Parto de Diana. Nacimiento de Violeta. Canarias, 2007.
"Definiría mi parto como traumático; lleno de malas prácticas y de muy poca sensibilidad."
Mi nombre es Diana y aunque hace casi un año y medio que nació Violeta es ahora cuando he tenido fuerzas para relatar y compartir con vosotros lo que fue mi parto.
Violeta, mi primera hija, nació el pasado 20 de Enero de 2007, en el Hospital Universitario de Canarias, en La Laguna. Nació tras un embarazo deseado, sin ningún problema y muy feliz. Durante el embarazo, leí mucho acerca del parto natural y estuvimos planteándonos la posibilidad de tener a nuestra hija en casa, pero era el primer parto, yo tenía 37 años y el matrón con el que contacté y que me ofrecía confianza estaba de vacaciones en las fechas en las que se esperaba el nacimiento. Así que, después de pensárnoslo mucho y de darnos mucha pena comprobar que no existen clínicas del tipo "Acuario" en Tenerife, nos decidimos por este hospital porque nos informaron que era el centro donde mayores posibilidades teníamos de tener suerte y dar con un equipo que nos ofreciera el parto más natural posible dentro de los protocolos.
Definiría mi parto como traumático; lleno de malas prácticas y de muy poca sensibilidad. De él me han quedado dos sentimientos muy marcados, uno es la sensación de que me han arrebatado, sin ningún derecho y sin ninguna razón, un momento único en mi vida, que esperaba con muchas ganas y una gran ilusión, y el otro es mucho miedo a tener otro hijo porque no quiero morirme y esto, estuvo a muy poco de pasar.
La secuencia resumida de los hechos que ocurrieron fue la siguiente:
Rompí aguas parcialmente la noche del 18 al 19 de enero, como no tenía contracciones continuadas y el líquido que iba saliendo era claro decidimos no ir al hospital hasta las seis de la tarde del día 19, intentábamos pasar el mayor tiempo posible en casa y ahorrarnos parte de los sufrimientos que después vinieron.
Entramos por urgencias y nos mandaron a la segunda planta, allí un matrón y un auxiliar, me recibieron de forma fría y riéndose de mí entre ellos, no se creían que hubiera roto aguas la noche anterior. Me dijeron que me desnudara y me dieron un trozo minúsculo de papel para taparme, me hicieron un tacto sin explicarme lo que iban a hacer y al comprobar que era cierto que había roto aguas, me regañaron por no haber ido antes y me indicaron que quedaba ingresada. Me hicieron una serie de preguntas de formulario que no tenían mucho sentido y cuyas respuestas ni escuchaban y me pasaron a la sala de dilatación, una sala con camas separadas por biombos, donde me pusieron una vía y me hicieron un registro. Yo estaba bastante asustada, el lugar era frío y no tuve ninguna cara amable a mi lado hasta que dejaron entrar a mi compañero.
El turno de estas personas acababa a las 8 de la tarde por lo que enseguida se fueron y vinieron otras, me asignaron una matrona muy agradable a la que le pedí que el parto fuera lo más natural posible, que no me lo inducirán y ella me dejó toda la noche en la sala pudiendo andar, salvo los ratos en los que me monitorizaban y ponían antibióticos por haber roto aguas.
Yo iba progresando, iba teniendo contracciones cada vez más continuas hasta que un matrón salvaje me hizo polvo con un tacto y todo se ralentizó. No era mi matrón y no tenía porqué hacerlo, debía de aburrirse.....
A las 8 de la mañana del día 20 hubo otro cambio de turno y me asignaron otra matrona, también muy agradable y competente, se llamaba Ofelia. Me ofreció una ducha que acepté gustosamente y no me obligó a ponerme un enema ni a que me rasuraran, estaba más tranquila y pensaba que todo iba a ir bien.
Me dijo que me tenían que llevar a la sala de partos porque hacía más de 24 horas que había roto aguas y había que empezar. Allí me acostaron para ya no poderme volver a mover, me colocaron electrodos internos y suero, conseguí que aún no me pusieran oxitocina.
Eran las 11 de la mañana, llevaba dos noches sin dormir y estaba muy cansada y los dolores eran fuertes. Había dilatado unos dos o tres centímetros, el cuello estaba borrado en un 90% y tenía contracciones continuas. Desde el principio dije que prefería no utilizar epidural a no ser que fuera necesario, pero la matrona, al cabo de un tiempo, me dijo que si la quería aprovechara porque los anestesistas andaban por allí y después no sería posible ponérmela, que el parto iba para largo y que ella me la aconsejaba. Me lo pensé y decidí aceptarla por el dolor y, sobre todo, por el cansancio, para poder relajarme un poco.
La epidural me la ponen sobre las 11:30, una anestesista residente, entre contracción y contracción, y dos veces porque la primera falla y en la segunda vez escucho que el catéter es pequeño pero que cree que valdrá. Se me duerme todo y noto un gran alivio y relajación. A estas alturas he dilatado 4-5 cm. Por allí pasa gente pero tengo la sensación de que pasan de mí bastante. De vez en cuando me sondan, me hacen un tacto, ......
