Esta es la historia de mi parto en casa...
Me llamo Diana, tengo 31 años, mi primer parto fue en un hospital hace de 2 años y 5 meses en el que nació Candela, mi pequeña princesa y éste es el relato de una parte muy importante de mi vida, en el que nació mi segundo hijo hace hoy 1 mes y medio en un parto natural, en casa, en un pueblecito de Madrid, con la única compañía de su familia y el ginecólogo que nos asistió, una experiencia increiblemente maravillosa para la que no quiero que el tiempo permita el olvido, por ello aquí la expongo con todo detalle y porque si un día Chema quiere conocer cómo fue su llegada al mundo pueda hacerlo.
El día 25 de marzo de 2010 era mi FPP según las cuentas de los ginecólogos, pero ese día llegó y yo seguía sin ponerme de parto, tenía una cita en monitores para hacerme un registro en mi hospital de referencia. Fui, me lo hicieron y a su vez quisieron ya programar fechas para inducirme el parto. Salí muy disgustada del hospital por varios motivos, sobre todo por el trato que allí recibí y me fui con la firme convicción de que tenía que hacer algo al respecto, ya que no pensaba volver por ese hospital y hasta que no decidiera un lugar para parir en el que me encontrara segura mi bebé no iba a salir. De eso estaba segura. No contaba con mucho tiempo pero aun podía hacer algo, necesitaba buscar un lugar, y ese lugar yo deseaba que fuera en mi casa, así lo idealizaba, que mayor intimidad que en tu propia casa, con los tuyos, en tu espacio...no me veía de otra manera. Había leído historias de partos en casa y visto vídeos y me daba mucha envidia, tenía terror a volver a pasar por la experiencia del hospital que viví en mi primer parto. Mucha gente me ha hecho comentarios al respecto con un poco con extrañeza porque siendo yo enfermera y trabajando en un hospital que no quisiera ir a parir allí..., pero claro eso no implica que yo apruebe todo lo que en ellos ocurre...
Me fui a casa un poco agobiada y hablando por teléfono con mi marido contándole todo, él se dio cuenta que algo teníamos que hacer porque me vio realmente mal y estaba ya de 40 semanas, menudo plan. Ese mismo día hablé por teléfono poco después con Emilio por primera vez, fue muy tanquilizador, lo primero que hizo fue recalcular mi FPP que resultaba ser el 28 de marzo, aun faltaban 3 dias, (me repitió varias veces esa fecha recalcando que ese era el día más probable que fuera mi parto, que curioso, no se equivocó). Esa conversación telefónica fue como un bálsamo para mi después de las "peleas" que había tenido hasta entonces con los demás ginecólogos. Me preguntó y a la vez propuso si me había planteado parir en casa, que si me lo había planteado?!!! si supiera lo que yo deseaba que fuera así...pero necesitaba contar con el apoyo de mi marido que hasta la fecha no lo tenía totalmente, él, como tanta otra gente tenía sus reparos al respecto y con mi única argumentación a favor no le era suficiente para sentirse tranquilo.
No costó mucho que cambiara de opinión y esa misma tarde fuimos al Centro Urdimbre y allí decidimos que tendríamos un parto en casa, que feliz me sentí aquella tarde, tenía tantas ganas de que mi parto fuera así...se produjo un cambio muy importante en mi cuerpo a partir de ese momento, me relajé, disfrutaba cada sensación, dejé fluir la energía y las hormonas dentro de mí y le dije a mi bebé que ya estábamos preparados, ahora sí, que cuando el estuviera listo mi cuerpo dejaría que viniera al mundo de la mejor manera posible, yo iba a dejar a mi cuerpo hacer, él me guiaría. Decidimos no contar a nadie esta noticia y ya les avisaríamos cuando hubiera nacido, no queríamos andar con discusiones que al fin y al cabo era una decisión nuestra y no íbamos a cambiarla, así que para evitar preocupaciones posibles, porque sabíamos lo que nos iban a decir, no dijimos nada absolutamente a nadie. además nos hacía ilusión tener este secreto durante un tiempo que tampoco iba a ser mucho.
