Parto en Hospital clínico San Cecilia Granada
Tuve un buen embarazo. En las ecos se veía un bebé tirando a pequeño pero entre niveles normales y seguros. Hacia la semana 37 el percentil empezó a caer. En la semana 39 fui a monitores al hospital y vieron que el percentil era 4.0, justo en el límite de que fuera peligroso.
Me explicaron que el protocolo era inducción en la semana 40, en mi fpp. Me dijeron que los bebés tan pequeños no lo pasaban bien en el útero después de la fecha. Me explicaron que podía negarme, si le pasaba algo al bebé seria bajo mi responsabilidad, y que en ese caso me daban otra cita en la semana 40 para ver cómo iba. Me vi presionada a aceptar la inducción. Fue un golpe para mí pues estaba muy mentalizada en no ponerme epidural y llevar un parto lo más natural posible. Y la inducción era lo contrario, con la oxitocina sintética las contracciones son mas dolorosas y casi todo el mundo necesita epidural.
Me quedaba la esperanza de que había 7 días para que se desarrollase el parto y además en caso de inducción me ponían un tampón de prostanglandinas y esperaban 24 horas. En esos 7 días tuve muchas dudas sobre la inducción pues el bebé estaba bien, el doppler era muy fuerte, la cantidad de líquido correcta, no había signos de restricción de alimento. El día antes de la inducción acudí al privado para tener una segunda opinión. La doctora me explicó que era lo más recomendable viendo mis datos y me hizo sentir segura de que era la decisión correcta. Me exploró y me dijo que estaba de 1cm y que estaba teniendo contracciones de parto pero eran muy suaves y yo no sentía nada. También me dijo que estaba en una situacion muy favorable para el parto y que tenía muy buena pelvis y que me iba a ir bien.
Salí de allí muy animada y positiva. Antes de irme a dormir expulsé un poco de tapón mucoso con sangre. Llevaba 2 semanas expulsandolo sin sangre. Alrededor de las 5:20 de la madrugada empecé a tener mis primeras contracciones. No me lo podía creer, me estaba poniendo de parto en el tiempo de descuento. Mi niño había decidido salir en su día. Tenía cada 6 minutos. Desayuné un plato de arroz integral con verduras. Tenía miedo de no estar alimentada, que no me dejaran comer y beber. Decidí llevarme algunos snack pero para mi agradable sorpresa no hicieron falta porque me daban de comer. Aunque si es cierto que después de las 8 de la tarde no podía comer nada y vomité varias veces...pero no nos adelantemos. Durante los 9 meses me había imaginado dilatando en casa pero decidí acudir al ingreso programado aunque estuviera de parto en vez de ir por urgencias, me ahorraba urgencias y ya tenía el test covid hecho del día de antes. De ese modo tenía que dar consentimiento de que me podían aplicar cosas para la inducción pero no pensé que fueran a hacerlo porque para mí estaba ya de parto.
Me vio una ginecóloga las 11:30 de la mañana. Había tenido contracciones todo el tiempo pero se me habían parado un poco en el hospital, ya me habian puesto monitores y segun me dijo la matrona eran muy 'ligths'. Me hizo un tacto, 1.5 cm y el cuello se estaba empezando a borrar, la doctora consideró que era mejor poner las prostanglandinas. Y así veíamos pasar el tiempo, en una habitación que no tuve que compartir y en la que tenía intimidad. Las contracciones se iban volviendo más dolorosas, las respiraciones me ayudaban a sobrellevarlas. Yo en todo momento mantuve la verticalidad. Si descansaba era con el respaldo de la cama elevado. Intenté dormir, creo que no llegué a dormir pero descansé. Intentaba moverme, tenía pelota, anduve a gatas por la habitación, di paseos por los pasillos y hasta bailé una canción. Es muy importante mantener la movilidad. De vez en cuando venían a monitorizarme y cada vez eran más intensas las contracciones, el parto progresaba adecuadamente.
