La búsqueda del parto ideal
Hace unas semanas llegó Sylvana, fuimos padres por cuarta y por primera vez de una niña. Luego de una espera que parecía no terminar y una incertidumbre que estuvo presente todo el embarazo, la novedad de una niña y la búsqueda de un parto ideal.
Esta cuarta experiencia de embarazo y parto definitivamente queríamos vivirla diferente; después de tres cesáreas y experiencias no muy gratas con la eps e inclusive con la medicina prepagada y aunque con Juan Manuel y Emilio habíamos tenido mejores experiencias de parto, queríamos vivir algo mas nuestro, mas tranquilo, tomar decisiones mas asertivas y cercanas al amor y menos al miedo.
Cuál es el parto ideal? Quien es el mejor aliado para esto? Es retomar las maneras de hacer ancestrales la forma correcta para traer vida a este mundo? Dar a luz en entornos idílicos y naturales hace mejores seres humanos?
En búsqueda del parto ideal nos encontramos una vez más con las heridas de nuestro infancia, el desamor y el abandono que ante la presencia de un hijo en gestación brotan en los momentos que menos se espera.
El parto ideal sí ocurre cuando los padres se hacen dueños de su proceso, de su cuerpo y sobretodo cuando desarrollan amor propio. En nuestro caso, fue decir No más! Decir no más someternos a procedimientos innecesarios; no más intromisión de personas y cosas que dañen nuestro proceso de ser los padres y la familia que queremos incluso si esto viene de seres queridos; no más depredación familiar y social, porque cada ser humano nuevo en este mundo representa cambio. Cuando vivimos en dinámicas que buscan estabilidad, a costa del movimiento y el cambio, es opuesto a la vida. Estar vivo es estar también en desarrollo y movimiento continuo la quietud constante viene acompañada de la muerte. Decidirnos por la vida y protegerla a toda costa sacó muchas heridas, unas viejas y otras que estaban ahí y no sabíamos, fue también enfrentarnos a un mundo de mentiras y mitos que coinciden mas con tradiciones, supersticiones e ideales que muchos no podemos vivir, pero nos dieron fuerza para tomar decisiones, abrir nuevos caminos y encontrarnos con los aliados que hicieron del parto ideal posible.
Hoy pienso que el mejor aliado para que esto se de, es un equipo de personas que sepa lo que significa traer vida a este mundo, más allá de sus profesiones y su que hacer. Tener claro que la vida no solo se abre en un respeto de los ritmos, espacios e intimidad de la madre, el bebé y el padre sino también es estar en el momento de tomar decisiones con asertividad cuando la vida llegue a estar en riesgo. Tuvimos un equipo que dijo sí siempre, dispuesto a permitirnos tener una experiencia distinta, un parto respetado, donde nuestros tres hijos estuvieron presentes y también conociendo nuestras limitaciones, en mi caso tres cesáreas previas y trabajos de parto que nunca supimos si lo habían sido.
Así nos permitimos en un entorno clínico, con un ginecobstetra asertivo, responsable y ante todo respetuoso de nuestras decisiones y proceso, vivir durante 36 horas el trabajo de parto que no habíamos vivido con nuestros tres hijos, un proceso largo de mucha concentración, de felicidad por cada contracción y frustración porque se volvían espaciadas, de alegría por haber alcanzado los 5 y 6 cm de dilatación y desespero por durar en ese punto 12 horas, de entregarnos a inducir el parto y comenzar en serio a sentir dolor y sentirnos felices de estar cerca. Tocamos esa delgada linea donde los dolores producen vida y comenzaron a pasar el límite que el útero podía aguantar, la cicatriz se estaba abriendo y tuvimos que irnos a cesárea. Aunque no es lo que se espera de un parto ideal, para nosotros fue más de lo que pudimos imaginar. Gabriel mi esposo pudo estar presente todo el tiempo, recibimos a nuestra hija con la música de la sala de cirugía, al ritmo del pelo suelto de gloria trevy, sueltate el pelo de los hombres G y un ginecobstetra con gorro de superman; al salir, Sylvana estuvo en mi pecho, pudimos tocarla y besarla por un rato, cortaron su cordón umbilical cuando dejo de latir. Tuvimos a nuestra doula, que más que doula para nosotros, con mucho amor y entrega fue soporte y ayuda con nuestros hijos para que Gabriel estuviera en el trabajo de parto y parto, nos ayudó a estar con ellos ahí, yo pude concentrarme y estar tranquila sin tener que dejarlos en casa lejos de nosotros.
