Nacimiento de Amets.
Nacimiento de Amets. 29 de Enero del 2014. Hospital de Basurto
Han pasado ya casi cinco meses y por fin me siento un rato a escribir el relato de mi parto.
Durante el embarazo, “El parto es nuestro” fue una herramienta que utilicé muchísimo, para informarme y me encantaba leer los relatos de parto de otras mujeres. Aprendí mucho. Así, espero que mi historia personal le llegue y le sirva a alguien.
Parir ha sido la experiencia más intensa que he tenido en la vida, nunca me he sentido más empoderada y tengo un recuerdo maravilloso. Pero antes de empezar con el relato, quiero agradecer a mi profesora de Yoga, Rosa, con la que aprendí mucho, y a mi pareja, toda la ayuda, apoyo y cariño que he recibido en el camino del embarazo y el parto, me hicieron creer en mí en todo momento. ¡Gracias!
Y ahora sí, ahí va mi parto:
Durante el embarazo, dudé mucho entre parir en casa o en el hospital, y finalmente planeé ir al hospital principalmente porque no las tenía todas conmigo en cuanto a poder aguantar el dolor sin epidural. Ahora vuelvo la vista atrás y aunque estoy contentísima con mi parto, el segundo lo tendré en casa.
El 28 de Enero llegué a la semana 40, fecha clave en mi cuadriculada cabeza en la que el parto debía desencadenarse. Durante el embarazo leí un montón, era una experta en dilatación, expulsivo, oxitocina, desgarros, episotomias... Y en mi cabeza tenía planeado un parto ideal para Amets.
El plan era que una vez el parto se desencadenase iba a aguantar en casa hasta estar muy dilatada (de 7 o así) para así llegar al hospital casi en fase expulsivo, pasar a paritorio lo antes posible y así tener un parto lo menos intervenido posible. ¿Cómo pensaba saber que estaba la dilatación muy avanzada? Fácil. Me habían dicho, o había leído…, que cuando estuviera de 5-1-1 (contracciones cada 5 minutos, que duran un minuto y esto se diese durante una hora era que estaba super dilatada). Bien, pues no. Primer fallo en mi plan que no funcionó.
El día que llegué a la semana 40, me tocaban “correas” con la matrona. El diagnostico fue que tenía algunas contracciones, pero que ni idea cuando se regularizarían…O sea, que me fui a casa igual. Esa madrugada empecé con las contracciones que solía ya tener casi todas las noches en aquellas semanas, pero esta vez al cabo de una hora parecía que no paraban. ¿Sería que me había puesto de parto? La sensación que más recuerdo en esa etapa es de incertidumbre. ¿Será esto? Me puse a contarlas con el cronómetro, duración y frecuencia, y a medida que avanzaban las horas el patrón de contracciones se repetía, cada 5 minutos y duraban como 45 segundos…Al de unas horas empecé a expulsar el tapón mucoso y vomitar. Vale, estaba de parto. ¿Y sería ya el momento de ir al hospital?? Unas 5 horas después las contracciones seguían con el mismo patrón pero la intensidad de dolor aumentaba, así que decidí que era el momento de ir al hospital, ¡capaz que ya estaría de 7í! Cuál fue mi decepción cuando al llegar al hospital me dijeron tras hacerme un tacto que estaba de 3-4. Puuuufffff!!! ¡¡¡Se me vino el mundo encima!!!!! Me dijeron que me quedaba y pasé a la sala de dilatación.
Un mes antes pasé por registro un plan de parto en ese hospital, indicando que en principio quería la menor intervención posible, etc… En el ordenador estaba registrado que llevé un plan de parto pero el plan de parto en si no estaba, así que importante llevar una fotocopia con una el día del parto.
Nada más entrar me pusieron una vía, no negociable, y para cuando me di cuenta tenía enchufado por la vía la bolsa de suero. Le pedí a la enfermera que me la quitara y me dijo que vale pero que tuviera en cuenta que si quería epidural tenía que contar con que la bolsa entera de suero tiene que pasar como 1 hora antes… Como seguía estando segura que no quería epidural, le pedí que me la quitara. Vino la primera matrona, comentamos el plan de parto. Hubo cambio de turno así que vino la segunda matrona, con la que ya me quedaría hasta que Amets nació. Volvimos a comentar el plan de parto y no sé cuantas mil hojas más que tuve que leer y firmar, y me dijeron que en la medida de lo posible respetarían mi voluntad para que el parto fuese natural y sin intervenciones, pero en aquella habitación no hacía más que entrar y salir gente. Me volvieron a hacer un tacto y seguía de 4. Cuatro horas después y no había avanzado nada, seguía teniendo contracciones, iguales, pero la dilatación se había estancado. Difícil con tanta hoja para firmar, correas y su pitido, la gente entrando y saliendo, que si túmbate, ahora dime si quieres donar las células del cordón…etc, etc…intimidad cero y me había bloqueado.
Ahí es cuando tuvimos el encontronazo con el protocolo del hospital. La matrona dijo que según protocolo si en dos horas de ingresar el parto no avanzaba había que romper la bolsa, a lo cual me negué rotundamente, pero claro el agobio y el miedo a que mi parto se me estaba escapando de las manos, creo que os lo podéis imaginar. Ante mi negativa y “por ser nosotros” nos “dio” dos horas más. Pasaron las dos horas y seguía de 4…Entro la ginecóloga en juego. Vino a verme y me dijo que tenía que acatar el protocolo del hospital, y que el parto si no avanzaba por si solo tenían que “acelerarlo” rompiéndome la bolsa. Mi respuesta siguió siendo un rotundo y contundente no. Estaba completamente segura que no pensaba abrirme de piernas!! Les pedimos que nos explicaran el motivo por qué no entendíamos nada, y confesaron que era simplemente por librar camas, había que dar salida a las parturientas por que detrás venían otras. Ante aquello dijimos que queríamos el alta y que ya volveríamos, que si ese era el problema me iba a casa a dilatar. La ginecóloga reculó y nos “regaló” 2h más, pero aquí nosotros pusimos condiciones. En estas dos horas no queríamos nadie en la habitación, ni correas ni nada. Me dejaron en paz, me concentré en mi, y avanzamos. Al cabo de dos horas volvieron y estaba de 6. A partir de ahí todo fluyó. El parto ya era activo y me dejaron “en paz”. El dolor de las contracciones aumentó y me volví salvaje. Todo lo que sucedía fuera de mi me resultaba lejano, ajeno, molesto. Entré en un estado como de trance, hasta que sentí que ya no podía más. Estaba agotada. Entre contracción y contracción me quedaba dormida, de pie, literal. Vino la matrona a verme y le dije que no podía más, que hasta aquí había llegado y que me diera lo que fuera…Quería droga dura! Pero ya estaba de 10, así que, de perdidos al rio y pasé al paritorio. En este paso me volví a bloquear y me costó un rato después de llegar al paritorio recuperar las contracciones. Pero volvieron. Probé varias posturas y varias formas de empujar. El expulsivo me pareció la parte que sin duda más dolía, sentí que la vagina me ardía, la matrona me hacía muchos barridos. Pero duró poco. Creo recordar que no fueron más de cuatro contracciones. En uno de los pujos la bolsa se rompió y el líquido me alivió mucho. Y en el siguiente ya salió la cabecita, hombros y pluf…Amets había nacido. Estaba tranquilo y sonriente. Guapisimo. Y yo feliz y empoderada, y además sin desgarro. Me sentí la persona más fuerte, importante y realizada del mundo ¡El parto fue mío!