Los dos embarazos de Lorena
Me enfrento a un papel en blanco, qué difícil resumir todo lo que pasa por la cabeza en un embarazo, tantos sentimientos encontrados, tantas alegrías, tantas preocupaciones, tantos miedos, tantas sensaciones preciosas e irrepetibles que los hombres no pueden disfrutar por mucho que les contemos y los hagamos partícipes, que afortunadas somos por haber nacido mujeres, por poder llevar vida dentro, por compartir la vida de nuestros hijos desde que nuestras células se unen para crear el milagro. ¡Qué bonita es la maternidad consciente!
En mi primer embarazo mi estado de salud fue estupendo, estaba muy activa, natación, danza del vientre… hasta que me dijeron a los 6 meses que tenía útero irritable y tuve que bajar el ritmo. Disfrutábamos viéndote crecer en las ecografías y viendo como se movía la tripa, aquello sí que eran olas y no las que sortean los surfistas. Tengo un vídeo grabado como oro en paño que pienso dártelo para que veas los malabarismos que hacías dentro de mí, tu hermano nunca se llegó a mover tanto (sí mucho pero no tan violentamente, apuntabas maneras). Toda la alegría se nos iba cuando el ginecólogo encontraba siempre algo que estaba mal, lo pasamos realmente mal cuando el TS dio una alta probabilidad de Síndrome de Down, pasamos por la amniocentesis, pagamos de nuestro bolsillo la prueba rápida para tener en menos de 48 horas los resultados, valió la pena, ese viernes por la mañana nos despertaba una llamada para confirmarnos que eras una niña y que estabas sana, otro falso positivo del TS, puñetera prueba, en ese momento tu papi y yo soltamos las lágrimas que habíamos estado guardando, eran lágrimas de alegría del momento y lágrimas de la angustia vivida mientras no sabíamos cómo estabas. Todo continuaba bien hasta que en la semana 42 no me había puesto de parto y no había tenido ni una contracción, tu cabeza estaba alta y con cuello cerrado hicieron Hamilton e inducción con oxitocina, todo en el mismo día, resultado (como no podía ser de otra manera) cesárea, cuánto me arrepiento de no haber salido corriendo a aislarme de tanta medicina defensiva, pero pensaba que no tenía otra opción, lo siento mi niña. Naciste muy asustada con 3,350 kg y 51 cm, es duro escribirlo pero no te reconocí como mía, sabía que lo eras porque te parecías a tu padre, pero no sentía esa unión que escuchaba describir a otras madres y aún encima te separaron de mi con la excusa de que tenías quejido. Ahí empezó el calvario, un post-operatorio terrorífico sin poder cuidar de ti las primeras 3-4 semanas de tu vida, semanas que nos robaron, como nos robaron tu primera hora de vida aislada en una cuna dentro de un nido, me recuerdo luego haciendo posturas para poder darte el pecho sin rabiar de dolor… en fin cosas para olvidar, costó que te engancharas al pecho y que subieras de peso pero lo conseguimos, al cabo del mes empezaste a crecer y engordar y todo eran palabras positivas en la pediatra, hasta entonces todo había sido desconfianza e intentos para meterte leche de fórmula que nunca probaste ni en el hospital ni en casa, te habían separado una hora de mí al nacer pero no iba a permitir que te hicieran más judiadas, tenía toda la información en mi mano y me sentía respaldada por los grupos de apoyo a lactancia, mi pregunta a la pediatra siempre era “¿la ves sana? ¿está deshidratada?” la respuesta era que estabas bien, con buenos reflejos e hidratada, pero que no subías mucho de peso según las tablas y mi respuesta era “ya subirá, dale su tiempo, danos nuestros tiempo”, y vamos si subiste, después siempre has estado por encima de las tablas dichosas y has tomado leche materna durante 28 meses, cuando decidiste dejarlo, como quisiste dejar en su día el chupete, como dejaste la cuna, como dejaste el pañal… siempre tomando decisiones, parece que te tomas la revancha, no te dejaron nacer cuando querías y ahora desde bien pequeña tomas tus sabias decisiones, mi niña linda.
Mi segundo embarazo, nuestro niño vino pronto, la nena se hizo de rogar siete meses, pero contigo yo sabía que te llevaba dentro antes de hacer el test de embarazo, de hecho desde el día de la concepción, recuerdo que iba ese sábado por la mañana escuchando música en el móvil, "Cuando Pedro llegó", que bonita canción, mientras caminaba para ir a la formación de doulas y pensé, estás aquí mi niño, sí sabía que serías niño, te quedan nueve meses por delante para crecer, cuando se lo dije a tu padre se río, a los pocos días se lo confirmé con solo un día de falta del periodo. Se lo contamos a tu hermana y se pasó todo el embarazo hablándote desde la tripa y dándote abrazotes, diciendo que te iba a dejar teta para tomar la leche de mami porque lo necesitabas para crecer, que sería para las dos. Qué alegría nos dio el positivo y cuánto camino nos quedaba por recorrer, empezaba la lucha, tu embarazo fue una lucha continua, estás cogiendo mucho peso Lorena, a ver si te pones “esta vez” de parto Lorena, uffff está sentado Lorena y ya estás en la 32 te programo cesárea para la 37, ese día hacemos una eco y si hay suerte y se dio la vuelta..... (como que lo dudaba bastante aquel hombre) pues nada te vuelves a casa, y si no a quirófano, y una leche dijo tu madre, “agarra el bisturí y perfílate las cejas bonito, a mi me dejas tranquila y a mi hijo también”, ala adiós guapo, y si te he visto no me acuerdo, me pillaste una vez desprevenida pero no me pillas dos….. ,si me hubiera quedado con este “profesional” seguro seguro que tú no te hubieras dado la vuelta porque mis miedos nos habrían bloqueado. Tuvimos que ir a otra provincia para que pudieras nacer sin que tu madre pasara por una operación de cirugía mayor, las cosas no fueron todo lo natural que nos hubiera gustado porque rompimos aguas y no avanzaba la cosa, dos días después seguíamos sin estar de parto, pero con algo de ayuda externa, toda tu fuerza y la mía, junto con el apoyo de tu padre y esas grandes profesionales que son las matronas, conseguimos que nacieras por mi vagina el día que cumplíamos 41 semanas tras un parto que duró 24 horas. Tres días después de la rotura de bolsa, qué bello momento, no lo olvidaré nunca, nada más salir de mí te pusieron encima y ahí te quedaste, se me olvidaron todas las contracciones tan dolorosas, a ti sí que te sentí como mío desde el momento cero, esos ojitos mirándome con adoración, cómo siento no haberlo vivido con tu hermana, a la hora de nacido decidiste que querías comer algo, un experto succionador desde ese momento, te pesaron y midieron dos horas después, 4,120 kg de un niño precioso distribuidos en 53 cm, nunca te separaron de tus padres. Conseguimos nuestro PVDC a pesar de que tantos no daban nada por nosotros dos, fuimos un equipo, ahora somos un gran equipo los cuatro juntos, os quiero.