Ya sobre las 7 u 8 de la tarde la verdad es que estaba regular y la matrona A. me recomendó que me metiera en la ducha. Sabía que la ducha o la bañera aliviaba, pero no me imaginé que tanto. Mi marido me echaba agua cuando venía la contratación porque yo no podía ni agarrar el mango. Tenía fuerte dolor en los muslos y me echaba el agua por ahi. Me vino muy muy bien, estuve mucho tiempo e intentaba darme agua de beber para no perder hidratación (estar metida en agua caliente deshidrata). Hacia las 10 de la noche le pregunto a A., que si podía mirar de cuánto estaba. Me dijo que los tactos no se hacían así como así, que tenía que haber una razón. Yo estaba totalmente de acuerdo, de hecho, lo tenía indicado en mi plan de parto pero habían pasado 11 horas... Me dió la razón y me miró y estaba de 2.5cm. Habia avanzado 1 cm en 11 horas. Aún así no me desilusioné, estaba muy motivada, muy mentalizada que iba a ser largo. Que un parto primerizo sin 'ayuda' ni técnicas que aceleraran como yo quería que fuese, lo normal es que fuera largo. Me explicó que la cabeza estaba en el primer plano y que eso era mejor que si estuviera de 6 cm y la cabeza a 10 cm del canal.
Unas 3 horas más tarde las contracciones se volvieron más fuertes y me era más complicado sobrellevarlas. Pedí el óxido nitroso. Me vino otra matrona, L., diciendo que iba a tardar y como me vió regular me propuso quitar el tampón de prostanglandinas y meterme de nuevo en la ducha. El tampón no estaba (lo encontramos ya en casa pegado a una de las braguitas que me cambié) y la ducha de nuevo me vino bastante bien. Pero cuando salí ya se hacía difícil. Vino el óxido nitroso y me ayudaba mucho pero era duro. Pedí que me llevaran a paritorio por si necesitaba epidural. Hasta ese momento estaba muy lejos de pedirla. L. me exploró para ir a paritorio, estaba de 4 cm. Me explicó que el niño estaba en posterior y que esa posición con la epidural podía acabar en instrumental. Sabía que no quería epidural y me informaron para que conociera los riesgos.
Me indicó que me pusiera a cuadrupedia para que se colocara bien. Estuve a partir de ahí en cuadrupedia todo el tiempo que pude, además era la posición en que mejor soportaba el dolor y nació bien colocado. Vino un celador con una silla para llevarme a paritorio y me preguntó L. si prefería ir andando. Le dije que sí pues sabía que mantener movilidad es muy beneficioso. Fui andando con mi amiga, ya inseparable, bombona, mientras le suplicaba a mi marido que me pidiera otra antes de que se acabase. Él me decía 'tranquila, que está casi llena, no se ha gastado casi nada.' Cuando llegué a paritorio la matrona Al. se presentó, me preguntó si quería ir al baño, y si quería la epidural. A lo que conteste que no sabía, ya no dije que no. Me preguntó también algo así como si había algo que debiera saber y le dijimos que había plan de parto. Se lo leyó entero. Y las 2 cosas que no eran posibles me lo dijo, que mi marido no podía entrar a quirofano en caso de cesárea, y que no podía comer si me ponía epidural (tenía puesto que quería comer y beber durante el parto) Me pareció razonable y dije que vale. Ahí fue cuando empezó a tope. Eran contracciones muy largas, muy muy fuertes y sin respiro entre ellas, no respiraba aire, sólo el oxido nitroso.