Esa tarde la visita con Emilio fue muy breve porque tenía que salir de viaje a Gijón para asistir otro parto así que el mismo sábado 27 de marzo hablamos por teléfono para quedar al día siguiente, domingo, en casa para "preparar" el acontencimieto, el volvería esa noche a Madrid. Estábamos un poco justo de tiempo y no se podía arriesgar a dejar la cita para la siguiente semana. Como no se encontraba en Madrid me dijo que le llamara por teléfono si ocurría cualquier cambio, yo le dije muy tranquila que sí, y que nos veíamos el domingo a las 12h, como habíamos quedado, que no hacía falta que volviese antes (me preguntó si hacía falta que cogiera un avión para llegar antes) pero yo le dije muy tranquila que no notaba nada raro en mi cuerpo, las contracciones de todos los días y la felicidad propia del momento, estaba muy enérgica, me puse a plantar unas lechugas en el jardín, me sentía con gran vitalidad. Así quedó la cosa.
Pasamos el día del sábado muy felices, estábamos muy ilusionados y mi marido muy contento de verme tan tranquila desde que habíamos tomado la elección de parir en casa, físicamente yo me encontraba fenomenal, había estado hasta el día anterior practicando yoga y yendo a clases de baile para bebés con mi hija de 2 años. Desde el jueves yo estaba muy muy feliz, emocionada, no sé, en los últimos meses había tenido bastante insomnio con todo el tema del parto porque no encontraba lo que quería, sabía que no quería ir a un hospital a pelearme con el sistema y revivía una y otra vez mi anterior parto, pero desde ese día se me quitó el insomnio de golpe y todas las tensiones que tenía, habíamos tomado la decisión con la que yo fantaseaba desde el principio de cómo querría que fuese mi parto, no me lo podía ni creer, que nervios también. Iba a saber lo que es parir! iba a traer yo a mi hijo al mundo, al que llevaba 9 meses esperando, sintiéndolo crecer y moverse dentro de mí, es algo tan único. Necesitaba pasar por esto, lo llevaba anhelando todo el embarazo, necesitaba saber lo que es parir, demostrarme que soy capaz, que soy mujer y puedo hacerlo, tenía que recuperar la seguridad que había perdido en mí, lo que me arrebataron en mi primer parto.
Volviendo a la historia, esa tarde de sábado 27 de marzo quedamos con unos amigos para merendar en su casa, a eso de las 7 cuando nos estábamos vistiendo noté una presión fuerte en la pelvis, pensé que el bebé se encajó en ese momento. Avisé a Fabio (mi marido), que a lo mejor teníamos que volvernos pronto a casa porque el parto estaba cerca, le conté lo que acababa de pasarme, sentí como se acoplaba en la pelvis, algo nuevo. Justo antes de eso me hice unas fotos de mi barriga en el espejo, estaba muy orgullosa de ella, me gustaba mucho verla y acariciarla (me pasaba el día tocándomela) y me hice estas fotos para guardarlas como recuerdo de despedida ya, en mi interior sabía que eran las últimas fotos del embarazo.
Estuvimos con nuestros amigos y mi hija Candela tranquilamente unas horas disfrutando, haciendo merienda-cena y bromeando, nos tomamos una ensalada de rúcola y a mi amiga le daba miedo que yo la comiera porque según le habían dicho la rúcola producía contracciones, y yo pensaba si si la rúcola va a ser la responsable de lo que se avecina...pero no dije nada, en ese momento tampoco tenía contracciones diferentes a las de los demás días, y a eso de las 22h nos volvimos ya para casa porque teníamos que acostar a la niña.
