Historia de Ana.
Soy cubana casada con un catalán y llevo viviendo en España un año y 5 meses, en ese tiempo véase el 22 de enero del 2006 fue mi última menstruación antes de saber que estábamos embrazados, digo así “estábamos” porque mi esposo lo ha vivido tan intensamente como yo, él tiene 46 años y yo 36, es nuestro primer hijo y ya imaginarán toda una locura a nuestra edad.
Pues aquí va la historia
Tan pronto faltó la menstruación de febrero de 2006 ya imaginábamos qué podía ser, al hacernos una prueba en casa de orina dio positivo pero esperamos hasta el mes de marzo para que lo diagnosticara bien un médico, todo fue maravilloso, nunca tuve ni un vómito, ni mareos, ni desmayos, solo los malestares matutinos que desaparecieron en el tercer mes. Hicimos una vida súper normal, nos fuimos de vacaciones a la Costa Brava, todo perfecto, ya al final mi esposo empezó a temer un poco, pues todos le preguntaban cómo había ido el embarazo y le decía que bien y después se alegraban pero acto seguido hacían historias de malos partos y demás.
Finalmente llegó el día, estaba diagnosticado que nacería para el 29 de octubre y un día después el 30 entré en el hospital, con mucho dolor por las contracciones, no expulsé ni el tapón mucoso ni rompí aguas, solo eran unos dolores tan fuertes que casi perdía el conocimiento, apenas podía respirar. Llegada al hospital me reconocieron y me dijeron que tenía tres centímetros de dilatación y que me pondrían la epidural, el dolor pasó y también el tiempo, cada hora venían las comadronas y la doctora que estaba de guardia esa noche a verme y continuaba la dilatación solo que no dilataba en el canal, solo era más abajo, con una dilatación de 9 centímetros y solo uno en lo más arriba donde estaba encajada la cabecita del bebé. Con 39 de fiebre y más de 18 horas ahí, decidieron a las 10 de la mañana del 31 de octubre hacerme la cesárea, aquello me cayó como un jarro de agua fría, me entraron unos deseos de llorar que no podía, pero me controlaba pues no quería que eso le hiciera mas daño a mi bebé, me prepararon y me llevaron de urgencia por la fiebre para el salón de cirugía. Llegado ahí me vio el anestesista y me dijo que me pondrían una anestesia que era un poco más fuerte que la de la epidural. Acabada de poner, siento encima de mí que ya estaban preparando el instrumental y todo lo demás y no veía lo que hacían pues ponen un paño verde delante para que no se vea nada. De repente, he dado una grito que imagino ensordeció a todos ahí. Me estaban abriendo la barriga sin que la anestesia hubiese cogido, ni tan siquiera esperaron, el cirujano decía que no podía ser que llevaba muchas horas con epidural y la otra anestesia ya debía haber cogido bien, en ese momento el anestesista me dice, trate de mover las piernas y levante las dos piernas, pero con un dolor horrible, sentía hasta la sangre caliente cómo me corría por los lados, pararon la cesárea y me dijo el anestesista lo siento, tengo que ponerte anestesia general, eso fue lo último que escuché un frío muy fuerte en la cara hasta que desperté, no tenía la menor idea de lo que había pasado. De repente sentí el llanto de un bebé y recordé por qué estaba ahí, empecé a llorar y a preguntar por mi bebé y me dijeron que estaba en la habitación con mi madre y con su papá, solo que habían pasado desde entonces 5 horas.
Cuando llegué a la habitación apenas podía abrir los ojos, de hecho mi esposo hizo algunas filmaciones que hoy las veo y no recuerdo nada de ello, tenía al niño a mi lado pero no podía ni mover la cabeza, me sentía completamente fuera de mí, y todo eso duró hasta 24 horas más tarde, no volví a abrir los ojos hasta el otro día o al menos eso es lo que recuerdo, aunque dicen que me pusieron al niño en el pecho y yo lo único que hacía era llorar desconsoladamente.
Finalmente salimos del hospital 4 días después y al cabo de 8 días de la cesárea fui a consulta con la comadrona para que me quitara las grapas, para sorpresa de todos la herida estaba abierta en una gran parte, habían cosido carne sobre carne, es decir, sobrepuesta, y la herida empezó a supurar pus y hacer las curas diarias hasta que cerrara completamente. Aún hoy, dos meses después, tengo medio abierta una parte de la herida. Unido a ello, cuando sacaban al bebé hicieron mucha fuerza y me lastimaron tres costillas de la parte derecha, lo cual me trajo la imposibilidad de darle el pecho al bebé durante un buen tiempo, pues los dolores eran insoportables, con solo respirar el dolor se multiplicaba.
Resumiendo, herida abierta e infestada, tres costillas dañadas y lo más importante, apenas podía coger al niño en mis brazos y darle el pecho, tenían que sacarme la leche con un saca leches ya que apenas yo podía moverme.
Como verán esta historia seguramente se asemeja a muchas que deben existir, algo tan hermoso y de tanta felicidad para una mujer, una pareja y toda una familia fue tirada a la basura, solo fueron dolores y preocupaciones.