101

El viaje alucinante de Ibón

Ahora todo me parece un sueño, me parece que todo lo vivido no es mío, sino una serie de imágenes que se han grabado en mi cerebro por pura casualidad…

Miro a Ibón, está con su padre, mirándole, observándole, estudiándole… parece que dijera: “te conozco, tu has estado aquí, a mi lado, todo este tiempo…”

Me miro a mí misma y me encanta saberme animal, saberme mamífera…

Voy a tratar de ordenar las imágenes, los pensamientos, los sentimientos…

EL VIAJE ALUCINANTE DE IBÓN (12-JUNIO-2009)

Ibón fue un niño muy deseado. Sabíamos su nombre mucho antes siquiera de empezar a buscarlo.

Mi primer embarazo, mis primeros hijos, eran gemelos. Y se fueron a las 9 semanas. Dejaron la cama calentita a su hermano Ibón, que se agarró como agarra ahora mi pelo, con una fuerza maravillosa.

Fue un embarazo estupendo, quitando las típicas y caprichosas necesidades del cuerpo: hacer pis cada 5 minutos, que tu estómago sólo te pida lácteos durante el primer mes y que tu cuerpo te pida tomate natural cuando tú eras de la liga anti-tomate, que tus pies se hinchen cual elefanta, te enfadas cada

vez que vas al ginecólogo y mencionan tu subida de peso… menudencias. Yo pasé 9 meses maravillosos (aclaro que he estado de baja desde el primer día de embarazo, suerte que tiene una en su curro, y que eso, ayuda)… 9 meses disfrutando devorando información, conociendo a gente estupenda, compartiendo todo esto con Marcos y sobretodo, sobretodo, mirándome por dentro.

Quería que Ibón naciese en casa, quería estar en mi guarida, quería saberme animal, quería saberme mamífera…

Hicimos la “preparación al parto” con Génesis, en Madrid. Sólo tengo palabras buenas…

Aguanta, Ibón aguanta…

En la semana 35 empiezo a notar alguna contracción. No eran como las de siempre. Además había expulsado parte del tapón mucoso… Era demasiado pronto (debía llegar a la 37 para poder parir en casa) y me puse un poco nerviosa… “Aguanta Ibón, aguanta”.

Llamé a Jero (una de mis comadronas) para informarle y esa misma tarde estaba en su consulta. Conclusión: dilatación de 1 cm y cuello medio borrado.

Me toca estar tranquilita unos días, al menos hasta pasar la fecha en la que pueda parir en casa.

Aguanta, Ibón, aguanta.

Así que comenzamos nuestro diálogo diario: “buenos días Ibón, que bien que hayas aguantado, ya estamos en la fecha de poder nacer en casa, pero si esperas hasta el fin de semana, mejor, así acabo el curso de Doulas, que sólo queda un módulo…” y como aguantaba, le decía… “pues si te parece bien,

aguanta ahora que acaba de fallecer el abuelo y así podemos estar con la familia…” y aguantaba… “y ya puestos querido mío, aguanta hasta este fin de semana que es el curso de Michel Odent…” ¡y aguantó! (El domingo, en el curso de Michel Odent expulsé de nuevo tapón mucoso, y nosotras nos reíamos diciendo que me iba a poner de parto y que al Sr.Odent no le quedaba más remedio que ser el padrino).

Así llegamos a la noche del 11 de Junio, tomando unas cañitas con unas amigas en Lavapiés… me entra un ataque de sueño… las 12 de noche, amigas, me voy a dormir. (Qué ilusa…)

Bajando por la cuesta noto una contracción, una culebrilla que se mueve. No termino de darle importancia aunque llegando al portal noto otra. Cuando llego a casa, decido no decirle nada a Marcos, ¿y si me ocurre como a otras muchas mujeres y me tiro con contracciones dos días? Mejor dejarlo estar… me voy a la cama.

A los pocos minutos me levanto, me noto extraña… la excusa perfecta para darme uno de mis baños. Otra contracción, sangro un poco, me río por dentro… mejor me cojo el móvil y así voy viendo cada cuanto son.

Me desnudo, desde que me quedé embarazada me encanta ir sin ropa… abro la ventana del baño, entra la noche… me meto en la bañera… me relajo… cuento las contracciones. Cada 9 minutos, cada 8, cada 7… así hasta cada 5… me sigo riendo, sé que esto no va a parar… creo que es hora de llamar a Marquitos.

Trato se salir de la bañera, pero cada vez que lo intento llega otra contracción… me entra un ataque de risa… ¿Qué hago? ¿Me pongo a chillar llamando a Marcos? Jajaja… acabo de ver el móvil, esa es la solución, llamaré a Marcos por teléfono, aunque se encuentre sólo a unos metros del baño…

¡imaginad el susto que se llevó!

