El relato de Lourdes, nacimiento de Belén y Sebastián. Uruguay, 2000/ 2001.
Siempre sale el sol - Lourdes & Sebastián Baldovino.
Hola, mi nombre es Lourdes y acá les dejo mi historia desde Uruguay.
Era muy joven y estaba enamorada, ¿cómo no estarlo? había conocido al hombre de mi vida, el tenia 18 y yo 15, llevábamos unos 9 meses de noviazgo cuando decidimos “hacer bien las cosas” y consultar por primera vez a un ginecólogo (yo nunca había ido) y pedir información de algún método anticonceptivo, no queríamos “meter la pata”.
Le pedí consejo a una de mis cuñadas que ya había ido y me recomendó el que la atendía a ella.
Así fue, saque un turno y le pedí a Sebastián que me acompañara, era junio y hacia mucho frío.
Un hombre muy dulce y paciente nos recibió, le contamos que hacía unos meses teníamos relaciones, y me recomendó hacerme una ecografía para ver cómo estaba todo y luego con el resultado recetarme unas pastillas, ya que yo no tenía por mi edad ningún estudio previo. También me pidió mi primer PAP.
Y eso hicimos, fuimos a practicarme el PAP y después pedimos turno para la eco, a la cual él no pudo venir porque en ese horario trabajaba.
Mi madre me acompañó a realizarme la eco, nunca voy a olvidar ese día, entre sola al consultorio y me acosté con mucho cuidado pues había tomado tanta agua como te piden para este examen que no podía ni caminar de las ganas de orinar. El médico me voltea la pantalla para que yo pueda ver, veo mis ovarios, mi cuello todo normal…. Un silencio y la pregunta ¿usted mantiene relaciones sexuales? Sí, le dije, ¡¡¡ah!!! eso explica esto que estoy viendo acá. Me respondió, y volteo más la pantalla, era un punto… ¡¡¡¡¡¡¡¡¡un punto que latía!!!!!!!!!
No puedo explicar lo que sentí en ese momento, fueron millones de cosas que pasaron en un segundo por mi cabeza, Lo primero que pensé fue en mis padres, ¿cómo se lo digo? Qué desilusión para ellos, su única hija y embarazada a los 15 años.
Después, ¿Sebastián se hará cargo o pasaré a ser a ser una más de la lista de madres solteras?
Mis estudios, todavía voy al liceo estoy en cuarto año, todavía me faltan dos años para terminar ¿Podré seguir? ¿Qué me dirán las monjas de mi liceo? Todo esto pasó por mi mente en un segundo mientras el técnico escribía pacientemente el informe.
Al mismo tiempo ya fantaseaba con mi propio bebé, era como jugar a las mamás pero de verdad, no sé porque, pero lo mas lógico a esa edad era que yo pensara en abortar por todas las cosas a las que renunciaría por mi hijo, pero en mi ese mecanismo no se activó, fue todo lo contrario, lo vi unos minutos en la pantalla y ya lo quería como si lo hubiera esperado por años.
Era fruto de mis entrañas y nadie me lo QUITARÍA.
En Uruguay el aborto es ilegal en cualquier momento de la gestación y por cualquier circunstancia, así que esa sería mi excusa ante cualquier persona que quisiera convencerme de no tener a mi bebé.
Salí de la clínica y entré a un bar con mi madre a esperar a Sebastián que ya iba a encontrarse con nosotras. Le di la noticia y al principio se quedó mudo…habíamos llegado tarde a nuestra consulta con el médico... ya era tarde… y un bebé venía en camino. Pero lo aceptó y también mi decisión fuerte de tenerlo con o sin él a mi lado y por supuesto no me decepcionó y asumió la responsabilidad de todo esto.
Nuestro bebé tenía 6 semanas y estábamos a mediados de junio.
Aquí empezó nuestra lucha a viento y marea contra todo el mundo, familiares, amigos, educadores, poca gente comprende que el hijo es un don de Dios y que hay que tomarlo cuando El lo manda o puede no repetirse nunca más…
Mi familia lo aceptó bastante bien, pero la de él nos hizo la guerra sin piedad presionando a un muchacho a optar entre su hijo y su novia o sus padres, en un momento de su vida donde nadie excluía a nadie y el apoyo de todos era necesario.
A pesar de esta negativa seguimos adelante apoyándonos y dos meses más tarde y con el apoyo incondicional de mis padres un glorioso 10 de septiembre de 1999 logramos casarnos. Mis padres nos hicieron una fiesta preciosa y nos regalaron un viaje de 4 días a Bs.As (ARGENTINA).
