Parto de Ayla.
Mi parto ha sido uno de los momentos más maravillosos que me ha regalado la vida, porque se hizo la magia, desde que comencé a sentir la vida dentro de mí.
Ayla es el ser fruto de mi vientre y juntas os lo vamos a contar:
Llevé el embarazo conscientemente de los distintos momentos que iba pasando. Ayla iba creciendo dentro de mí y yo no me lo podía creer, pero cada movimiento de mano suave se fue convirtiendo en pequeños puñetazos, cada patadita se iba sintiendo con ganas, y cada sonrisa tuya mi alma lo notaba y se ensanchaba.
¡Qué energía podía tener! Subí montañas contigo dentro, baile flamenco, hice yoga, y todo con la tripa cada vez más gorda...nada que ver a lo que me habían contado, contaminación de miedo que la gente te suelta sin fin alguno o por traspasar sus problemas personales.
Escuchaba mi cuerpo cada rato, y hacía lo que me demandaba: caminar, bailar, tomar cosas dulces, comer todo lo que me apetecía, sin seguir ninguna pauta cerrada. Estábamos unidas y fui sintiendo como eras: tranquila, alegre y muy dormilona. Era una gozada llevarte a todos los lados, pues mi vida era más plena contigo.
Llego el gran día, 12 de enero, rompiendo las estadísticas del médico, las contracciones venían clavadas cada 10 minutos. Creía que era un poco de lo mismo, pues llevábamos días diciendo que ya llegaba... mi compañero fiel Alber dio en el clavo, “Estas de parto Belén”, y eso me hizo reaccionar.
Comenzamos a coger los bolsos de Ayla y nuestras cosas, mientras Alber presionaba aquellos puntos de digito-pultura (al final de la clavícula, y en el talón de aquiles) cada vez que venía una contracción. No sabéis lo mucho que me ayudó este ejercicio.
La ginecóloga con la que he contratado el parto natural en el agua, me dice que en una hora nos vemos en el hospital.
Cuando llegamos allí estaba mi ángel, Regina Cárdenas, y compañera que estaría a mi lado durante el momento estelar. Pasamos juntos a la sala privada de partos, que tan familiar me parecía de la Clínica Belén: lugar hogareño que simula la madriguera donde guarecerse con la armonía de sus colores, luces música, donde respiras paz y tranquilidad.
Dejamos los trastos y comenzamos a gozar de este momento tan único y especial. Ponemos nuestra música en el equipo, ajustamos las luces a nuestro gusto, y comienzo a bailar contigo Ayla, mientras me quito la ropa lentamente. Las contracciones continúan, y sigo respirando. Juego con la pelota que hay grande y blandita, y me relajo colgándome de las telas que caen del techo, dejando mi peso muerto, y me arrastro por el suelo sobre la alfombrilla que hay en el suelo... aiiii esto es Vida.
Todo fluye sin presión, dentro de un clima de AMOR, mi pareja y yo solos en esta sala.
Regina se mantiene atenta en la lejanía, sin romper nuestra intimidad.
Oigo tu corazoncito mediante monitor a distancia... el agua me llama, así que me desnudo y me sumerjo en la piscina redonda, ¡Que maravilla! Estamos como reinas de nuestro propio reino, decidiendo cómo, dónde y cuándo. El agua va cayendo, tu padre me remoja y da masajes sin parar, y me dice la ginecóloga que estoy de 4 cm. ¡que disfrute! Todo es ánimo, Regina no me habla, me susurra, siempre en positivo y con un ánimo que levanta murallas. Se sumerge dentro de la armonía y es mi compañera que observa y guía.
Empiezo a bailar dentro de esa bañera redonda como mi vientre, me balanceo, con los ojos cerrados voy yéndome a otro mundo más lejano, con cada contracción; no tengo palabras para describir este momento, pero es iluminación en estado puro.. ¿esto es el parto? Me preguntaba, ¿Aquello tan horrible que me habían contado?, pues yo estoy rozando el cielo con las manos. Beso a beso con Alber, todo era Amor, uniéndonos los tres en una sola unidad.
La emoción iba ocupando ese espacio flotante... las lagrimas me resbalaban, la alegría no me cabía en el pecho, y el canto salía como chorro de energía por mi garganta.
Regina entró sigilosa, y me miró con un cuidado de madre, como iba la dilatación. Tras 2 horas en el agua, la dilatación había finalizado, ya estaba de 10 cm, ¡no me lo podía creer!
El cuerpo me pedía salir del agua y moverme, para sentirte salir, me arrastraba cual tigre, aullaba como una lobezno, sin parar de moverme... hasta que las contracciones se fueron aproximando.
