38

Parto de Patricia. Nacimiento de Samuel. Maternidad Acuario, 2006.

Pero, afortunadamente, yo soy muy cabezona…

Somos una pareja de Madrid. Estuvimos en el curso de preparación de fin de semana que hicieron en la Maternidad Acuario en Junio (el cual nos encantó y nos reafirmó en nuestra decisión de tener a nuestro bebé de la forma más natural y con la menor intervención médica posible). Nuestros nombres son Juanjo y Patricia… y aquí comienza la historia…

Yo salía de cuentas el 26 de Agosto de 2006, pero el 4 de Agosto, en una de las revisiones rutinarias que llevaba a cabo en Madrid, de pronto me dijeron al hacerme el tacto que ya tenía 4cm. de dilatación y que estaba de parto pues. Yo me encontraba perfectamente y el dolor, cuando tenía alguna contracción, era casi inexistente. ¡No podía creer que fuera cierto! La doctora que me atendía casi me ORDENÓ que fuera al hospital directamente, puesto que me veía un poco reacia a creer lo que me estaba diciendo. Ni siquiera me dejaba ir a casa a recoger la canastilla del bebé, ya que el parto era inminente.

Pero, afortunadamente, yo soy muy cabezona… y nada más salir por la puerta de la consulta, llamé a Acuario. Me atendió una encantadora matrona inglesa (siento no recordar su nombre) que al escuchar mi situación no sabía muy bien cómo aconsejarme: ¿Debía recorrer 450km. hasta Alicante con 4cm. de dilatación? ¿No era una locura? Si la doctora estaba en lo cierto, no me daría tiempo a llegar. Pero era tal mi insistencia que fue a preguntar a Pedro (mi ginecólogo allí), llegando a la conclusión de que era mejor no arriesgarse y quedarnos en Madrid.

Soy diabética tipo I con tratamiento de insulina desde hace 13 años. También tengo hipotiroidismo desde hace unos 10 años. Hace 5 años me tuvieron que operar y me extirparon el ovario izquierdo y parte del derecho. Hace 2 conseguí quedarme embarazada de forma natural, pero tuve un aborto a las 6 semanas de gestación. Por todas estas causas tuve que ponerme en tratamiento para hacerme una fecundación "in vitro". Después de este duro tratamiento, sólo consiguieron extraerme un óvulo, que posteriormente fecundó, prosperó y me fue implantado. Se puede decir que tuve suerte, porque en la primera FIV y con sólo 1 óvulo conseguí quedarme embarazada de nuevo.

Fui muy constante y cuidadosa durante esos 9 meses, manteniendo mis niveles de azúcar lo más ajustados posible, mediante controles y análisis de sangre y orina continuos. Juanjo me ayudó todo lo que pudo, vivimos el embarazo intensamente, lloramos juntos, reímos juntos… sé que se habría cambiado por mí si hubiera podido…

En el cuarto mes de embarazo fue cuando tomé la determinación: no quería sentirme como una enferma en una cama de hospital, enganchada a un monitor, enganchada a unos goteros, sin poder moverme y compartiendo mi intimidad con un montón de gente extraña. Quería vivir y sentir plenamente el nacimiento de nuestro hijo. Quería que ese momento tan especial fuera sólo nuestro, de los tres. Por supuesto, Juanjo siempre me apoyó.

Para mí, ir a Acuario a dar a luz, era un sueño que había estado persiguiendo durante casi 9 meses, ahora no iba a rendirme.

Así que, a pesar de todo y de todos, decidí hacer caso a mi instinto, que me decía que esto sería muuuuy largo, y fuimos a casa, donde Juanjo recogió corriendo todas las cositas de nuestro pequeño y todo lo que se acordó de lo nuestro, y salimos rumbo a Alicante.