Al poco rato me dieron ganas de empujar. Me miraron y estaba de 5 cm. Me dijo que el niño estaba muy abajo y por eso tenía la sensación pero que no empujara porque me iba a hacer daño que aún me quedaba mucho rato. Yo no podía evitar empujar y empujaba pero no muy fuerte jeje. Yo le decía a mi marido el niño está aquí ¡ya! Y me dijo 'Son las 2, ¿tu crees que para las 4 ha nacido?' y le dije que antes. Al final me derrumbé mentalmenre y tuve que pedir epidural. Ahí se me olvidó todo, los beneficios de no ponermela, que el niño estaba en anterior... No me fue tan fácil ser fuerte cuando se está ahí aunque hubiera aguantado sin ella, ahora veréis por qué.
Cuando dije que la quería dije, pero para dentro de media hora, intentando apurar al máximo sin epidural. Vino el anestesista, encontramos un claro sin contracciones y me la puso (muy bien puesta, no sentí nada el pinchazo). Para cuando me hizo efecto yo ya sentía que el niño estaba aquí. Me dijo Al. 'Duérmete y descansa un rato'. Y yo 'no, si el niño va a salir ya..' me miró con cuidado de no romperme la bolsa, para entonces me había salido en forma de bolita por la presión tan grande que había. Y efectivamente estaba para empujar. Me puse a empujar como me había enseñado la fisio (diciendo aaaa) cuando me venía una contraccion (temblaba entera con cada contracción, por las hormonas fluyendo me dijeron). Al. Me dijo que veía la cabeza y que no se movía, que empujara en apnea. Empujé un par de veces así y me dijo 'voy a salir un poco, sigue empujando, si me necesitas estoy en la puerta'. No sentí que lo hiciera a malas, sino de verdad ella pensaba que quedaba mucho y por darnos intimidad.
Pero a los 5 minutos le pedí a mi chico que por favor la llamara. Vino y le dije que el niño está aquí y lo tengo sin ti. Y ya se quedó conmigo. Al. Me recomendó ir cambiando de postura e iba cambiando de bocarriba, a un lado y a otro. Mi marido me agarraba una pierna con la rodilla hacia dentro para que la pelvis estuviera en la rotación correcta. La fisio nos explicó que durante la dilatación las rodillas hacia afuera y en el expulsivo hacia dentro. Vino otra mujer, no sé si era enfermera o auxiliar, y se puso a hacer lo mismo en la otra pierna. Me sacó unas agarraderas de la cama pero no llegaba bien y no las usé. El niño coronó, le toque la cabeza con las manos. A mí me pusieron epidural para 5 cm, no para un expulsivo, seguía sintiendo todo, tenía bastante control para empujar y cuando coronó sentía un ardor muy fuerte arriba. Se me hacía duro empujar contra el dolor.
Empujaba suave para no desgarrarme pero no pasaba nada. Al. me animaba a empujar fuerte. Dije la típica frase 'no puedo'. Recordé que en las clases de preparación al parto nos dijeron que cuando se dice esa frase es que no queda nada. Entonces tomé aire y empujé con todas mis fuerzas mientras gritaba muy fuerte. Cuando terminé sentí que la cabeza estaba la mitad fuera y sin pensar repetí el pujo. El cuerpo salió sólo detrás, no tuve que empujar más. Cuando tenía medio cuerpo fuera empezó a llorar. Y nació, a las 3:22 de la madrugada, sin médicos, sin intervenir salvo por las prostanglandinas.
No sé cuánto tiempo estuve en expulsivo empujando pero seguro que no superó los 40 minutos en total. Inmediatamente me quitaron la bata y me lo pusieron en mi pecho, piel con piel, le pusieron un gorrito, nos taparon con un empapador y no nos separaron en dos horas. Se tiró las dos horas llorando menos unos 15 min que estuvo mamando, nos costó como una hora que enganchara. Nosotros, padres primerizos, solos en un paritorio, mi chico estaba reventado (yo estaba perfectamente, se me habia pasado todo), hacía frío y mucha luz (quizás por eso lloraba) y con el niño que no había forma que parara de llorar y que comiera, pero eramos inmensamente felices. Después ha sido un bebé súper bueno y no ha llorado apenas.