Todo marchaba bien, mi embarazo cursaba la semana 20 y ya tenía hora para hacerme la ecografía estructural donde sabríamos el sexo de nuestro bebe. Los vómitos se habían ido y yo seguía estudiando mientras aprontábamos nuestra casita para la llegada de nuestro hijo el 4 de febrero de 2000.
Decidí ir al control dos días antes de irnos de luna de miel para pedirle permiso al médico porque el viaje sería en barco para evitar las molestias del ómnibus.
Fuimos con mi ya esposo, Sebastián, al control del ginecólogo. Vio mis ultimas rutinas, escuchó los latidos del bebe y me revisó diciendo que estaba perfectamente bien para viajar, el cuello cerrado y los exámenes normales, que me fuera tranquila y disfrutara del viaje que después con un bebé no tendría tiempo de descansar.
Solo le dije que hacía varios días tenía unos dolores lumbares horribles y que no podía caminar sin que me doliera la espalda, a lo que me contestó que los dolores de espalda son muy comunes en las embarazadas y que no era nada de qué preocuparse.
Así nos fuimos, muy contentos a nuestra merecida luna de miel, a distraernos de los problemas con mi familia política y a disfrutar por primera vez de la panza que ya se hacía notar.
Llegamos al hotel, un 18 de setiembre, dejamos nuestras maletas y nos fuimos a recorrer la ciudad porque Sebastián nunca había estado en Buenos Aires.
Lo primero que hicimos fue comprar ropa de bebe y un vestido maternal porque ya parecía una loca yo con ese jean desprendido y aparte hacía mucho calor.
Al día siguiente al levantarnos yo no me sentía muy bien pero igual salimos a caminar y no le dije nada a Sebastián. De noche, cuando estábamos cenando, sentí un dolor de barriga como si quisiera ir al baño pero muy fuerte, tanto que tuve que salir del bar para no gritar del dolor ahí adentro, salimos y caminamos 10 cuadras hasta el hotel y me acosté. Ya se me había pasado el dolor. Dos horas después fui al baño con ganas de hacer fuerza y manché con sangre el inodoro, me asusté mucho y llamamos al enfermero del hotel, el cual no me quiso ni tocar y llamó a la una emergencia de allí.
Vino un medico me revisó y me preguntó, ¿están solos? Sí, le contestamos, estamos de luna de miel, ¿por qué? le pregunte yo. Porque este bebe va a nacer ahora.
¿¿¿¿Qué???? Pero faltan 4 meses, dijimos, aparte yo solo tuve un dolorcito de barriga y unas manchitas de sangre, eso es todo.
Nadie me dijo que las contracciones se manifiestan también por dolor lumbar, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡qué bueno hubiera sido saber eso unos días antes!!!!!!!!!!!
Me trasladaron a una maternidad privada donde se me realizo una toma de muestras para cultivos y se me colocó en posición de trendelemburg (la cama en alto para que la bolsa que ya estaba en la vagina retrocediera) para hacer un cerclaje.
Mi embarazo estaba en la semana 21 y media, la dilatación era de 10 cm. Eran las 9 de la noche cuando me llevaron a la sala, ahí pase toda la noche con un trabajo de parto que iba en aumento, a las 10 de la mañana del 20 de setiembre se decide llevarme a sala de parto porque rompí bolsa…. Líquido claro, dijo el medico, se me coloca monitoreo fetal…. y escucho la voz dulce de la partera que me acompañó toda la noche dándome ánimo, diciéndole al medico “está vivo, 147 latidos por minuto” llamen al neonatólogo, vamos a sala de parto que ya viene… después de 5 pujos y en podálica nació Belén con 400 gramos y 27 centrimetos. Nunca olvidaré la sensación tan desesperante de oír los latidos de mi hija y al otro segundo (como ya había salido de mí) no sentir nada más en el monitor… solo silencio y el neonatólogo reanimándola. Pasaron unos minutos y me dijo es “muy prematura y los pulmones están todavía muy inmaduros, falleció”.
Lloré, grité, sólo quería a mi beba viva, no me importaba si tenía que estar 5 meses en un cti. La quería conmigo sin importarme las secuelas que podían quedarle, en ese momento no pensaba, solo quise verla y abrazarla.
Unos minutos después me dicen “hay que darte anestesia general porque la placenta salió incompleta y vamos a raspar el útero”. Me dormí unos minutos y cuando me desperté estaba en la sala con mi marido. Pedimos que nos trajeran la bebé para poder estar solos con ella, la vimos la tocamos, y la dejamos ir… todo lo que habíamos hecho para estar juntos para que naciera, para tenerla con nosotros, todo eso se esfumó, “se nos escapó la vida de entre las manos”.
Estábamos solos, en un país extranjero, en nuestra luna de miel y sin nuestra bebé, nada podía ser peor, nuestros sueños se hicieron polvo en unos minutos.
