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Nacimiento de Hugo. Historia de Ana Isabel (Granada) 13 de Agosto de 2009

PARIR, es algo que deberíamos escribir siempre en mayúsculas. La experiencia que es capaz de marcarnos para siempre debería ser siempre una experiencia positiva, emocionante, familiar…sin embargo no siempre es así.

Fui madre por primera vez hace ahora casi cuatro años, y lo que prometía ser algo deseado, anhelado se convirtió en una experiencia un tanto frustrante.

Tuvimos un parto provocado porque estando de 42 semanas decidieron que era el momento de que Laura naciera aún sin tener ni ella ni yo ningún problema para esperar…El trato en el hospital fue impersonal, desagradable y con una falta de empatía que reconozco me sorprendió. Creo que no deberían olvidar que son testigos de excepción del momento más importante de muchas parejas y a veces el sentirte paciente de hospital enfría del todo la experiencia…

Laura nació sana y a pesar de ser una niña muy deseada yo no podía dejar de sentirme triste y vacía. La experiencia hospitalaria no me ayudó. No ocurrió nada especialmente anormal en nuestro parto, fueron un cúmulo de pequeñas cosas las que hicieron que un “parto normal” para ellos, para mí no lo fuera.

Todo fue pasando gracias a la ayuda, cariño y comprensión de mi pareja Antonio y al cabo de tres años decidimos tener otro bebé. A los tres meses de embarazo y sin motivo aparente sobrevinieron las pesadillas sobre el parto de Laura; no podía quitármelo de la cabeza; recordé hasta los más mínimos detalles que creía olvidados. Estar embarazada es una experiencia increíble, lo mejor que me ha pasado en la vida, y no podía ni imaginar que fuera a desperdiciarla con tantos temores.

Por suerte nuestro “ángel de la guarda” (Blanca) matrona que conocí en el embarazo de Laura, volvió a cruzarse en nuestras vidas. Tenía una visión distinta, totalmente distinta del embarazo y el parto y aunque cuando nos propuso parir en casa me pareció una locura…bendita locura! Tardamos un día en saber que eso era lo que queríamos para Hugo, nacer en casa; lo difícil fue tomar la decisión de mantenerlo en secreto, por nuestra tranquilidad y la de nuestra familia…fue mejor así. Temíamos que se convirtiera en un debate familiar y al final perdiéramos toda la magia y tranquilidad que buscábamos.

Hugo también se hizo esperar y aunque la decisión de que naciera en casa estaba tomada, a medida que pasaban los días nos íbamos impacientando. Ya tuvimos un parto provocado y ahora con la fecha de ingreso para el siguiente..Blanca fue siempre un encanto, una verdadera amiga que se convirtió en nuestra sombra y nuestro consuelo las semanas previas al nacimiento. Teníamos previsto ingresar el 12 de agosto pero puesto que todo iba bien Blanca nos animó a esperar un poco para que el parto se desencadenara naturalmente. Esa misma noche nos pusimos de parto; en apenas media hora Hugo estaba saliendo de mí y no me pareció que lo perdía como con Laura. Sentí que le compartía con Antonio, Laura y Blanca y ya esa sensación fue para mi reparadora…Entonces entendí que hay partos que curan, que no hay nada que alivie tanto el dolor como vivir la misma experiencia de un modo distinto, un parto que debería ser: respetado, acompañado, compartido, celebrado…la cara de Blanca al nacer Hugo se parecía tanto a la nuestra…!! Estaba feliz y orgullosa como una madre y en parte para él lo es.

Sé que es una experiencia distinta, que nos da miedo por el desconocimiento, pero a mi me ayudó y aún hoy lo sigue haciendo: porque vivo esta maternidad plenamente desde el mismo instante en que Hugo nació rodeado de rostros sonrientes y de puro amor y tranquilidad.

Me siento especial y no por haber dado a luz en casa…, me siento especial porque le hemos dado a nuestros hijos el regalo más importante que podíamos darles: la experiencia de nacer en casa y a Laura el participar en el nacimiento de su hermano espero que les acompañe y les una toda la vida.

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