LA CHISPA DE LUZ
LA CHISPA DE LUZ
El Sábado 5 de Mayo estábamos celebrando con la familia los 60 años de la madre de mi pareja, decidimos ir al Cap de Creus porque para nosotros es un espacio maravilloso que nos gusta visitar cada año.
Después de un paseo y de poder mojarnos un poco los pies, fuimos a comer al faro.
Allí empecé con molestias, eran pequeñas contracciones, una presión extraña que no identificaba (estaba de 31 semanas por lo tanto no contemplaba aún ninguna contracción). Llamé a la comadrona que me llevaría el parto en casa para preguntar que podía ser y nos convenció para bajar hasta Girona y así asegurarnos que todo iba bien.
De bajada hacia el Santa Caterina cada vez las contracciones eran más fuertes... Una tras otro iban subiendo de intensidad... yo sólo podía pensar en respirar como me había preparado para cuando el momento llegara. Respiraba y no paraba de decirle a mi pareja que estaba tranquila, que me sentía segura, que nuestro hijo o hija (entonces no lo sabíamos) sería prematuro pero que lo superaríamos.
Llegamos al Santa Caterina, teniendo que correr mucho por la autopista incluso pidiendo paso en los peajes. Una vez allí me hicieron un tacto y me dijeron que estaba de parto. Rompí aguas sólo entrar a quirófano y a partir de ahí todo fue muy rápido. El ginecólogo que me llevaba me pidió que me estirara en la camilla rápidamente, Auró venía de nalgas, estuve haciendo fuerza y salió parte del cuerpo, mientras que la cabeza no. En un intento del médico para intentar sacar a Auró me hizo tanto daño que el grito se debió sentir en todo el hospital, me pusieron vías, sedación, correas en la barriga... noté mucha tensión en la intervención. A partir de ahí no supe nada más hasta que no me desperté en reanimación. Sé que antes de dormirme pedí a Carlos que se mantuviera con nuestro hijo, que no se separara de él, por favor.
Completamente sedada me desperté recordando que en algún momento mi pareja se acercó a mí para decirme que a nuestro hijo le estaban reanimando y para decirme que era un niño, el Auró.
Después de que me pasara la sedación, me enteré que lo habían estado reanimando durante 7 minutos, que tuvo muchas dificultades para salir y que había posibles repercusiones graves e irreversibles.
Tuvieron que trasladar a mi hijo en al Trueta (el centro hospitalario más cercano con atención a prematuros), y para ello hicieron venir una ambulancia pediátrica desde Barcelona. Antes pudieron pasar por donde estaba para verlo . Ahí dentro de la incubadora, a punto de irse. Se me rompió el corazón, pero en todo momento confié en que saldría adelante sabiendo que había un equipo muy profesional en el Trueta. Aquella larga noche Carles tuvo que hacer un par de viajes para saber cómo se encontraba Auró y conocer un poco el diagnóstico de los médicos. El cuadro médico no era muy esperanzador...
Al día siguiente me trasladaron por la mañana al Trueta para estar cerca de él. Tengo que decir que sinceramente tenía tanto miedo de verlo como ganas de abrazarlo. Esa mañana estuvimos esperando con ansia los resultados de un último análisis de sangre…pobrecito mío no mejoraba.
El médico nos dijo que el Auró no estaba respondiendo a ningún medicamento y que poco a poco se estaba apagando, el ritmo cardíaco le estaba bajando lentamente... Aquella noche no lo olvidaré nunca.
Con toda la fuerza del mundo pudimos acompañarlo hasta el final, nos permitieron cogerlo, acariciarle, besarle y tocarlo (nos moríamos de ganas) incluso nos vimos con corazón de hacernos alguna foto con él (ahora lo hemos agradecido mucho), le estuvimos cantando para que pudiera marchar tranquilo, le dijimos todo lo que le queríamos y todo lo que nos estaba enseñando en este corto tiempo.
Siempre estaremos agradecidos del trabajo que hicieron las enfermeras y los médicos de la unidad de prematuros, nos hicieron el mejor regalo que podíamos recibir en ese momento.
Ahora le lloramos, lo recordamos, lo hablamos, lo sentimos ...
Auró llegó como un destello de luz y del mismo modo se fue... Ahora paulatinamente nos recuperamos de este golpe tan duro, miramos adelante, miramos a la vida y estamos seguros de que lo conseguiremos. Nuestro hijo nos está enseñando lo que realmente es esencial y lo que realmente es importante... las pequeñas cosas de la vida ...
Después de despedirnos, me dediqué a preguntar lo que me habían hecho durante la intervención, ya que las enfermeras incluso los ginecólogos me decían que no se practicaba casi nunca. El ginecólogo del Trueta me explicó que a punto de jubilarse, sólo la había tenido que practicar una vez en toda su carrera profesional. Una cesárea africana, un corte de 8 cm del cuello del útero, eso junto a una episiotomía. Ahora el mal no es ese y ya he buscado maneras de recuperarme el máximo de bien, sin que comporte ningún tipo de secuela. Tengo trabajo de aquí en adelante.
Jess