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Parto en Casa Laietania

4.30h del 9 de abril: Unas contracciones que vienen y van como unas olas suaves que se funden con la arena hacen que me desvele y ya no pueda dormir más. Durante el día voy sintiendo contracciones muy espaciadas, nada regulares y muy suaves. 

Hablo con mis tres guardianas: Lara, mi madre y Nerea, para que estén atentas. Puedo hacer vida normal así que llevo a Asier a la escoleta y vuelvo a casa para acostarme y descansar. Por la tarde la lluvia nos deja dar un paseo y eso activa las contracciones. Cuando viene una, ya tengo que pararme y respirar. Pero... "¡Esto va para largo!" Pensaba yo. Para cenar me apetecen unas empanadas argentinas del bar de argentinos que tenemos cerca de casa. Cenamos y yo duermo a Asier. 💫

23h. Empiezo a contar las contracciones porque noto que ya son más seguidas pero siento que aún va para largo "no estoy de parto aún. Mañana pariré". Pero la aplicación no me dice lo mismo: "en caso de ser un segundo parto, acuda a su hospital de referencia ya". Eso me hace dudar y Ernesto llama a las matronas de Casa Laietania para explicarles la situación. Alba me dice: "Lara, ¿Tu quieres parir esta noche? Pues avisa a tu madre, y relájate". A mi madre le sobraron minutos para llegar a casa a quedarse con Asier por si el parto se activaba. 🧡

00h Mi madre y Ernesto empiezan a hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y hablar y ... Yo pienso "¿Por qué hablan tanto?" Me molesta el ruido. "Me voy a descansar a la cama porque esto va para largo". Ernesto se da una ducha, se toma un café y me dice que después, si quiero, ya nos podemos ir. Él sabe que estoy de parto activo ya. Desde la habitación oigo como dice 'ui, está respiración ya ha cambiado. Está de parto" pero yo seguía pensando que no, que iba para largo. Me apetece darme un baño en casa y Ernesto en silencio me acompaña, llena la bañera y llama a Nerea.

1.34h. Nerea llega a casa, entra al baño conmigo y hablamos mientras va capturando momentos con su cámara. Cada vez duelen más. Sí, ¡duelen! Las respiro y las canto pero duelen, son intensas. Conecto con mi primer parto en el que estuve tantas horas dentro de la bañera, transitando las olas uterinas y con la mirada hacia dentro, cerrada a todo lo externo, y mi cuerpo me pide salir de la bañera. Algo me dice que tengo que moverme. 

2h. Salgo del agua y las contracciones ya no paran: son intensas, dolorosas, me hacen gritar como una leona, como una pantera, como una mamífera. "Nos tenemos que ir ya" les digo a Nerea y Ernesto. No puedo vestirme, no hay stop entre contracción y contraccion. El dolor me transporta al parto de Asier cuando pedí la epidural, pero Nerea, mi madre y Ernesto me van recordando el poder que tenemos para parir, "sí puedes". Nerea hace una llamada a Alba, la matrona: "id llenando la bañera, que venimos muy apurados, quizá no llegamos" 

En la calle me bajo los pantalones, me sobran. Nerea tiene claro que ya estoy empujando y me ofrece subir a casa porque ya estoy en la fase de expulsivo. Noto la presión de la cabeza y tengo ganas de hacer caca, grito y me voy al suelo en cada contracción. El bebé ya quiere nacer, pero yo necesito llegar a Casa Laietania para dejarme ir. 

Recuerdo estos minutos como los más intensos y más dolorosos, estoy a punto de perder el control, de bloquearme pero con ayuda de Ernesto y una fuerza interna consigo subirme al coche y respirar, respirar, RESPIRAR. 

2.40h. Llegamos a la puerta de Casa Laietania y Alba me recibe en el coche como un ángel de la guarda. "Cuando tú sientas que puedes salir, sales y entramos" me dice. "Es que no quiero, no quiero que salga la cabeza, ahora te pediría la epidural". Tengo tanto miedo. ¿Voy a poder transitar ese miedo? Con el primer parto no pude transitarlo sin epidural. Pero ahí están todas esas personas que me van recordando que sí puedo. 

Ingresamos en la Casa de Naixements. Me empiezo a desnudar por el pasillo y cuando entro en esa habitación cálida, con música familiar, lianas y una bañera esperándome, me dejan de doler las contracciones. El dolor se ha esfumado y empiezo a cantar cada contracción.

Se van presentando las matronas, silenciosas, dulces, amorosas, sin indicaciones de lo que tengo que hacer. Ernesto se va a aparcar y yo le pido que no lo haga, que nuestro bebé ya va a nacer. Pero tarda menos de un segundo. "¿Puedo meterme en la bañera?" Pero aún no está llena, me ofrecen preparar la ducha por si quiero ir pero veo una liana que me invita a colgarme. Un pujo. "Viene con la bolsa intacta, ¿Lo quieres ver?" me dice Alba. Veo la bolsa asomar y no me lo puedo creer. Este bebé me regala la experiencia de tener un parto velado. 

Entre contracción y contracción abro los ojos y me encuentro con una mirada amorosa, reconfortante, que mueve la cabeza afirmando que sí y me sonríe como una luz que me recuerda silenciosa lo poderosas que somos las mujeres: Lara.

"La bañera está lista" me susurra Alba. Me ayudan a entrar en la bañera, me cuelgo en la liana que hay. Ernesto me besa, me acaricia. El momento de más dolor ya pasó y río, hago bromas, estoy feliz y tranquila. Antes del próximo pujo mi mirada se cruza con una frase escrita en la pared "You can do it" guaaaaau. 

Un pujo. Sale la cabeza. Aiii quema, quema pero imaginaba que quemaría más, siento un punto de placer. "Ya ha salido la cabeza, el siguiente pujo notarás el movimiento de tu bebé haciendo el giro" Alba parece un ángel enviándome señales, ¡Qué tacto!

3.04h Siguiente y último pujo, ese que me trae a mis brazos ese bebé que me ha acompañado 9 lunas. Ernesto lo coge, dentro de su bolsa y me lo da. "Es un niño, amor. Es un niño" 

"¡Lo he hecho! Lo hemos hecho. He parido"
Bienvenido al otro lado de la piel, Aren. 

Yo sé parir.

10 de Abril del 2024