Mi propia perspectiva. Contado por Anže.
¡Fue un shock! ¡Yo no sabía que era tan fácil! ¡Pensaba que costaría más, no que sería a la primera!
Mami me despertó a las 5 de la mañana, gritando por el pasillo. No es que nos sorprendiese, pues el fin de semana anterior (fue un miércoles, 1 de Diciembre) habíamos estado hablando de los posibles nombres que te pondríamos. Pero una cosa era la fantasía y otra muy distinta era que se hiciera realidad... ¡y tan rápido!
Hasta las 10 de la mañana estuvimos hablando, procesando, digiriendo la información. Viendo las diferentes posibilidades que teníamos para poder arreglar (conseguir) los papeles de Mami.
Fueron difíciles esos momentos... No por tu llegada, sino por el desorden burocrático que tenía mamá... Y siendo sincero, hasta me daba un poco de vergüenza decírselo a los demás, siendo tan pronto...
Justo Mami tenía que ir a hacerse unas pruebas el día 2 al ginecólogo,... Ahí fue cuando se hizo realidad... ¡Cuando te vimos por primera vez en la ecografía! Esa pequeña bolita, ¡estabas ahí! Era verdad, ¡una parte de mí estaba creciendo dentro de Mami! ¿La sensación? Unas hormiguitas recorrieron mi barriga. ¡que emoción!
A partir de entonces, me preocupé mucho de alimentarla, de hacerle muchas cenitas ricas para que engordase mucho. ¡Está maravillosa gordita! Por mí, estaría embarazada siempre (pero no por los malos humores del primer trimestre...) Y tú, también ibas creciendo...
Mami estaba muy sensible y tenía muchos altibajos, realmente aprendí a hacer oídos sordos algunas veces para no discutir y darle mi apoyo. Aunque ella no se daba ni cuenta...
Al principio, me sorprendieron mucho las dos semanas que Mami sólo comía jamón de york... Increíble, ¡200gr. en un día! No era capaz de comer nada más (con lo que a mí me gusta alimentarla). Me preocupaba mucho cuando se encontraba mal. Tenía dolores en la tripa y dormía todo el tiempo. Incluso llegamos a ir al médico una vez para hacerle unos análisis de sangre.
Me acuerdo la única vez que fuimos a urgencias. Era el primer día de sol y cálido tras el duro y largo invierno de ese año. Decidimos ir a dar un paseo, del que tantas ganas teníamos. Ya estábamos listos, así que yo bajé a por el coche mientras Mamá acababa de arreglarse. De repente, recibí una llamada. Era ella. Algo le pasaba que no podía bajar. Subí corriendo y la vi con ese dolor, no podía moverse. Tenía un pinchazo en la ingle, por lo que sólo podía estar encorvada, ni de pie, ni tumbada, sólo encorvada. Parece que el calor le ayudaba, y se iba encontrando mejor, tanto, que ya no quería ir al médico. ¡Quería irse a andar! Tal y como estaba hacía un rato, y tras una hora sin poder moverse. Ella decía que te habías enganchado a algún músculo de la ingle, que ya estabas otra vez “en tu sitio” y que para qué malgastar el día en ir a urgencias. Por supuesto, fuimos, mi preocupación superaba las ganas de pasear y disfrutar del sol y quería quedarme tranquilo.
La verdad es que no pude evitar “enfadarme” contigo por la preocupación de que algo le pudiese pasar a ella. Así que nos fuimos al hospital. Fueron rápidos, con ese soleado domingo, ¡nadie estaba en urgencias! Nos dijeron que todo estaba bien y nos confirmaron por tercera vez que eras “Sofi”. “Si, si, efectivamente, niña, miren, aquí está la vagina perfectamente formada, estos son los labios,...”
Entre tanto, llegó la espeluznante idea de dar a luz en casa.. ¡Casi me da un infarto! Estaba enfadadísimo con tu madre (aunque ella no se dio mucha cuenta) porque, ahora reconozco, que no sabía mucho del tema y me aterrorizaba pensar que a ti o a Mami os podía pasar algo ¿Qué haría yo después? Pero Mami empezó a leer un montón y a explicarme y darme razonamientos muy lógicos sobre el tema, así que poco a poco me fui tranquilizando.
