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Los nacimientos de Nael y Asur
Quiero contar mi historia para que sirva de ayuda y para que quede constancia de que el sistema debe cambiar y que lo una desea se cumple si así es como se siente….
Mi primer embarazo fue precioso desde el día que me enteré que estaba embarazada, un bebé llegaba a nuestras vidas totalmente deseado y buscado en el momento perfecto. Al principio me coincidió trabajando fuera de casa, vivíamos en el campo y las pruebas nos las empezamos a hacer en Cazorla. Una maravilla de matrona nos llevó las primeras citas. Era muy emocionante poder ver a nuestro bebé de la manera tan cariñosa que ella nos lo mostraba… estábamos en las nubes…
El trabajo terminó y decidimos que aunque vivíamos en el campo de Gibraltar, nos íbamos a Ronda seguir el embarazo por tener allí a la familia.
Tengo que decir que yo estaba totalmente decidida a tener un embarazo y un parto respetado, desde mi total inexperiencia e incertidumbre, solo deseaba poder vivirlo lo más natural posible.
En la primera cita que tuve con la ginecóloga me dio por preguntar, después de haber leído en El Parto es Nuestro estos consejos, que qué tipo de procedimientos había en el hospital para los partos, índice de cesareas, si había piscina, si había alternativas a la epidural…. Y también le conté las ganas que tenía yo de tener un parto natural sin epidural. Parece que contarle a una ginecóloga del hospital este tipo de cosas y tener pintas de “hippie” ya te condiciona. Su respuesta fue:
-“Todas las que vienen como tú terminan en cesarea”
Os podéis imaginar cómo se me quedó el cuerpo….
Pasaron los meses, en cada control que teníamos intentaba no mostrarme tal y como soy, pasábamos los controles con normalidad y todo iba bien. Incluso fuimos a ver a mi ginecóloga privada en Sevilla, que es muy alternativa, y con ella también fue todo bien. Hasta que llegamos, dos semanas después, al hospital y nos tocó otra ginecóloga.
Ahí empezó todo mi calvario. Para empezar esta mujer se obsesionó una barbaridad con el perímetro abdominal, ella no entendía como nadie nos había advertido de que la medida era baja (yo siempre he sido delgada y sobre todo de pequeña). A partir de ahí nos empezó a dar citas cada dos semanas como alto riesgo, yo eso no lo sabía, no me lo explicó. A las dos semanas llegamos y parece ser que lo del perímetro abdominal ya no le preocupaba, ahora parecía que estaba bien. Aún así me dijo que dejara de hacer tantas caminatas y de moverme tanto porque si el niño tenía las medidas bajas era porque yo consumía el alimento que comía.
El seguimiento del embarazo siguió con normalidad y nos volvió a tocar la primera ginecóloga que no entendió porqué se le dio tanta importancia a lo del perímetro abdominal, parecía ser que allí se hablaba poco de las pacientes entre ellas… Pero me siguieron dando citas muy cercanas en el tiempo y mi nivel de stress subió, cada vez que teníamos que ir al hospital yo ya iba asustada, con la mosca detrás de la oreja y con miedo.
A las 38 semanas me tocó una cita que era para hacerme la prueba de los streptococos y la última eco. Ese día marcó mi embarazo y directamente me lo partió en dos.
Llegué a la consulta y la ginecóloga obsesionada con el perímetro abdominal me esperaba sentada en la mesa. Tragué saliva, ya no me daba ningún tipo de confianza. Pero en vez de usarlo para empoderarme y saber que ella dudaba y perdía el control, el miedo pudo conmigo.
Me empezó a hacer una eco, midió el flujo de sangre con la dopler y se puso nerviosa, no sabía ni explicarme lo que veía, yo no salía de mi asombro. Mi pareja estaba en la consulta con mi tía y desgraciadamente él no se enteró de nada. Lo único que me explicó fue que el cordón umbilical no iba bien y que el niño podía no recibir bien el flujo sanguíneo.
Sin explicarnos nada, sin sentarnos en la mesa y hablarnos de lo que había visto a mí y mi pareja para que meditáramos y decidiéramos, o simplemente pedir una segunda opinión…. me tumbó en la camilla y conforme me estaba tumbando (yo pensé que ya me hiba a hacer la prueba del bastoncillo), rápidamente me dijo que me iba a hacer una maniobra para que el bebé viniese antes. Me hizo la Maniobra de Hamilton…. Sólo me dijo que esa noche podía sangrar un poco. La prueba del bastoncillo me la tuve que hacer yo porque a ella con los nervios ni siquiera se acordó…. Ahí de prisa y corriendo me metí en un cuarto a oscuras, conteniendo las lágrimas saqué las cosas del envoltorio y me lo hice yo.
