Imprevistos al final del embarazo
Nunca es tarde
Tengo un recuerdo maravilloso del embarazo de mi hijo, quizás embellecido tras los años, al haber el único de mis 5 embarazos que ha llegado a término. Creo que al ser el primero lo disfruté sin miedos, sin expectativas excesivas, sin agobios. Viví cada fase con ilusión, y alegría, pero casi al final del embarazo me tuve que enfrentar con una situación que no es la más adecuada para una embarazada primeriza que se encuentra a algo más de un mes de su FPP.
Alrededor de la semana 35, planteé al ginecólogo que me llevaba el embarazo algunas dudas sobre el momento del parto. Hasta ese momento el tema del parto siempre quedaba “para más adelante” y no conseguía sacarle mucha información sobre su forma de actuar. Con todo lo que me había informado en los meses anteriores, ya tenía claro qué deseaba para mi parto y qué no, y le pregunté por el uso de oxitocina sintética, la libertad de movimientos, la monitorización, la episiotomía... y en una clase magistral, y con mucho aplomo y convencimiento, el ginecólogo fue exponiéndome su forma de trabajar justificando cada intervención de forma taxativa pero sin fundamento científico. Como ejemplo indicativo, el uso de la oxitocina sintética sí o sí, quedaba justificado a su entender, porque las contracciones durante el trabajo de parto se hacían “rítmicas”.
He de admitir mi desconocimiento total sobre la calidad terapéutica de unas contracciones “con ritmo” a la hora de facilitar la dilatación, a no ser que a la vez que dilatas estés pensando en participar en un concurso de foxtrot... Bromas aparte, aquella última visita con él, no me dejó mal sabor de boca, sino que me empujó a buscar una alternativa de atención al parto. Me abrió los ojos de una manera clara y precisa y lejos de achantarme me lancé a por el plan alternativo. Quiero recordar que yo ya tenía un tripón considerable y entraba en mis últimas semanas de embarazo, en las que mis objetivos tenían que ser estar tranquila, relajada, disfrutar de mis últimos días de embarazo, ir concentrándome en el parto, ir preparándome mentalmente para él. Y de repente, me vi teniendo que buscar cita con mi alternativa, planteando mis intenciones a mi nuevo ginecólogo e iniciando una preparación al parto muy diferente a la que había ya asistido y que después de dos sesiones había abandonado porque no me convencía en absoluto lo que allí me planteaban que iba a suceder durante el parto en el centro hospitalario en el que trabajaba mi ginecólogo.
Una vez hecho el cambio, me encontré liberada y de nuevo a la espera con mucha más calma y tranquilidad. Nunca me arrepentiré de esa decisión que tomé, a pesar de que mi embarazo estaba ya muy avanzado y para algunas personas de mi entorno era un error cambiar de ginecólogo a esas alturas. Y no tiene para nada que ver como acabó mi parto, para mí es irrelevante ese hecho, porque lo que sí que tengo claro es que fue la decisión acertada .
A lo largo de los años que llevo colaborando con EPEN he conocido a mujeres que se han encontrado con lo que me pasó a mí o situaciones muy semejantes, y que nos plantean su disyuntiva en las reuniones nuestro Grupo Local. Ginecólogo/a que deja que avance el embarazo sin dar información sobre su forma de actuar durante el parto porque “es pronto para hablar de eso”, o embarazadas que según avanza el embarazo se van informando y llegan a la conclusión de que su ginecólogo o el centro donde tienen pensado parir no es lo que realmente quieren. Y con un embarazo ya muy avanzado tienen que decidir qué hacer, si cambiar o arriesgarse a seguir con lo conocido, lo cual da vértigo y miedo.
He escrito todo lo anterior, para por un lado tranquilizar a las mujeres que se encuentren en esta encrucijada en algún momento de su embarazo, no es la situación ideal, pero tampoco es el fin del mundo, sobre todo si la decisión está meditada y se toma con convencimiento y nos va a deparar tranquilidad en vez de preocupación por lo que pueda pasar durante el parto; y por otro animar a las embarazadas o a aquéllas que buscan un embarazo a informarse y decidir con calma, para evitar las situaciones de stress innecesario en esa fase de la vida de una mujer que es un embarazo, y que puede llegar a ser maravillosa si sabemos disfrutarla sin miedos (y si las náuseas, lumbalgias, etc nos lo permiten... pero esa es otra historia).