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La historia de Laura

Mi hija nació un martes 13 de enero de 2015, el mismo día que mi abuela materna.

Nació en un Hospital público de Madrid. Cuando acudí al hospital de urgencias me llevaron a una sala en la cual se dilataba y también se paría, al principio de ingresar dilataba unos 4 cm, estuve cerca de 10-12 horas en la sala durante las cuales solo acudían de vez en cuando diferentes matronas y auxiliares para comprobar los monitores y la dilatación, que aparentemente iba con normalidad. Fue entonces cuando comencé a dilatar entre 9-10 cm cuando la ginecóloga acudió y comencé a empujar, a empujar con todas mis fuerzas como podía, además tenía décimas de fiebre que no bajaban a pesar de los paracetamoles que ponían por vía, viendo que no salía es entonces cuando la ginecóloga me dijo que no salía "porque no sabía empujar". Llamaron a otro ginecólogo y ambos turnándose me practicaron la maniobra de kristeller en tres ocasiones (horroroso!).

(http://es.wikipedia.org/wiki/Maniobra_de_Kristeller)

Viendo que pasaba el tiempo y no salía la bebita decidieron "porque había que acabar ya, tenían otro embarazo" pasarme a hacerme una cesárea de urgencia. En ese momento, se me cayó el mundo, pensé que no podía ser que no sabía empujar que no podia sacar a mi bebita dentro de mí, ... fue un momento durísimo para mí.. Pero hubo una auxiliar de enfermería que me consoló, que salió tras de mi hacia el quirófano y sus palabras y su tacto me hicieron estar fuerte.

Mi hija nació. Cuando la "sacaron" no escuché su llanto, no escuché nada. No me enteré. Me avisaron de que había nacido. Fue una situación difícil, muy difícil de asimilar. No fue hasta pasado un rato que me sacaron fuera para llevarme a otra sala, cuando en un instante mi pareja me acercó a mi hija me la puso en mi regazo, y fue ese instante el más bonito, el que no olvidaré (apenas cinco minutos).

Pasaron varias horas hasta que pude estar con mi hija en la habitación, que recuerdo que a pesar de los dolores podía girarme y estar con mi hija dándole el pecho. Al día siguiente el 14 de enero se la llevaron por la mañana para que la viera el pediatra y desde ese momento no la pude volver a tener en mis brazos. La tenía que ir a ver en una incubadora llena de cables en su cabeza, en su cuerpecito delicado, con sus gafitas de oxígeno. De esos momentos tengo lagunas que no quiero recordar, que no quiero hacer ningún esfuerzo en acordarme.

El tiempo que permanecí en el hospital, no puedo decir nada bueno. Un protocolo nefasto, en el que a pesar de los dolores que supone una intervención como es una cesárea tengas que escuchar por parte de alguna matrona y dos ginecólogos en particular, que mis dolores es de ser una persona que no sabe aguantar el dolor, de que me quejo por todo, ... tener que levantarme sin la ayuda ... que cada vez que acuda el ginecólogo a revisarte echen de la habitación a tu pareja o familiar. Que apretaran con fuerza y me dijeran que me quejaba por todo, que tuviera que reincoporarme sin ayuda solo observándome. También comentar que tenían erróneo el informe médico cuando habían puesto que tenía recetado un anti depresivo y no era correcto.

Cuando me dieron el alta el 16 de enero, mi hija seguía ingresada. Yo no me encontraba nada bien, tenía fiebre, me dolía el vientre horrores. No se les ocurrió antes de darme el alta hacerme una ecografía o incluso una analítica para investigar de que podría ser la fiebre, cuando la había tenido durante el parto y seguía con ella. Sin más juzgaron que se debía a la subida de la leche, y que los dolores eran - palabras textuales "chica, no aguantas nada", "no sé de que te quejas"-. Así que el día que me dieron el alta pasó una ginecóloga, me sacó algo de pus de la cicatriz porque insistí mucho en los dolores, y para casa.

En el informe de alta de ese Hospital se añade: Cesárea por desproporción pélvico- cefálica. Oxitocina: sí. Se añade que estoy en tratamiento por antidepresivos cuando no es correcto. No se cita en ningún momento acerca de mi fiebre durante y después del parto. Curiosamente en el informe de alta de mi hija se añade: madre afebril (febrícula 37,5º periparto) y se cita que no se ha realizado analítica el día del parto.

Cuando regresé a mi casa sin mi hija, los dolores eran aún mayores. Fueron días que no quiero recordar. Pasaron apenas 6 días de estar en mi hogar con mi pareja y sin mi hija cuando las fiebres asomaron aún con mayor fuerza, entonces en primer lugar acudí a la matrona de referencia de mi Centro de salud y ésta me palpó el vientre y dijo que todo estaba correcto. Me realizó terapia craneo sacral y listo y lo achacó una vez más a la subida de la leche. Pero, tampoco se le ocurrió derivarme a ginecología o quizás, enviarme a hacerme una analítica de sangre o de orina. Según esta matrona todo estaba correcto.