Bueno, seguimos con el parto, que no había acabado, yo seguía teniendo contracciones para expulsar la placenta. Me seguía doliendo la parte de arriba y tenía mucho miedo de que me hiciera daño al echar la placenta pero no sentí nada. Vieron que la placenta y el cordón era pequeños, pudiera ser esa la razón de un percentil bajo de peso. Esperaron a que el cordón dejara de latir para cortarlo. Nos dieron un zumito a mí y otro a mi marido. Me exploraron y tenía un desgarro abajo por dentro (me sorprendió pues me habia dolido arriba.) Le pedí que me pusieran anestesia para los puntos, que podía sentir todo. Cuando terminó el piel con piel, el papi cogió al bebé para pesarlo, lo arrullaron y me lo volvieron a poner encima. Mientras tanto me cambiaron de cama y me llevaron en esa cama a planta con mi bebé en brazos. Él lloraba y todo el mundo me decía enhorabuena y para mí fue uno de esos momentos especiales de la vida donde me sentía inmensamente feliz.
Al llegar a la habitación le dijeron al padre que cogiera al bebé y le llevó a que le pusieran la vitamina k y la pomada de los ojos. A mí me palparon el útero y dieron otro zumo y una magdalena. Me preguntaron si quería hacer pipí y les dije que sí, que tenía muchas ganas y me dijo que esperara a que volviera mi marido por si me mareaba. Mi recuperación fue buenísima, al día siguiente me sentía genial. Una enfermera nos preguntó si queríamos bañar al bebé, le dijimos que no y nos dijo 'muy bien, tiene toda la vida para bañarse'. El simple hecho de que preguntaran en vez de proponer me pareció un detalle.
Cuando supe que estaba embarazada, a pesar de ser buscado y quedarme a la primera tuve un poco de tristeza. No conectaba con el bebé, ni tenía ilusión y eso me hacía sentir culpable y mal. En el posparto no me he sentido triste, al contrario, estaba muy feliz. Tener a mi pequeño en brazos me hacía feliz y recuerdo esos días como unos momentos sumamente bonitos. Estoy segura de que todo ayudó; tenía el fuerte apoyo de mi marido, los abuelos nos ayudaron mucho en las tareas del hogar y fue mi parto soñado.
Me siento tremendamente agradecida por todo.
A mi marido, que estuvo al pie del cañón 22 horas, se leyó unos apuntes que teniamos muchas veces, no podría haber elegido mejor compañero de vida. Desde que supo que estaba embarazada no se descuidó ni un momento en cuidarme.
A mi pequeño, por decidir salir en su día y por bajar por el canal del parto prácticamente él solo. Por darme el parto que yo necesitaba, cada bebé está hecho para cada madre. El momento de estar agotada empujando durante 3 horas era uno de mis miedos, y cuando ví como estaba siendo el expulsivo me sentía euforica, no podía creer lo bien que estaba saliendo, no me sentía cansada, sino muy motivada a empujar. Me sentía feliz porque me había puesto la epidural en el momento justo. Ahora pienso que debería de haber prescindido de ella pero porque sé que quedaba muy poco y porque el dolor se olvida.
Al hospital y al personal que me atendió, por los consejos, por darme intimidad en la dilatación, y por respetar mis decisiones. Doy gracias por que tuvieran unos protocolos actualizados y respetuosos, que por desgracia, viendo los testimonios es mucho de agradecer. Me traían comida y no es que me dejaban moverme sino que me lo recomendaban. Solo me pusieron la vía cuando pedí epidural y me la quitaron cuando llegué a la habitación. En la habitación también el trato impecable y ayuda con la lactancia y con todo.
Me doy gracias a mí misma, por estar tranquila e ilusionada en vez de nerviosa y con miedos. Por haber superado el gran miedo que tenía a parir y convertirse en ganas de parir, en ganas de vivir una experiencia que me iba a marcar y me hace ver lo fuerte que podemos ser las mujeres, haciendo el parto nuestro.