Parto en el Hospital de Mataró
Miércoles 15/09, 7.30 a.m.: unas aguas claras en el suelo del w.c. me avisaban de que algo pasaba. Avisé a Ernesto y, con emoción, le informé de que acababa de romper aguas; "el parto no va a tardar". Decidimos que él se fuera a trabajar y yo le iría diciendo cualquier cambio que notara. Esa mañana, me fui a pasear por la playa mientras el líquido caía como una cascada en cada paso que daba. Las contracciones me empezaron a invadir, poco a poco y muy suaves, pero por la tarde pararon y la emoción de pensar que arrancaba, se desvaneció un poco. "¡Un paseo! Vamos a dar un paseo largo a ver si vuelven a activarse". Pero no, tenía pocas contracciones y muy espaciadas. ¡Seguimos!
Jueves 16/09, 6 a.m.: llamé a nuestra matrona porque en nuestros planes no entraba romper la bolsa y se me activó la alerta, el miedo. El sistema tiene protocolos rígidos con la bolsa rota, y eso no me ayudaba. A las 14h p.m. nos visitó B. y todo estaba perfecto, Asier late fuerte y constante. Podía esperar hasta que el parto surgiera espontáneo o tomarme un aceite para activarlo. Ernesto me apoyaba en cada decisión que tomara. Decidí esperar un poco más. ¡Seguimos!
Viernes 17/09, 12.30 p.m.: después de 53 h con la bolsa rota, acepté la primera ayuda para que el parto se activara porque no podía sostener ir en contra del sistema durante más horas. Me tomé el aceite, comimos, intenté echarme la siesta pero a los 30 minutos empezaron las contracciones pre-parto: una contracción de unos 30 segundos y sin ritmo fijo. El aceite no había hecho efecto aún, pero al aceptar la ayuda mi cuerpo se abrió. Ernesto me relevó en este momento y él se encargaba de hablar con B.. Me metí en la bañera de casa porque el cuerpo me pedía agua. ¡Qué alivio! Mientras Ernesto preparaba el salón en intimidad, solo con la luz de las velas. Necesitábamos estar solos en intimidad transitando esas primeras contracciones y dijimos a B. que viniera más tarde. Ahí ya empecé a perder la noción del tiempo, pero recuerdo que ella llegó hacia la hora de cenar. Empezó, entonces, la logística. Ella y Ernesto se pusieron manos a la obra para llenar la bañera de parto.
A partir de aquí, sólo recuerdo cosas sueltas sin colocarlas en ninguna franja horaria ni espacial: Ernesto se fue a buscar una pizza, B. me hizo un masaje en la cara, iban informando a Vero (la fotógrafa) que llegó a la madrugada, me prepararon una infusión que en ese momento me sabía riquísima, se encargaban de calentar agua para tirarla en la piscina, me ponían toallas frías en la frente, me ofrecían el abanico.
Madrugada del 18/09: recuerdo surfear cada contracción vocalizando suave, descansando entre contracciones. Recuerdo irme, desvanecerme y volver para ver a Ernesto entregado a mí, trabajando la espera y la paciencia. ¡Qué gran compañero de vida! Llegó un momento que el cuerpo me pedía empujar. ¡PUES EMPUJA, NO LO RETENGAS! me dijo B. Las vocalizaciones dejaron de ser suaves para convertirse en gritos salvajes de mamífera. Ya llevábamos casi 20h de parto en casa y la intensidad de todo me empezó a descontrolar. Aunque sabía que ya faltaba poco, después de 1h, el dolor descontrolado me hizo entregarme a lo que necesitaba en ese momento. "Necesito ayuda, descansar de este dolor. ¡Necesito subir al hospital!" Y entonces las lágrimas me invadieron. Estaba bien así, aceptar esa ayuda seguía siendo mi camino.
Sábado 18/09, 9 a.m.: Nos despedimos de V. (que estuvo sigilosa, profesional y al servicio durante ese ratito en casa) y nos subió B. al hospital, nos acompañó hasta la unidad de partos y ahí nos despedimos de ella. Cuando entramos, explicamos todo y pedí, por favor, la epidural, otra vez me vine abajo. En ese momento, volví a aceptar que ese era mi camino y que estaba bien así. Conocimos a nuestros ángeles allí: E. y T. Después de ponerme la epidural, vi la luz. Sentía cada contracción y podía moverme pero ya no sentia esa intensidad de dolor. ¡Asier, sigo aquí contigo. Juntos con esto! Empezaron a pasar las horas, y las horas, y las horas ... Ahora a cuatro puntos de apoyo, ahora con una pierna arriba, luego la otra ... Epidural, oxcitocina, antibiótico intravenoso ... Me entregaba a todo lo que iba viniendo.
Durante 4h en dilatación completa, empujaba y empujaba pero el cuello uterino no borrado del todo, interrumpía que la cabeza de Asier bajara de nivel. Y llegó otro momento de derrumbe y entrega: "Lara, si a las 4h de dilatación completa no se da a luz el protocolo es utilizar ventosa". Una hora más estuve empujando mientras las matronas me ayudaban a que la pelvis se abriera colocando las piernas de diferentes posiciones. Pero, ¡No! No podía más, y acepté la ventosa viendo todo lo que me estaban ayudando y que hice todo lo que estaba en mis manos.
Sábado 18/09, 21.12 p.m.: Nació Asier. ¡Corta, corta! ¡Viene con vuelta de cordón! ¡No acaba de hacer buena oxigenación! ¡Frota la espalda! ¡Llamar a la pediatra! ¡Corre, corre! ... El paritorio se impregnó de pánico, pánico por parte de los profesionales ... Incertidumbre por mi parte, yo confiaba que todo estaba bien pero cuando me quise dar cuenta ya no tenía bebé entre mis brazos. Acababa de parir, después de 32h de parto intenso, tropezando y aceptando, entregándome con amor ... pero me sentía vacía; vacía por dentro y vacía por fuera. Estuve 2h sin mi hijo, sola en la sala de partos porque Ernesto subió a neonatos con Asier. Y ahí empezó la carrera de obstáculos hasta que conseguimos, después de 6 días, que nos dieran el alta para empezar nuestra vida en familia. A Asier se lo llevaron a la incubadora con respirador y sonda, el domingo conseguimos quitarle la sonda y el respirador para poder darle lactancia materna a demanda y mucho piel con piel. El miércoles nos lo dejaron traer con nosotros a la habitación y el viernes nos íbamos a casa JUNTOS.
La vida nos ha puesto a prueba y estoy tranquila con esta experiencia de parto gracias al acompañamiento que tuvimos por parte de B. en casa y de E. y T. en el hospital. Ha sido muy duro sobretodo desde que él naciera. Estar separados los tres, pruebas y más pruebas. Pero nada es en vano, y nada pasa porque sí. Gracias Asier por este camino.
¡Qué poderosas somos las mujeres!
18 de septiembre del 2021