Cuando llegamos a casa Fabio se fue a dormir a Candela y yo me quedé por casa recogiendo un poco,. Me entraron muchas ganas de hacer caca, notaba una fuerte presión en la parte baja pero al ir al baño y estar apretando un rato vi que no podía, hacía fuerza y notaba presión, como que tenía al bebé en medio y la sensación de que si apretaba le iba a empujar, era un poco raro eso que me pasó, y me pasé por lo menos media hora en el baño apretando con cuidado y sin conseguir hacer deposición. A las 12 mas o menos nos acostamos los dos. De repente al irme a la cama empecé a notar contracciones un poco más fuertes que las que tenia durante el día (las que notaba siempre de Braxton Hicks) pero eran como las que ya había tenido otros días, esto ya me había pasado más noches, sobre todo los días que tenia yoga o hacie baile con mi hija, que era cuando tenía mayor actividad física, así que por esas contracciones que sentí tampoco sabía si el parto sería esa noche o al día siguiente, lo diferente había sido la presión en la pelvis, porque no se me quitó, suponía que todo esto eran los pródromos pero no me puse en alerta, pensaba que quizá sería al día siguiente, que podía llevar tiempo porque las contracciones no eran muy fuertes ni duraban mucho, al menos eso me parecía y por la noche quería dormir...tenía tanta obsesión por descansar y estar fuerte para cuando llegara el parto que me dije, no ahora no puede ser ya, primero hay que dormir, y Fabio me hizo un masaje en la espalda para calmar las contracciones y ayudarme a relajarme que realmente me relajó porque enseguida me quedé dormida muy a gusto, algo raro en mí, porque otras noches daba más vueltas hasta encontrar la postura.
A las 3:30 a.m. Candela se puso a llamarnos llorando como cada noche según venía haciendo en los últimos meses, fue mi marido a consolarla, lo que ya implicaba quedarse con ella el resto de la noche, y yo, ya que nos había despertado me levanté para hacer pis. No quería despabilarme mucho para seguir durmiendo... estaba tan plácidamente dormida, ni abrí los ojos para ir al baño, cuando volvía otra vez para la cama de pronto me dio una contracción como las de por la noche (oh oh, pensé, se acabó el plácido sueño que yo esperaba y ahora no me puede hacer ningún masaje Fabio como el de antes, bueno voy a relajarme yo solita y a seguir durmiendo), me decía bah! no es nada, y cuando voy a la cama me vuelve a dar otra y aunque intento dormirme y no hacer caso a las contracciones parece que éstas ultimas han sido un poco más fuertes y así está claro que no me duermo. Ya lo que intento es mentalizarme de que va a ser una noche de insomnio y que tumbada no podía estar por lo que me levanto para distraerme con algo, visto ya que no me iba a dormir, pero tampoco se muy bien que puedo hacer porque las contracciones no paran, son bastante más seguidas y cada vez con mayor intensidad, respiro con fuerza y se pasan mejor, ya empiezan a doler, pero no digo nada, sigo respirando, me empiezo a poner contentilla, ya pienso que está muy cerca el gran momento, aunque pienso que aun pueden faltar muchas horas, no miro al reloj, voy cambiando de postura y deambulando por la casa, me siento en un sofá parece que pasa mejor, me siento en el ordenador a ver si me distraigo un rato con internet cuando de pronto me doy cuenta de la hora que es y de lo que está ocurriendo, paso del ordenador, no puedo ni mirar la pantalla pero solo veo una cosa que me hace reaccionar, son casi las 5 de la mañana, porque esta noche han cambiado la hora! ni me había acordado, que alegría! es como que me he saltado una hora de contracciones pero por otro lado veo que es muy pronto para llamar a Emilio, porque cada contracción que pasa voy dándome cuenta que son muy seguidas y esto se está acelerando, como habíamos quedado al día siguiente a las 12 yo estaba pensando a ver si relajándome un poco esto va despacio y podemos esperar a la