No pudimos recoger la placenta, ni tener parto en casa, ni parto natural, ni la música armónica y fue un parto ideal.
Nuestras bisabuelas, abuelas y la mayoría de madres nos trajeron al mundo en casa, con parto natural, tuvieron entre 3, 4 y hasta 18 hijos, sin embargo seguimos viviendo en guerra y el mundo carece de consciencia y compasión. Si ellas vivían en entornos ideales para la vida, porqué esos bebés solían dormir solos en sus cunas y llorar noches enteras hasta cansarse? Porqué a pesar de la violencia obstétrica y la cantidad de cesáreas innecesarias, hoy las madres y padres queremos lactar a nuestros hijos, promover la crianza con apego y hacer todo porque nuestros hijos conozcan el amor materno, paterno y familiar de manera más sana?
El embarazo y el proceso de gestación son femeninos, contener en nosotras la vida de un hijo para que en el momento del parto usemos todo nuestro masculino y parir con amor, fuerza, concentración y asertividad. El hombre por su parte entra en una fase mas contenedora y receptiva, saca su femenino para recibir al hijo, estar disponible durante todo el trabajo de parto, atender la subjetividad de la madre y el bebé, al igual estar alerta para actuar cuando sea necesario.
Algunas mujeres tenemos la cicatriz evidente en nuestro útero que nos ha dejado la cultura patriarcal, igualmente muchas mujeres incluidas nuestras amadas ancestras que traían esa misma distorsión de ser mujeres guerreras que pueden con todo, llegan a parir natural, bien, con toda su fuerza y creer que eso las hace superiores a los hombres, porque han pasado una prueba muy dura, para la cual solo las mujeres estamos hechas. Esta herencia de mujeres aguerridas, capaces de todo, dueñas de la vida y de los hijos ha excluido a los hombres de los procesos de creación y de vida; en estos tiempos no se trata de volver al pasado y hacer lo que hacían las abuelas sino de recuperar los valores básicos que contienen la vida, el amor, el respeto por los ritmos vitales, la importancia de la presencia del padre, entre otros. Para esto no tenemos necesariamente que estar en la naturaleza o hacerlo como solía hacerse en tiempos que suponen paz y armonía, es buscar el ideal que se acerque mas a nuestras condiciones actuales y encontrar aliados, porque dentro de ese sistema que ha experimentado e incluso abusado de su poder, también hay agentes de cambio que permiten que la vida suceda dentro del amor y el respeto.
Lo ancestral nos da mucha información para hacer muchas cosas hoy y también tiene mucho de superstición y mitos religiosos. La naturaleza es dual, puede dar y quitar; así tengamos el parto natural y todo sea idílico, esto no nos garantiza que seamos mujeres realizadas, que no castremos y no seamos las mayores depredadoras de nuestros hijos. Tampoco garantiza que los seres humanos crezcan sanos y pacíficos, eso depende de la crianza y la consciencia de los padres, entonces el parto se convierte en un factor que influye, pero no lo es todo.
La concepción, el embarazo y el parto de Sylvana nos trajeron amor, no ese amor rosado, lleno de fantasías y expectativas. Nos trajo amor propio, de ese que implica aprender a poner límites, pararse y tomar decisiones por el bien del presente, de ese que llena el corazón y el alma e implica sobriedad y concentración para llegar a celebrar la vida, ese amor que parece ser egoísta porque el bienestar propio se hace imprescindible y hace que nos queramos más en pareja y en familia, un amor donde además lo doloroso se convierte en potencia y en decisión.
Estamos llenos de agradecimiento con ese equipo de gente que hizo parte de este proceso, con la Clínica del country, las enfermeras respetuosas y amorosas, con nuestro ginecobstetra porque no solo nos reconcilió con la medicina sino también con la vida y con Veronica que nos dio un apoyo invaluable. El parto ideal fue este, liberamos la oxitocina que incluso hoy nos hace sentir que parimos natural; el olor de Sylvana ha inundado nuestra casa y nos ha enamorado a todos, su llegada ha completado nuestra familia y nos ha dado algo mas que maravilloso, una plenitud que aun no podemos definir.
Enara Amarillo.
Psicóloga y madre Colombia