Regresé a mi casa, no me encontraba bien la fiebre era de 38º. Al día siguiente acudí a mi médico de cabecera que me valoró y al no saber que podría ocurrirme me derivó al Hospital de la Paz. En ese momento a mi hija ya la habían ingresado de urgencias desde el Hospital donde dí a luz, a La Paz una noche que nevaba mucho en Madrid.

Esperamos mis padres, mi pareja y mis suegros en la sala de espera de las Urgencias generales de la Paz. Cuando fui atendida me mandaron hacerme pruebas de orina, de sangre, y no me dejaron marchar. Me derivaron a Ginecología, un único ginecólogo para atender a las personas que acudíamos de Urgencias. Lo pasé muy mal. Me ingresaron en la planta 11 de maternidad. El primer día fue de lo más duro que recuerdo, sin mi hija, en una habitación compartida con una pareja recién estrenados padres con su bebita y yo sin la mía. Qué decir del personal de La Paz nada que ver con el Hospital al que acudí a dar a luz, en éste me ayudaban a levantarme, a incorporarme, me ofrecían una silla de ruedas para ver a mi hija en la 3º planta de la Unidad de Neonatos. E incluso me trasladaron pasada una semana a una habitación individual. Sin embargo, cada vez que acudía la ginecóloga echaban a mi familiar fuera de la habitación, y yo con las fiebres tan altas que tenía y a base de antibióticos estaba que no me enteraba de nada. Pero al menos cedieron en dar explicaciones a mis familiares. Estuve ingresada desde el 22 de enero hasta el 31 de enero de 2015 por fiebre puerperal más hematoma subaponeurótico, que drenó espontáneamente material purulento por herida quirúrgica durante el ingreso. En el informe de alta se aclara "volver a urgencias si empeoramiento de los síntomas".

Dieron de alta a mi hija un 2 de febrero de 2015. Estábamos en casa, fueron días duros, muy duros. Pasó apenas 6 días pasaron cuando se asomó con fuerza la fiebre (39,3º), y entonces acudí de nuevo a Urgencias de Maternidad concretamente. La ginecóloga de guardia me realizó una ecografía, y análisis de sangre. Me palpó las mamas y todo estaba correcto. Con tratamiento en domicilio de Paracetamol, y Nolotil para el dolor de la cicatriz, según me informó podría tratarse de una gripe.

No me encontraba bien, estaba de un color amarillo, cursaba fiebre alta y tenía mucha tiritona así que una vez más me guié por mi instinto y al día siguiente de haber ido a Urgencias de la Paz acudí a mi médico de cabecera y éste me oscultó de arriba a abajo y me dijo "Laura, no tengo idea de lo que te ocurre" y no me dejó marcharme, fue sensato y me derivó a Urgencias Generales de la Paz. Pero en ese momento, decidí no ir allí y usar mi sociedad (pagó sanidad privada) y acudí al Hospital de Sanchinarro.

Una vez entré por la puerta de este Hospital, con mi historial en mano, con las analíticas que me realizaron y el análisis de orina me ingresaron y no me dejaron marchar. Fueron meses extremadamente complejos, donde además estuve lejos de mi hija. En este Hospital permanecí desde el 9 de febrero de 2015 hasta el 19 de marzo de 2015. Me realizaron un Tac donde se me diagnostica Trombosis séptica gonadal derecha, a partir de lo cual se me instauró tratamiento empírico y anticoagulación. A pesar de ello, seguía con picos febriles cada 10-15 días.

Me realizaron pruebas radiológicas que evidenciaron TEP (Tromboembolismo Pulmonar) secundario a la trombosis gonadal, pero no otros focos de infección. Para llegar a todo este diagnóstico hicieron falta muchísimas pruebas que sinceramente jamás creía podría llegar a hacerme. También la aparición de un soplo cardiaco conllevó la realización de otras pruebas donde se descartó la endocarditis. Fui tratada por el Equipo de internistas pero también se reunieron con Ginecología y Cirugía Vascular. A pesar de todo el tratamiento, continué con picos febriles incluso en el alta en el Hospital, analíticamente estaba normalizada, se decidió alta médica y observación domiciliaria como hasta ahora se hacía en el hospital.

En la actualidad:

Mi hija se encuentra bien, lleva un seguimiento más continuo debido al historial que arrastra. Se debe hacer cada dos meses una ecografía cerebral (bronconeumonía sepsis), gracias a los profesionales de la Unidad de Neonatología ella está en perfecto estado.

Por mi parte me encuentro en tratamiento con anticoagulantes y realizándome diversas pruebas.

Aprovecho estas líneas para AGRADECER a las personas que son profesionales responsables, y honestos: Unidad de Neonatología de La Paz, al personal de Enfermería de la Planta 11 de Maternidad de La Paz, a mi doctor del Centro de Salud, al Equipo de Internistas del Hospital Sanchinarro de Madrid, al Equipo de Auxiliares de enfermería y Enfermeras de la 3ª Centro, al Personal de limpieza, Celadores. Y agradecer también a todas esas personas que nos encontramos por el camino, que nos dieron la mano desinteresadamente en este arduo camino y como no, a toda mi familia. A todos ellos: gracias de todo corazón.

Laura