía la mirada iluminada y sonreía. Mientras Xesco cortaba el cordón umbilical como le decir Teresa, Neus enfocaba con la lucecita de la bici.

Yo no me lo podía creer. Ahí en cuclillas en el comedor y agarrada a las manos de Xesco había nacido nuestro segundo hijito, Aniol. Estaba contenta pero sobre todo sorprendida!!! Sorprendida de que ya estuviera con nosotros, de que ya se hubiera acabado, de la forma tan natural en que había sido. Aunque no os lo creáis no lloré…no me salió ni una lágrima porque aunque estaba muy emocionada la sorpresa era mayor.

Ahora lo que estoy es agradecida. Agradecida a Aniol por haberme permitido vivir esa experiencia tan brutal y tan preciosa. Agradecida a mi cuerpo por haber resistido naturalmente. Agradecida a Xesco por haber sido mi apoyo constante y permanente. Agradecida a Teresa por haber intuido que necesitaba en ese momento y por su acompañamiento silencioso y respetuoso. Pero sobre todo, agradecida a Neus porque ella me enseño a ser mamá y el calvario que pasamos con ella nos hizo crecer y eso permitió que su hermano tuviera un recibimiento respetuoso, íntimo, familiar y cálido.

Esperança Huguet Enguita