Dormimos, comimos y vivimos muchísimo nuestro amor. Yo engordé 10 kilos (los cual aún mantengo) y Mamá 13. Desde que llegaste, todo el amor se enfocó en la tripita. Yo no paraba de tocarla... ¡y crecía y crecía! Cada día era un poquito más grande. Yo seguía alimentándoos, feliz de ver a Mami más guapa y radiante que nunca, ¡con esa enorme y maravillosa panzota!
Ufff, cuando te sentí moverte por primera vez... No hay palabras. Es algo espectacular lo del embarazo. Como el cuerpo va cambiando (y los pechos creciendo, ¡que maravilla!)
Tú empezabas a sobre salir de la barriga y a su vez, también a escuchar, así que hicimos un experimento. Nos pusimos a escuchar un montón de canciones infantiles y buscábamos tu reacción. Queríamos tener alguna canción fija para cantarte, para que una vez hubieses nacido te diese paz y te tranquilizase. Al final nos quedamos con “Metulček“ y “Sol, solecito,..” Era genial ir viendo tus reacciones. Una de las primeras veces que te moviste fue cantándote esa canción por teléfono, una noche que Mamá no durmió en casa (“¡me echabas de menos!”)
Un día la cosa fue degenerándose y acabamos escuchando Black Metal, cosa que no te gustó nada. ¡Empezaste a moverte como un loco! Para mí que debió de asustarte, pero yo me emocioné mucho de que pudiésemos interactuar... Así que apagamos la música a la vez que encontraba un método para poder comunicarme contigo a través de Mami. Simplemente. Mágico. A partir de ahí, de vez en cuando te ponía música para ver tus reacciones.
En la revisión de los cinco meses estábamos totalmente metidos en el “Mundo Sofi”, tras el acertado cambio de ginecólogo, y va y nos dice que...¡¡¡eres niño!!! Me puse tan nervioso, que ¡me tuve que ir! Además de tener que llamar a varios familiares para poder desahogarme... Pero estos médicos que se creen Dioses jugando con sus maquinitas, y luego mira lo que pasa... ¡Que se equivocan! Esto no es normal. Una semana antes nos habían hecho la misma “foto” enseñándonos la vagina y ahora resulta que esos labios “tan bien formaditos” ¡son los huevos! ¡Increíble! Mejor que no nos hubiesen dicho nada. A partir de aquí dejé de confiar en los médicos. Los siguientes días fueron raros, mientras nos adaptábamos a la nueva situación... ¡Echaba de menos a Sofi! Y tú no tenías la culpa... Pero entonces elegimos tu nombre... Jernej (Iernéi en castellano) ¡y todo volvió a ser maravilloso!
Llegó el momento de ir a conocer a la comadrona, en Austria, para acabar de concretar los detalles. ¡Ya estábamos de más de 6 meses! Este fue el punto que me faltaba para quedarme “totalmente” tranquilo. Su marido era un médico muy simpático que le quitó mucha importancia (alarmismo) al tema. Además de que sabía que era decisión de Mami, y que debía apoyarla en lo que ella necesitaba por el bien de todos.
Con todo preparado, disfrutamos del poco tiempo que nos quedaba yendo a Croacia unos días, para que Mami pudiese jugar un poco con el mar que tanto extraña en Eslovenia, comiendo pescadito fresco (que lujo verla comer así, o debería decir mejor... ¿devorar?) y bañándonos (parece que eso le ayudaba mucho con los dolores de las piernas por la retención de líquidos). Y aprovechando los últimos días de intimidad y de ¡camas vacías! Que nos quedaban...
Y una semana antes de lo esperado, ¡Llegaste! Pero eso ya es otro capítulo...
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Esta historia fue contado por la pareja de Loreto (Lalita). Para leer la historia del parto, pincha aquí.