mañana, pero cuanto mas me relajaba más rápido venían las contracciones y mas descargaba oxitocina, ya eran muy seguidas, no paraban, empecé a dar vueltas por la casa como podía, estaba buscando inconscientemente mi lugar para parir, aun no sabía donde me quedaría, cogí la pelota de pilates que estaba en una habitación y allí estuve un buen rato sentada balanceando la pelvis y respirando muy concentrada en el dolor cuando venían las contracciones, en ese momento estaba ya en otro mundo, esto debe ser lo que llaman el planeta parto!, con mi respiración, con la pelota...necesitaba algo de luz, pero que fuera muy suave, que mantenga este ambiente tan íntimo, tan seguro, tan mío, me voy hacia nuestro dormitorio, ahí siento que estoy en mi guarida, hay mucho silencio, espero que pase la contracción, enciendo el humidificador que tiene una luz azul, pero no me gusta, hace un poco de ruido, y quiero silencio, otra contracción, me siento en la pelota, se pasa, busco una vela, otra contracción, para, respiro fuerte sentada en la pelota con movimientos hacia delante y hacia atrás, me gusta, sí, es fuerte y duele pero me gusta vivirlo, siento todo, lo voy sintiendo poco a poco, el dolor sube sube sube sube hasta un punto fuerte en el que me duele la parte de las ingles y baja baja baja hasta dejar de sentirlo por completo, me dejo llevar, el bebé me llama, está cerca, hoy va a nacer a través de mí, las contracciones lo van acercando a la salida, vuelve otra contracción, me gusta lo que siento, me siento animal, todo lo está haciendo todo mi cuerpo solo, yo no hago nada, nadie me hace nada, voy a buscar un mechero para encender la vela, se que tengo uno guardado para eso pero ya me cuesta moverme porque son muy seguidas y no me da tiempo a dar ni dos pasos cuando tengo otra, no he mirado el reloj, no las he medido, casi no abro los ojos me muevo más a tientas por la habitación. Sigo sintiendo cada momento, otra contracción, respiro fuerte, duele más cada vez pero lo controlo bien, mi cuerpo lo controla dejándome llevar, se pasa, en ese momento pienso que no necesito a nadie, que quiero seguir yo sola viviendo estas sensaciones, me siento poderosa, no me apetece avisar a mi marido ni a nadie, me creo capaz de traer al mundo a mi hijo yo sola en este espacio en el que estoy tan acogedor para mí, sin prisas, cómo y cuando quiera venir...me quiero seguir dejando llevar.
El ambiente está perfecto para mi, estoy en mi guarida, me siento muy segura, he puesto una vela en la habitación y otra en el cuarto de baño al que voy de vez en cuando entre contracción y contracción con gran esfuerzo porque me entran ganas de hacer caca, o eso me parece, pero no consigo hacer nada. Paso alguna contracción sentada en el váter, también estoy a gusto así, bastante a gusto, me quedo un buen rato, no se cuanto, luego vuelvo a la habitación y pruebo mas posturas, pruebo a tumbarme en la cama y esa es la peor de todas, ni boca arriba ni de lado, me duele mucho, en ese momento pienso en un hospital y en mi anterior parto que me obligaron a no moverme de esa posición, me horroriza la idea. Me pongo a cuatro patas en la cama y así mucho mejor, muerdo la almohada, y no se por qué en una contracción interrumpo la respiración con un gemido, entonces me duele más, es como que me he desconcentrado o algo así pero rápido vuelvo a entrar en donde estaba antes y vuelvo a dejarme llevar, si lo interrumpo y corto el ritmo el dolor es realmente muy fuerte, pero si me dejo llevar por lo que me sale sin pensar lo aguanto bien, sigo en mi mundo pero en un momento de lucidez o de realidad no se, pienso con un poco de frialdad que debería avisar ya a mi marido el cual no tiene ni idea de que ya estoy de parto y que también tendríamos que llamar a Emilio que está bastante lejos de donde vivimos, aunque me da un apuro tremendo llamar a esas horas pero si me espero a las 7 o las 8 de la mañana igual no da tiempo.