Sobre las 2 de la tarde noto que la anestesia empieza a desaparecer y lo digo sin que me hagan mucho caso. A las 3 de la tarde ya tengo dolores fuertes que empiezan a ser insoportables y me dicen que queda mucho por delante. Consigo, tras mucho quejarme, que me pongan "unos suplementos", los llamaron, a la epidural pero estos solo duran una hora. No entiendo por qué, después de decidir ponerme la epidural, tengo que pasar por estos dolores, lo pregunto a varias de las personas que entran y salen de la sala de partos, allí nadie se presenta, pero me dan versiones diferentes que no tienen mucha lógica. Unos me dicen que me la han puesto mal, otros que han calculado menos tiempo....
Las siguientes horas las pasé retorciéndome en la camilla, cayéndoseme las lágrimas, los mocos y por más que pedí que hicieran algo, nadie me hizo ni caso. Cuando consigo que venga una anestesista me dice que son normales los dolores ya que las contracciones son muy altas y no tengo ningún efecto de analgesia.
A las 8 de la tarde vuelve a haber cambio de turno y me vuelven a asignar el matrón de los primeros momentos que no me gusta nada, me dice que he dilatado del todo, que falta un giro en la niña y que ya no me ponen nada de anestesia para que, llegado el momento, pueda empujar bien. Nada tiene sentido y por mucho que intento razonar con él, es imposible. Llegado este momento, me ha hecho tactos hasta el gato, tengo mucho frío y me han puesto un ventilador, después me enteré que tenía fiebre porque para qué nos iban a explicar nada ....
Sobre las 9 y media de la noche ya no aguanto más, le digo al matrón que quiero parir, que no aguanto más y es aquí cuando me entero que me están suministrando oxitocina sin haberme dicho nada, de ahí los dolores insoportables. Me dice que aún me queda pero insisto, se ríe, como el primer día, y me ponen las perneras.
Empiezo a empujar con todas mis fuerzas, viene una ginecóloga y quita de en medio a este matrón, ella me da ánimos y mi compañero me abanica con un abanico que alguien se ha olvidado allí y que nos viene genial. Le digo a la ginecóloga que por favor no me haga la episiotomía si no es absolutamente necesario y no la hace.
A las 10 y 10 de la noche nace mi hija. Les había dicho que nos gustaría mucho que el padre pudiera cortar el cordón cuando dejara de latir pero lo cortan inmediatamente y se la llevan a un lado para aspirarla y para hacerle no sé que cosas tan importantes......
En cuanto puede, la coge mi compañero y me la pone encima para que nos conozcamos y para que empiece a mamar, nos miran mal pero nos da igual, nadie nos ayuda, nadie parece disfrutar con este momento.....
A mi me están cosiendo pues me he desgarrado y una vez han terminado, me dicen que la placenta no sale y que van a tener que extraerla a mano. Lo hacen y también me hacen un legrado y me tienen que volver a coser. Pierdo mucha sangre y la tensión se queda en 2/4. Ahora si que me han puesto toda la anestesia del mundo y tengo mucha gente alrededor haciéndome firmar papeles y con cara de preocupación.
A la niña se la han llevado al nido y a mi compañero lo han echado fuera como muchas otras veces. Me hacen una analítica urgente y me dicen que me tienen que hacer dos transfusiones, que me las harán durante la noche en la sala de dilatación. Consigo que me las hagan en la habitación pues por medio de unos amigos que trabajan en el hospital hemos conseguido que nos ubiquen en una habitación individual y que mi compañero pueda quedarse conmigo. Lo lógico es pensar que estas habitaciones existen para casos graves y no para estar cerradas mientras no hay alguien "enchufado" (utilizo las palabras que me dijo uno de los ginecólogos cuando le dije que teníamos esa habitación).
Al día siguiente vino un ginecólogo a hacerme un tacto y de pensar en el dolor se me empezaron a caer las lágrimas. Me tranquilizó y no me hizo ningún daño, por qué no se puede ir con cuidado y con cariño?
Cuando me dieron el alta, hablé con la ginecóloga y me dijo que había tenido suerte, que estuvieron a punto de meterme en quirófano y quitarme el útero....., flipo hasta el último momento!!
En fin, tengo la sensación de malas prácticas, de muchos tactos innecesarios hechos por un montón de personas distintas, tuve hasta a un auxiliar empujándome la barriga en el momento del parto y todavía tengo que dar gracias porque en el momento del expulsivo, el matrón y el auxiliar se quitaron de en medio y la ginecóloga era buena. Hubo tan poco cariño, tan poca comprensión, me trataban como un cero a la izquierda que les da la lata mientras hacen su trabajo.
Sueño con el parto y tengo bastante pena, imagino todo lo que podría haber pasado y me pongo mala de pensar que nos podíamos haber muerto por simple dejadez.
Ahora estamos pensando en tener otro hijo, queremos intentar organizarnos para ir a la Clínica Acuario aunque viviendo y trabajando en Tenerife nos va a costar.....pero deseo poder parir de verdad y disfrutar de todo aquello que no me dejaron.
Un beso grande para todos, Diana, Nacho y Violeta
...y luego nació nuestra segunda hija, Abril, en un parto bien distinto que podéis leer aquí.