Llamamos a casa, mis padres nos fueron a buscar y nos volvimos en ese mismo barco que dos días antes nos llevó llenos de ilusión a disfrutar unos días solos, ahora nos trae con un oso de peluche que ocupa todo el asiento y que con tanto cariño compramos para nuestra bebé, una maleta repleta de peleles y baberos, las manos vacías y el corazón lleno de amargura.
Volvimos a la lucha cotidiana que aún no habíamos comenzado juntos, a encontrarnos con una casa desolada, a guardar en el sótano la cuna recién traída por la mueblería, que habíamos elegido unos días antes de casarnos, por la cual nos habíamos peleado tanto con la vendedora, por el color de la madera y la cantidad de cajones que quería yo y los que quería papá.
No estaba dispuesta a quedarme con las manos vacías, era joven pero no tonta, ya me había convertido en una mujer de golpe, ¡¡¡¡¡¡quería un bebé y lo quería ya!!!!!!
No nos cuidamos y en Navidad supimos que ya venias en camino, Sebastián, nos llevó tres meses concebir este nuevo bebé…. Que nacería el 12 de setiembre y se llamaría como papá.
Una tarde de mayo cuando cursaba la semana 22 de gestación otra vez las perdidas y ese dolor de espalda… supe que se repetiría la historia pero siempre tuve mucha fe… esta vez se salvaría, pensaba.
Otra vez la cama para arriba, el suero, los estudios, esta vez con la diferencia de estar en mi casa, en mi país y con la experiencia de lo vivido. Había leído mucho sobre el tema en ese tiempo y sabía yo de la existencia de algo llamado CERCLAJE, lo cual me harté de suplicarle a mi médico me realizara en este nuevo embarazo para evitar otro parto prematuro ya que la autopsia de la beba había sido normal. Y la causa aparente era una incompetencia Cervico-ístmica.
Estuve 5 días en reposo absoluto en las mismas condiciones que la primera vez, era un espejo de lo vivido unos meses antes, esperar a que la bolsa retroceda para hacer el puto cerclaje que debió hacerse antes, esta vez aguanté más, 5 días. Pero al quinto díase rompió la bolsa que ya tenía infección por estar expuesta y Sebastián nació con 23 semanas y vitalidad conservada 500 gr. y 28 cm.…. Falleció a los pocos minutos de nacer.
La causa, inmadurez pulmonar a pesar de todos los corticoides que me inyectaron durante esos 5 días para madurar los pulmones del feto.
Esta vez mi marido se desmayó en la sala de parto, le subió la presión, no lo podía soportar dos veces.
Esta vez no tuvimos tanta suerte con el personal de la maternidad, no era tan humanos.
Apenas nos dejaron ver a nuestro bebé. Después yo lo pedí otra vez para despedirnos los dos solos en la habitación y tranquilos y la respuesta fue “¿para qué querés verlo? Aparte, ya lo puse en una bolsa para ir al laboratorio”.
Otra vez de alta con las manos vacías, los familiares y amigos ya no nos decían nada. Creerían que estábamos locos en empecinarnos en esto con lo jóvenes que éramos.
Pero doy gracias a Dios que me pasó esto siendo tan joven, tuve la fortaleza de soportarlo y hoy después de 8 años y de recorrer muchos especialistas, de largas esperas en pasillos de hospital, de mucha incertidumbre pero sobre todo de paciencia y tenacidad soy la feliz mamá de tres nenas. Para mi tercer embarazo logramos que el medico reconociera que yo necesitaba un cerclaje y que no era por un simple capricho mío
Después de un embarazo precioso y un parto normal rapidísimo nació Milagros de 38 semanas y 3 kilos 200 grs. y 49cm.
A los 21 meses de este feliz nacimiento nació nuestra segunda hija, Florencia, con 39 semanas y 3 kilos 300grs y 48cm.
Y la última fue Mariaclara el 22 de noviembre de 2006 con 39 semanas y 3800grs y 52 cm.
Todas nacieron con cerclaje que me lo liberaron unos 10 días antes de la fecha de probable parto y las tres por parto vaginal y sin ninguna complicación.
Toda la amargura que empañó nuestros primeros años de casados se esfumó. Hoy tenemos 23 y 26 años y tres soles en nuestra casa por los que vivimos cada día, maduramos de golpe. Nos dimos cuenta que en el dolor también se aprenden cosas, sin dejar nunca de llevar a nuestros dos primeros hijos, Belén y Sebastián ”siempre en el corazón”.
Ésta es nuestra historia, la historia de dos adolescentes que lucharon por ser padres y aprendieron que después del dolor y de la pérdida siempre sale el sol.
S y L