Durante todo el camino estuve en contacto con la matrona, que andaba preocupada por si no llegábamos a tiempo. He de reconocer que Juanjo y yo también comenzamos el viaje un tanto asustados; pero cuando llegamos allí, hacia las 2 de la madrugada, ya estábamos bastante relajados. La matrona nos esperaba impaciente y extrañada de que yo estuviera tan fresca. Al hacerme la exploración encontramos la respuesta: sólo estaba con 1´5 - 2cm. máximo de dilatación. Nos faltó llorar después de todo… Esa noche nos dejaron una habitación en la maternidad y, al día siguiente, hablamos con una mujer del pueblo que nos alquiló un apartamento durante 2 semanas (yo ya no podía hacer el viaje de vuelta estando así). Juanjo tendría que ir y venir el pobre de Madrid a Beniarbeig como fuese pudiendo debido al trabajo.

Así, el día de la Virgen de Agosto a las 7 de la tarde, comenzaron unas contracciones más largas y dolorosas. Fuimos a recoger a mi madre a Denia, que venía para quedarse conmigo y Juanjo se marchaba a Madrid a trabajar. Pero antes de marcharse decidió esperar un poco ya que las contracciones no desaparecían como otras veces. A las diez y media de la noche ya estaba instalada en la última habitación libre que quedaba en la maternidad, con 5cm. de dilatación. Allí estábamos los tres. Según pasaban las horas, ellos medio dormidos, yo cada vez más despierta. Pasé la noche dilatando entre la habitación y el jardín. Una noche fantástica de Agosto; para mí, inolvidable.

Los paritorios estaban a tope, creo que nos pusimos de acuerdo 4 ó 5 mujeres esa noche. Me parece que al final yo fui la última. Sobre las 8 de la mañana del día siguiente (16 de Agosto) Pedro me rompió la bolsa porque ya estaba completamente dilatada y, sin embargo, el bebé estaba muy alto, el parto aún no había empezado.

Hasta ese momento, todo había ido estupendo, yo estaba asombrada de lo relativamente fácil que me estaba resultando. A las 10 de la mañana ¡¡POR FIN!! entré en el soñado paritorio, con unas contracciones casi insoportables. Digo "casi" porque las siguientes fueron mucho peor. Estuve 3 horas intentando que mi bebito saliera. Juanjo siempre conmigo controlando mi azúcar, transmitiéndome su energía, animándome a seguir. Nuestro pequeño tan tranquilo ahí dentro. Yo muriéndome. Un gran equipo el nuestro. Al fin, Pedro me dijo que finalmente tendría que ser cesárea, mi pelvis era muy estrecha y el bebé quedaba encajado. Recuerdo que logré decir entre todo mi dolor y frustración; "¡¡Después de todo lo que he pasado, una cesárea!? ¡¡Pues que sea YA!!" Creía que había llegado al límite de mi resistencia y que 5 minutos más así acabarían conmigo.

Por suerte, Paco creo que se llamaba el otro ginecólogo, se arriesgó a decirme que si ponía todo de mi parte, podía intentar sacarlo con fórceps. ¡Pues claro! ¡Tampoco me iba a rendir ahora! Y así fue como lo conseguimos… a las 13:17 horas, Samuel llegó gritando a este mundo. Lo pusieron sobre mí nada más salir, fue maravilloso verle por primera vez, sentir su calor en mi pecho, su corazoncito junto al mío… hasta que Juanjo cortó el cordón que nos unía y, claro, Samuel como protesta se meó encima de mí. Nos miramos los tres y, por primera y única vez en estos meses, lloramos los tres juntos.

Debo dar las gracias a la matrona y la auxiliar que estuvieron conmigo en el paritorio, que a pesar de lo difícil de la situación, no dejaban de darme todo su apoyo y su fuerza. Me ayudaron muchísimo. Para nosotros, fueron como una familia durante nuestra estancia, nos dieron una agradable y calurosa acogida, un trato humano y una despedida con lágrimas. Hicieron posible nuestro sueño de un parto en el que los protagonistas éramos sólo nosotros. Y para recordarlo, ¡Samuel forma parte del censo de Beniarbeig!