Notaba que era un hervidero, un fuego llameante. Me tumbé boca arriba y me dejé llevar por la magia de Regina, que intuía con solo mirarme lo que necesitaba: me tomaba las piernas y las empujaba contra su pecho, iba cambiando de posturas (cuatro patas, de lado, boca arriba…). La conexión pasó de ser con mi pareja, a ser con Regina, solo quería sus manos, su fuerza, su ánimo, y despreciaba caricias que con todo el amor del mundo me daba mi pareja.
La leona en la que me había convertido, demandaba fuerza, mensajes breves y rotundos. Era salvaje.
Cuando me acuerdo de cómo me miraba, las palabras que salían de Regina, vuelvo a llorar, pues es una conexión de amor y comprensión tan grande.. que me emociona volverlo a recordar. Yo creo en la magia, y allí la hubo.
Tras dos horas de expulsivo, mi cuerpo empieza a tiritar y a sudar, y el pelo de Ayla comienza a asomar. No queda nada para verte, mi amor.
A pesar de estar exhausta, mi ser se siente libre de cadenas, el tiempo se ha parado y todo fluye en armonía. Nada químico puedo sentarme mejor que el funcionamiento natural de mi organismo, la oxitocina natural ha hecho su función y estoy gratamente drogada, he volado a otro mundo y estoy a punto de regresar. El canto se convierte en grito salvaje que sale de mis entrañas, ya no sale por la boca, sino empujando con garras y dientes.
Ayla viene mirando a otro lado, y Regina me lo cuenta mientras me mete la mano suavemente y me la coloca, en cuestión de minutos ¡es toda una artista!
“¡Lo estás haciendo muy bien Belén! ¡Eres una campeona!, ¡bravo, venga tú puedes! ¡Eres muy fuerte cielo!", palabras sabias que tocaron mi corazón e hicieron que cogiera carrerilla para el ultimo spring.
Estaba muriendo lentamente, mientras tu te asomabas, la desesperación llegaba, pero no me dio tiempo a sentirla, pues antes de cerrar los ojos de éxtasis, tú salías rosadita, riéndote y con ganas de probarme.
Todo era, aquí y ahora, vida. ¿Hay algo más maravilloso que este momento?
La luz naciente que me había estado abrasando, salía a verme. Tu padre lleno de amor y tras tanta espera en donde todo desde fuera era un tanto doloroso, te sacó de mis entrañas y te colocó en la tripa. Desde allí, trepaste sin pensarlo en busca de mi pezón y te agarraste con ganas, ¡tenías hambre pepona!
Abrí los ojos y volví a la vida siendo otra, lo sentí y lo siento hoy desde la distancia.
Ayla era preciosa, rosada rebosante de salud y pureza, eras una auténtica duendecilla, eras perfecta. Habías salido a tu ritmo, rodeada de amor, y con respeto ¿Cómo no iba a ir todo bien?
La placenta salió tras de ti, sin sentirla, pues me tenías obnubilada.
Mas que mirarte, te sentía tu latido al compás del mio, piel con piel, tantas veces visualizado antes. Estábamos unidas por el instinto animal, Casilda ya lo dijo, y era cierto.
Lo que ocurrió después esta borroso en mi cabeza, pues solo te miraba a ti... que seguías mamándome con los ojos muy abierto y sin parar de mover tus manitas bailando flamenco.
Solo recuerdo que mi mirada se encontró con mi Ángel Regina, y le dijo: GRACIAS.
Tu padre, unido a nosotras, nos acariciaba y bañaba de besos, ¡que fortaleza habías tenido, y que capacidad de escucharnos! ¡Todo un padrazo había nacido!
En piña subimos a planta, sin poder dejar de mirarte y ya en la habitación y en silencio comenzamos nuestra nueva vida en familia. Debió de subirme la oxitocina, porque estaba recuperada, feliz con Ayla encima. Es la felicidad de verdad la que me acunaba contigo y con papá.
Las enfermeras hicieron el trabajo de apoyo ante nuestra inexperiencia como papás, aunque en algún momento dado como el baño, el chupete, o la noche, quisieran pasar por encima de nuestra voluntad y hacer las cosas siguiendo el protocolo estipulado.
En 48 horas, estaba deseosa de abandonar la clínica para llegar al hogar.
En esa nube nos pasamos el primer mes de vida y no se si aun hemos caído.
Siento plenamente que la manera de parir en el agua de forma natural y con respeto, ha hecho que Ayla sea una niña sanota, risueña y mame con soltura. Me he recuperado enseguida también porque no hubo ninguna intervención artificial en mi cuerpo (ni oxitocina, ni epidural, ni puntos posteriores, ni cesárea, ni medicamentos)
Solo necesité valor y confianza para que todo fuera mágico y fluyera con soltura.
El lugar privado de la clínica Belén es donde vi mi madriguera para dar a luz.