Son las 3:30 de la madrugada, Marcos llega al baño con cara de sueño, le paso los materiales: teléfono móvil, rotulador y sobre del banco dónde estoy apuntando las contracciones… él, mientras tanto, va haciéndose a la idea de que no vuelve a la cama.

Cada 5 minutos, cada 5, cada 4, cada 5, cada 4 cada 4 cada 3 … a las 4:15 llamamos a Jero, mi matrona. Habla Marcos, le cuenta… le pide que le pase conmigo… esto me lo sé, quiere escuchar mi voz, saber cómo me encuentro… (qué bonita profesión, escuchar para saber cómo se encuentra una mujer, palpar la tripa para saber la posición del bebé). Me pongo al teléfono, sé lo que me va a decir: “te escucho tranquila… llámame cuando creas que debo ir”.

Estoy tranquila, tal vez demasiado… las drogas que tan sabiamente produce mi cuerpo empiezan a hacer efecto… me encanta… quiero dejarme ir pero antes debo cerrar unos asuntos.

Llamo a Ali, la amiga que había elegido para acompañarnos, para darle el relevo a Marcos si hiciese falta, para hacer fotos si me notaba bien y sobretodo, para entender mis señales… Son las 4:30, hacía tres horas que me había despedido de ella en Lavapiés… “Ali, ¿Qué haces?” “Pues aquí, esperando que ocurra algo para no meterme en la cama” “Pues vente pa’cá que Ibón está llegando”

Marcos llama a su hermano y padrino de Ibón… él también había sido elegido para acompañarnos… tenía 4 horas y media de viaje porque vive en los Pirineos… siendo primeriza seguro que le daba tiempo… Marcos había colocado ya el colchón grande en el suelo del salón, y ahí estaba yo esperándole cuando me confirmó que todas las llamadas estaban hechas… ya me puedo dejar ir… rompo aguas en ese instante… me río… vamos corriendo al baño para ver el color de las aguas. Como estaba manchando en cada

contracción me había puesto una compresa la cual había absorbido casi todo el líquido amniótico, que era claro.

A partir de este momento no recuerdo nada… hay imágenes difusas… Marcos llama a Jero y le cuenta las novedades… yo llevo ya unas cuantas contracciones después de haberse roto la bolsa… y en todas ellas mi cuerpo está empujando… yo no entiendo nada… ¿no se supone que lo del pujo involuntario viene mucho más tarde?. Recuerdo que se lo pregunto a Jero por teléfono: “Jero, ya estoy empujando, bueno yo no hago nada, es mi cuerpo el que empuja… ¿es eso normal?” y su maravillosa respuesta: “Todo lo que te ocurra es normal, muy pocas veces hemos dejado que el cuerpo de la mujer actúe sólo”

Recuerdo que Jero y Ali ya están aquí, no recuerdo cómo han llegado. Jero le pide a Ali aceite de oliva, imagino que para hacerme un tacto… Ali trae una botella de aceite usado… yo me río y trato de explicarle dónde está el aceite limpio, pero me cuesta.

Me recuerdo vomitando desde el váter al suelo. Me recuerdo de nuevo en la bañera, Marcos me moja las partes de mi cuerpo que no están en contacto con el agua. Recuerdo cagarme en cada contracción. Recuerdo moverme con los ojos cerrados. Me agacho. Subo una pierna. Recuerdo agarrarme a Marcos,

que esperaba sentado en el bidet a que llegase otra contracción y ponerse en pié como un resorte para que yo pudiera agarrarme a su cintura y dejar que la contracción pasara por mí. Recuerdo morderle en la tripa… (en la siguiente contracción ya había una toalla puesta estratégicamente). Recuerdo estar los dos solos en el baño. Recuerdo el paso a la respiración-soplido que sale desde lo más hondo… yo me había imaginado soltando ese grito animal que sale de las entrañas como muchas habían descrito… pero no, yo respiraba más bien como una leona marina (aclaro que no he tenido el gusto de conocer a ninguna ni saber cómo respiran).

Recuerdo pasar mucho tiempo en el váter, tocarme con los dedos la vagina y el periné, recuerdo la sensación húmeda y ligeramente pegajosa en mis dedos, saber qué eso que tocaba era la cabeza de Ibón… Y todo esto…tan difuso…

Recuerdo que Jero entra en el baño y que le dice en voz bajita a Marcos que notaba que mi respiración era distinta y que le gustaría ver cómo va todo.