Llegué a casa de mis padres, fui al baño y había sangre, más sangre de la que yo me esperaba… rompí a llorar, no sabía por qué me habían metido los dedos ni por qué mi cordón no funcionaba… Volví a mi casa a una hora de Ronda, me metí en la ducha y solté el tapón, tampoco me lo esperaba, me quedé hecha polvo, escandalizada, buscando en internet que era eso y por qué me estaba pasando.
Al día siguiente me fui al Costa del Sol en Marbella, entré por urgencias y les expliqué todo lo que me había pasado en Ronda. Me hicieron una eco y me dijeron que todo iba bien, que no me preocupara de nada.
Llegó en día en que rompí aguas, venía con meconio. Nos fuimos directos al Hospital Costa del Sol a parir. No iba de parto, así que directamente me enchufaron la oxitocina como protocolo cuando hay meconio. Sólo pude elegir no ponerme la epidural. Estuve 8 horas en la pelota sentada con los monitores puestos, hasta que empezaron a entrar en la habitación y dijeron que había sufrimiento fetal. Me hicieron una cesárea de urgencias y acabó todo mi proceso.
Al final como dijo la primera ginecóloga de Ronda, terminé en cesárea.
No tuve depresión postparto ni nada que me impidiese amar a mi hijo desde el momento que me lo dieron después de estar dos horas piel con piel con su padre. No me separé de él en el hospital en ningún momento, piel con piel hasta el día que me fui y dando teta menos cuando estaba dormido, era la única manera que tenía de sobrevivir a todo lo que me había pasado. Lo he porteado todo el tiempo que he podido, he dado pecho hasta los 3 años y he criado lo más acorde posible con lo que siento…. Poco a poco fue pasando el tiempo y empecé a soltar, a contar, a escribirlo….
A los 3 años de tener a mi primer hijo me volví a quedar embarazada. Esta vez fue todo diferente. Aunque el miedo seguía estando, en vez de retraerme lo utilicé como arma para que me ayudara a tener un embarazo y parto como yo deseaba. Me puse en contacto con una Doula para el embarazo que nos ayudó a mi pareja y a mí a conectarnos y a conectarme con mi bebé para la última etapa. El seguimiento del embarazo lo hice directamente en el Costa del Sol y en Estepona 3 meses antes de dar a luz, ya que en el pueblo donde vivo no tenemos matrona.
La matrona de Estepona me escuchó y aconsejó. En el Costa igual me escucharon y me animaron a parir vaginal después de una cesárea, todas las personas que nos encontramos fueron positivas y me animaron y apoyaron para que mi deseo se cumpliera. En el embarazo estuve tranquila y confiada, a veces tenía mis dudas, pero siempre pensé en positivo. No niego que a veces me venía abajo pensando que no iba a ser capaz, como si fuese algo imposible llegar a mi objetivo… pero no fue así. Llegó el día que empezaron las contracciones en casa, a hora y media del Costa del Sol, empecé un sábado por la noche, cada 20 min aprox venía una. A la mañana siguiente pararon un poco y por la noche volvieron a empezar mucho mas seguidas y más fuertes, a las 2 de la mañana decidimos irnos al Costa. Cuando llegué me exploraron y me dijeron que no estaba de parto todavía, así que nos fuimos a una casa cercana al hospital a esperar. Al día siguiente volví a las 10 y media de la noche y seguía igual pero con el cuello del útero borrado. 12 horas en una habitación, dando vueltas por los pasillos, derrotada y cansada, la palabra epidural se me pasaba por la cabeza después de 3 días de contracciones con el consuelo de pensar que el dolor se iba a ir, pero aguanté gracias a que una matrona me aconsejó sedarme para poder dormir, que eso me iba a ayudar a descansar y todo se iba a acelerar. Y así fue, pude dormir de 5 en 5 minutos o de 2 en 2, ya no tengo los recuerdos claros, sólo sé que las contracciones eran muy fuertes y que me entraban ganas de empujar. Me bajaron a paritorio y me conectaron los monitores por protocolo, pero podía estar en la postura que yo quería. De repente me vi en la silla de partos empujando con el papi detrás de mí agarrándome de las manos, llegando al final del proceso juntos y unidos, algo mágico, en cuestión de unos cuantos de pujos mi hijo sacó la cabeza y dos pujos mas y terminé de sacarlo yo.
Antes de quedarme embarazada, una noche, soñé mi parto, soñé el expulsivo que meses después tuve.
Proyecté mi parto durante todo mi embarazo, me rodeé de las personas adecuadas, me sentí apoyada por el sistema sanitario y sobre todo estuve segura de mí misma, aunque en ese momento no lo sabía, y al final todo salió como yo deseaba.
Gracias a El Parto es Nuestro por estar ahí, por luchar por los derechos de las mujeres y de los hijos que parimos. Por un proceso que poco a poco va cambiando y en el que las mujeres nos tenemos que apoyar unas a otras.