Así que voy a la habitación de mi hija y le digo a Fabio sin más -tenemos que llamar a Emilio porque tengo contracciones muy seguidas, a lo que él se levanta tan tranquilo, no me dice nada, no le veo ni la más mínima reacción, como si le hubiera dicho cualquier cosa de todos los días, los dos tan tranquilos no nos decimos nada, no sé por qué reaccionamos así, ahora lo pienso y me hace gracia, yo estaba super tranquila pero creo que él estaba intentando aparentar toda la tranquilidad del mundo aunque en el fondo estaba algo más nervioso. Coge mi móvil y llama a Emilio, le dice que me he puesto de parto, entonces hablo yo también con él y lo primero que le digo con gran apuro es que me disculpe por llamar a esas horas, el me responde con tanta amabilidad y con ilusión en su voz por la noticia que me entran muchas ganas de que venga ya a casa con nosotros, luego me viene una contracción y le paso el teléfono a Fabio porque no puedo seguir hablando, oigo que hablan de la frecuencia, Fabio dice que son cada dos minutos, yo digo que no que tan seguidas no son, pero él me estaba cronometrando y lo dice con toda seguridad, no me lo puedo creer, si son tan seguidas esto marcha muy bien!!, le explicamos a Emilio como venir a nuestra casa, hay una hora larga de camino, eso conociéndolo...
Sigo en la habitación con las contracciones y al poco aumentan bastante en intensidad, ya no respiro fuerte, lo que hago ahora es empezar a emitir unos alaridos mezcla entre grito de tarzán y cantos gregorianos, aaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, muy fuerte, no controlo nada, lo que me pide el cuerpo, no he gritado así en mi vida. Mi hija está durmiendo, no se como no se despierta con esas voces, no lo entiendo, eran alaridos muy animales, pero no soy dueña de mí, no puedo ni quiero controlarlo porque entonces el dolor no lo aguanto, tengo que dejarme llevar, tampoco quiero que me toque Fabio, en un intento que hizo de acercarse cariñosamente le aparte con las manos como a una mosca (pobrecito), el sigue ahí cerca de mí, dispuesto a hacer lo que yo le pida, quiere ayudarme, aunque no le veo, pero se que está, no abro los ojos apenas, tengo recuerdos un poco difusos de aquellos momentos, se que me gustaba que estuviera ahí pero que no me tocara, aunque en algún momento creo que si me apoyé en el para cambiar de posición, de pronto empiezo a tener mucho frío, le pido que encienda la calefacción, me dice que está puesta, le pido que la suba aun más que tengo mucho frío. Voy otra vez al baño a hacer pis y de paso quedarme un poco sentada en el váter cuando veo que he manchado un poco de flujo sanguinolento, me pongo contentísima por eso, se que mi niño está cada vez más cerca, ahora sí, estoy muy emocionada, se que esa mancha es porque está empujando! está bajando! recuerdo cada instante con una emoción que según lo escribo ahora me estremezco, es algo tan intenso en su totalidad que no he podido vivir nunca nada parecido.
Al poco salgo del servicio y sigo teniendo frío, me subo a cuatro patas a la cama y me tapo con el edredón, paso un poco ahí pero son tan fuertes las contracciones que no sé que postura es mejor, me bajo y me quedo de rodillas apoyada en la cama. No sé qué hora era cuando suena mi móvil y oigo a Fabio que está hablando con Emilio, le escucho algo de la R3, no me suena muy bien, para venir a nuestra casa es por la nacional 2, el GPS le ha mandado por otro sitio...en ese momento me pasa por la cabeza que igual no da tiempo a que llegue, que voy a intentar esperar pero no sé si podré. Me quedo un poco más en la habitación pero el frío no se me pasa y las contracciones son muy muy intensas, me empiezan a flaquear las piernas le pido a Fabio que me prepare un baño caliente con la idea de que así podré entrar en calor y me aliviará también el dolor, realmente es lo que me apetece, meterme en la bañera. No tengo mucha noción del tiempo pero recuerdo que fue como dicho y hecho, al momento estaba listo el agua. Que gusto cuando me metí!, sentí el calorcito por todo el cuerpo y no sé si sería la sensación o que si era así me parece que las contracciones empezaron a ser menos seguidas, pero la intensidad era bestial, yo seguía con mis gritos que me salían de lo más profundo de mí, y no me explico como mi hija podía seguir durmiendo, creo que estaba empezando a empujar, no puedo recordarlo con total exactitud todos los detalles como me gustaría, pero creo que mi cuerpo estaba empujando. No recuerdo que Fabio estuviera en el baño, días después supe que andaba subiendo y bajando las escaleras una y otra vez a toda velocidad mirando a ver si veía llegar a Emilio. .