Recuerdo que me toca despacito y yo me siento en el escalón del baño…contracción…Jero espera tranquila, y después, muy cariñosa me mira y me toca… 9 centímetros. Son las nueve de la mañana. Ibón esta en las puertas. Desconecto de nuevo. Me recuerdo de rodillas apoyada en la bañera, recuerdo tocarme la abertura, subir una pierna, bajarla… jugar con el movimiento de mi espalda. Recuerdo a Jero poniendo una toalla en el borde de la bañera para que apoyara la cabeza. Recuerdo un circulo de fuego, en cada

contracción mi cuerpo cambia el empuje…ahora sé que no queda nada… las contracciones vienen en oleadas de tres, yo sigo respirando como una leona marina… otra oleada, si no es en esta me muero, me voy a partir… ¡no! Paula, esto quiere decir que Ibón ya está aquí, sólo queda un poquito más… siguiente

oleada, su cabeza ha salido…siento que todo se relaja… sé lo que viene ahora, saldrán sus hombros y su cuerpo detrás de ellos rebosando líquidos, lo podré coger, abrazar, oler… mirar…

Jero me lo ha puesto debajo, entre mis piernas… yo lo cojo, me siento en el suelo sobre unas toallas… le miro…

Sólo estamos él y yo… recuerdo que pienso o digo algo sobre que Ibón sabía el camino, que yo en realidad no había hecho nada… no recuerdo haber tenido dolor, no recuerdo haber tenido miedo.

Ya está aquí, húmedo entre mis brazos… demostrando al mundo entero lo que ya sabíamos: que el bebé nace cuando tiene que nacer, que sabe perfectamente lo que tiene que hacer… que si a su madre la dejan tranquila, si confían en ella, en su animalidad… nada tiene por qué salir mal. Demostrando lo que ya sabían nuestras abuelas y sus abuelas: que no hacen falta cortes, ni goteros, ni potros, ni básculas frías y duras, ni aspiraciones, ni pinchazos, ni drogas, ni… Tengo ganas de salir a la ventana y chillar a los 4 vientos: ¡¡Ibón ha nacido en casa, el parto es mío, y suyo y de todas las mujeres que saben que se puede!!

Estamos en el salón… Acaba de llegar Pichi, mi cuñado y padrino de Ibón… media hora tarde… pobrecito, nadie imaginaba un parto tan rápido… Marcos corta el cordón a los 20 minutos, cuando ya ha dejado de latir… la placenta tarda 2 horas y media… dos horas y media en las que yo me había olvidado de

la placenta, 2 horas y media sangrando con cada contracción… a mí todo me daba igual… Jero me decía que la visualizase, que si no salía pronto tendríamos que ir al hospital… la placenta salió, enorme e intacta y Jero me puso una vía de oxitocina (creo) para que el útero volviese cuanto antes a su sitio… recuerdo un rato de malestar, como dolores de regla… y un vaso de zumo de frutas con placenta… qué rico me supo…

Después Jero me trajo la placenta y yo jugaba con ella mientras me explicaba qué era cada parte…

Hacía un calor insoportable. Taparon las ventanas del salón para que no entrase el sol… y así nos tiramos tres días, en nuestra guarida, compartiendo el regalito con las personas elegidas… pasados 5 meses todavía tengo la sensación de estar en mi guarida.

Ibón pesó 3 kilos 100 gramos. No sabemos lo que midió. Tardó 12 horas en agarrarse bien a la teta, y ahora no la suelta. Es la mejor de las sensaciones…

Hasta aquí la primera etapa del viaje de Ibón… el resto de etapas será él quien las vaya escribiendo en su propio cuaderno de vida.

Quiero dedicar estas páginas a nuestras familias, que nos apoyaron desde el principio. También a nuestros amigos, los que confiaban y los que no. A Génesis por darnos sabiduría y cariño. A Ali, a Jero y a Pichi, por recibir a Ibón con tanto amor… a nuestras madres que nos parieron… a todas las mujeres de la historia por enseñarme que se puede parir sin drogas…a mis hermanos del alma: Ana y Dani, por estar a mi lado a pesar de la distancia. .. a mi querido Marquitos, por acompañarme en mis maravillosas “locuras”, por haberme hecho madre… a nuestros gemelos por enseñarnos a decir adiós…

Pero sobretodo, estas páginas se las dedico a las mujeres de El Parto Es Nuestro, porque luchan día a día para que partos como el mío sean una realidad, para que las mujeres tomemos el poder que se nos ha robado… el poder de parir. Porque me emocioné hasta el infinito cuando me senté al ordenador y os escribí: “El parto ha sido mío”… porque este parto también ha sido vuestro.

R0006