Enseguida se asomó al cuarto de baño y me dijo que ya había llegado, me saludó prudentemente y muy contento, manteniendo ese clima que había en casa, lo primero que dijo fue comunicarnos con mucha alegría que muy pronto íbamos a tener a Chema con nosotros, y que al parecer el sitio que habíamos elegido para nacer iba a ser en la bañera, aquellas palabras me dieron mucha fuerza, también me dijo que ahora iba tener unas contracciones mucho mucho más intensas pero que serían las últimas, iba todo perfecto, me dijo que escuchara a mi cuerpo y me dejara llevar, que hiciera lo que me pidiese, así lo hice, y aunque fue poco lo que habló me dijo las palabras exactas, justo lo que necesitaba oír, creo que ahí empecé a empujar, tras una o dos contracciones noté que salía un chorro de líquido caliente entre las piernas, acababa de romper la bolsa! otra sensación completamente nueva que pude experimentar (en mi anterior parto por supuesto me la rompieron para la monitorización interna, era parte del lote), fue como un jacuzzi, y me pareció que salía mucha cantidad, que impresión,
Emilio me dijo que si quería tocar yo a ver si notaba la cabeza, y lo hice, Dios, estaba ahí mismo!! noté una cosita redondeada y untosa, era la cabeza de mi niño! no me lo podía creer, estaba ocurriendo todo muy deprisa. Nadie me había hecho ningún tacto, fui yo la única que lo hice y la primera que toqué a mi hijo, recuerdo eso como algo tan especial, me sentía genial, tan respetada, con toda la intimidad del mundo, estaba disfrutando al máximo de todos los momentos, estaba gozando de mi parto. Otra contracción después a la vez que noté bajar más la cabecita volvió a salir otro chorro de líquido caliente, sentía que Chema estaba ahí mismo, enseguida le íbamos a conocer, íbamos a poder ver su cara. Es uno de los momentos de mayor expectación que he podido sentir en mi vida.
De pronto Candela se despertó, eran las 7 y algo, la hora a la que se despertaba todos los días, lo primero que pensó Fabio fue en acercarla a casa de su madre que viven muy cerca, pero nos sugirió Emilio que se quedara, que sería muy bonito. Los niños se asustan si nos ven a nosotros asustados, y es así, Candela no se sorprendió nada de lo que vio, (al contrario que nosotros que sí que nos sorprendimos de su comportamiento tan normal, tan natural) me vio metida en la bañera y su primera reacción fue querer meterse conmigo, pero se lo pensó mejor y dijo que no, a todo esto cuando me venía una contracción yo seguía con mis gritos animales y Candela tan tranquila, dijo "uuuuui" con tono de guasa, luego se puso a jugar y se asomaba un poco a la bañera, estaba a lo suyo como es ella, de vez en cuando reclamándonos atención, o pidiéndole a Emilio unos guantes para jugar cuando le vio a él que se puso unos, como si le conociera de toda la vida. Es impresionante como reaccionan los niños, y como los adultos pensamos que van a actuar de otra forma, como viven de natural lo que es natural...
Yo seguía con las contracciones que eran un poco más espaciadas y le hablaba un poco también a mi hija, lo que podía porque enseguida empezaba a empujar otra vez con todas mis fuerzas, de una manera muy animal, los alaridos que emitía no creo que fuera capaz de hacerlo bajo ninguna otra circunstancia, el propio cuerpo lo pedía, necesitaba empujar y ya estaba notando que asomaba un poco la cabeza, el final estaba muy cerca, otra contracción más y ya iba a salir, notaba que me quemaba la vulva y también escocía, pensé que eso sería el “aro de fuego” del que había oído hablar, con las manos sujetaba un poco su cabeza para no sacarla de golpe demasiado deprisa y también me masajeaba por así decirlo un poco los bordes de la vagina, al pasar la contracción escondió un poquito la cabeza, creo que ya fue en la siguiente cuando empujé con muchísima fuerza y la asomó otra vez, seguí empujando como nunca había hecho, rugiendo de manera muy salvaje, estaba demostrando mi poder, ese momento era mío, empujé un poquito más y ahí estaba, ya por fin salió, tan redondita la cabeza entera, noté un alivio inmenso. Al mirarme entre las piernas la vi dentro del agua mirando hacia abajo, con el pelo ondeando que no se me ocurrió otra cosa que decir "¡cuanto pelo tiene!", y ahí estaba mi niño respirando aun a través del cordón, iban a ser sus últimos momentos así porque enseguida se giró, me vino otra contracción empujé más, salieron los hombros que también dolía como para pasar la cabeza y después el cuerpo a gran velocidad como un pececillo escurridizo lo cogí con las manos y lo saqué hacia arriba, fuera del agua, nada más salir oímos su voz, lloró con mucha energía y lo abracé, me lo coloqué encima de mi, que grande me pareció, que suavidad, enseguida calmó su llanto al apoyarlo en mi pecho y escuché como respiraba por la naricilla con suavidad, haciendo unos ruiditos, estaba maravillada, no podía creerme que lo hubiera hecho, que había parido en casa yo sola a mi hijo, era un gran deseo hecho realidad, le tenía en brazos, la cosa más suave y que mejor huele, cuánto amor había ahí.
Candela estaba alucinada, se acercó a la bañera gritando: bebé!!!! pipaaaaaa!!!(que es tripa), y se reía muy contenta y con gran sorpresa, recuerdo con gran emoción como miró a su hermano la primera vez, con que ojos de curiosidad y lo contenta que estaba. Cómo repetía una y otra vez lo de bebé y "pipa". Ya sabía que dentro de la tripa de mamá había un bebé y pudo ver como salió, ojalá le quede algún recuerdo, tenía dos años y 4 meses en ese momento y no sé si lo recordará, lo que si que creo que para su desarrollo y crecimiento integrará esta experiencia como algo más de la vida, una parte más, algo natural y fisiológico y no crecerá con los miedos que muchas mujeres tienen hacia el parto por los horrores que les han transmitido otras mujeres principalmente, o al menos eso espero.
Minutos después de tanta euforia pregunté la hora, no tenía ni idea de cuanto tiempo había pasado, ni si era de noche o de día, eran las 7:45 a.m. realmente había sido poco tiempo en total, 3 horas y media, estaba empezando a quedarme fría en el agua y quise salir, aun no había expulsado la placenta, me levanté con ayuda de mi marido y de Emilio y me senté en la taza del váter cortamos el cordón que ya no latía e inmediatamente cayó la placenta dentro del váter, no me dio tiempo ni a tener una contracción (luego tuve unas cuantas, los dichosos entuertos que nadie habla de ellos y dolían un poquito...), estaba íntegra.
Me fui para la cama y me dio 4 puntos en un pequeño desgarro que me hice, no me molestaron nada los días siguientes, ni me acordaba de ellos, me parecía mentira, en el primer post parto sufrí horrores por la episiotomía que me hicieron y tenía muchísimo miedo durante el embarazo a la que me la volvieran a hacer, claro que hasta que no me fui informando me habían hecho creer que era una práctica necesaria y recomendable en la mayoría de las ocasiones.
Nos quedamos en la cama mi bebé y yo durante dos horas, enganchado a la teta desde que nos tumbamos, piel con piel, los dos desnudos, descargando oxitocina a tope, solos, felices. No dejaba de mirarle embelesada, tenía a mi hijo en brazos al que había traído yo sola al mundo, era todo tan perfecto que me costaba creerlo. Mi marido bajó con Candela a darle el desayuno aunque ella no quiso comer nada con tanta emoción.
Dos horas después lo pesamos, 3,650 kg, una hermosura, y 35cm de perímetro craneal, ápgar 10/10. Mi hija pesó 2,680 y tuvo un perímetro craneal de 33,5 y me la sacaron con fórceps...
Me sentía y me siento muy orgullosa de lo que he hecho, he podido vencer miedos que tenía, curar heridas sufridas, recuperar mi autoestima como mujer y sentirme mucho más segura, ahora disfruto cada día de mi maternidad, de lo que he deseado siempre, estoy disfrutando muchísimo de la lactancia a demanda (otra espinita más que tenía clavada, aunque por motivos muy diferentes y no por culpa de nadie) y en un mes y medio que cumple hoy mi hijo no nos hemos separado porque no quiero hacerlo. Porque lo estoy disfrutando muchísimo, y este tiempo me ha costado escribir este relato porque con los dos pequeños realmente me resulta complicado encontrar un rato en el que pueda dedicarme a escribir con algo de concentración.
Creo que Chema ha tenido mucha suerte de poder venir al mundo con tanta paz y tranquilidad, sin prisas, sin violencia, sin luces cegadoras (estaba a oscuras con la luz de una vela), sólo rodeado de mucho amor, no tuvo que sufrir tampoco ningún pinchazo (ni yo tampoco, ni una vía, ni sueros ni nada de nada), la vitamina K se la dimos oral, y creo que es tan tranquilo en gran parte porque su llegada al mundo ha sido así, creo que a los recién nacidos se tiene la mala costumbre de darles muchos pinchazos innecesarios en los hospitales. Le veo cada día lo sano que está, lo bien que se está criando y no hay nada en el mundo que me haga más feliz que mis dos hijos.
En el jardín de mi casa hemos plantado un almendro que se nutrirá con la placenta que allí mismo enterramos. El almendro lo compramos 12 días después del nacimiento y cuando desenterramos la placenta para cavar más vimos que aun seguía en buen estado, el cordón estaba blanco y seguía teniendo sangre roja, me quedé impresionada. Ni siquiera olía mal. Es un bonito recuerdo, aquel detalle me pareció muy especial.
No quiero acabar esta historia sin agradecer a las personas que han hecho que todo esto sea posible, en especial:
A mi queridísimo esposo, que me apoyó y confió totalmente en mi con la idea de parir en casa, y por cómo supo estar a mi lado en todo momento manteniendo la calma como siempre sabe hacer ante cualquier circunstancia, gracias por ser mi compañero en este viaje, por vivirlo juntos que hace que sea tan único, mi amor.
A Emilio Santos por hacer el maravilloso trabajo que hace, por ese don tan especial de saber actuar desde un segundo plano dando la seguridad de estar ahí y saber intervenir con tanta profesionalidad y delicadeza. Apenas le habíamos conocido y estuvo con nosotros como si fuera uno más de la familia.
A la asociación del Parto es Nuestro por todo lo que hace, porque me ha dado a conocer otras formas posibles de nacer, porque me sentí escuchada cuando lo necesité, por la valiosa labor que realiza y a las listas de los foros gracias a las cuales supe como podría tener un parto en casa y también me ayudaron muchísimo con las participaciones de todo el mundo en momentos de flaqueza y de dudas, gracias a toda la gente que está ahí ayudando día a día aportando su granito de arena, a veces con sólo unas palabras de ánimo se hace mucho. Y otras veces aportando grandes conocimientos y experiencias.
Y gracias a mi pequeña Candela, por haber podido disfrutar de su presencia en todo momento, por vivir el parto con nosotros, porque eso hizo que fuera todo mucho más maravilloso de lo que ya era.