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¿Parto natural dentro de un hospital?

Creo que lo mejor es contaros la versión corta de mi historia porque quiero enfocarla en lo que pasa con los partos naturales en los hospitales y digamos que la versión completa sería demasiado completa, lo que nos desviaría del tema.

Bueno, yo había elegido el parto natural un poco por influencia de mi hermana que es comadrona fuera de España, otro poco porque soy "antimedicamentos" y otro poco porque es lo que me parecía lógico, pero tenerlo en un hospital fue cosa de mi marido que estaba acostumbrado al parto "de toda la vida", o sea, en el hospital, con anestesia y con "más seguridad" y no le hacía gracia un parto en casa. Confieso que no discutí mucho este tema con él porque también me sentía un poco insegura con esa idea ya que era mi primer embarazo y desconocía los límites de mi cuerpo así como sus reacciones.

Al cumplir las 40 semanas de embarazo, me encontraba muy bien pero mi bebé no daba señales de querer nacer. Mi hermana, que había venido para estar conmigo, me decía que tenía 2cm de dilatación pero yo no sentía ningún dolor.
Los días fueron pasando y al cumplir las 42 semanas y estar llevando el embarazo a través del servicio público de salud, me dijeron que tocaba ¡¡¡provocar el parto!!! Esa idea no me hacía gracia pero la verdad es que no tuve valor para plantar cara y esperar a que mi bebé quisiera salir por si sola. Valor para enfrentar a mi marido que por más que me apoyara en el parto natural, siempre ha sido partidario del riesgo cero, valor para esperar más y dejar que mi hermana que había venido a ver el nacimiento se fuera sin verlo, y valor para decidir esperar ya que todos los médicos dicen que lo mejor es no hacerlo; sin embargo yo me sentía bien y en todos los monitores me decían que la bebé estaba estupenda.

Era un martes por la mañana cuando ingresé en la Mutua de Terrassa, lugar que elegimos porque además de estar cerca de casa también pareció tener procedimientos favorables al parto natural. Lo primero que hice fue entregar a la comadrona de turno mi plan de nacimiento y ella lo aceptó pero me advirtió de que en un parto provocado las probabilidades de un parto natural se reducen. En fin... no lo discutí e intenté mentalizar tanto para lo bueno como para lo "malo". Fue entonces que ocurrió la primera de las cosas que me indignaron de este proceso...

Hacía aproximadamente una hora desde que me habían puesto la primera pastilla de prostaglandina (la que ayuda a borrar el cuello del útero) y aparece un señor (que no se presentó ni nada) diciéndome que me haría un tacto. No lo entendí porque hacía poco que la comadrona me había hecho uno, entonces se lo cuestioné a ella que me contestó: "Es que todavía no le había comentado al doctor que querías un parto natural y él iba a romperte la bolsa. ¡¡¡UAU!!! ¡¡¡Alucina!!! El proceso de "provocación" acababa de empezar, teníamos todavía un margen de 24 horas para empezar con el siguiente paso (oxitocina) y este señor ¡¡¡ya me quería romper la bolsa!!! Pero bueno, no lo hizo y seguimos con el plan original.

Se pasaron las 6 horas, pusieron la segunda pastilla y nada. Cuando bajé de la habitación para que me pusieran la tercera pastilla, nos encontramos con otro turno de comadronas y como con las anteriores, yo lo primero que hice fue comentarles que tenía un plan de parto y para mi alegría, la comadrona de este turno era super a favor e incluso me estuvo animando y explicando las posibles sensaciones y sentimientos que vendrían con los dolores porque ella estaba segura que la tercera pastilla era la vencida.

Efectivamente, cuando se acababan las 6 horas yo empecé a sentirme incómoda y al hacer los monitores pudimos comprobar que eran contracciones, pero aun así me pusieron la cuarta pastilla y una hora después los dolores ya eran intensos lo que no me permitía estar quieta. Subimos a la habitación y mi hermana intentó ayudarme hablándome de la importancia de la respiración e intentando identificar mis dolores pero yo ya estaba completamente alterada. Ya gritaba de dolor y solo intentaba buscar la mejor posición (que en aquella altura era a cuatro patas encima de la cama). Creo que no estuve en la habitación más de 10 minutos y confieso que empecé a pensar en anestesiarme porque el dolor ya era demasiado intenso y frecuente. Pedí que me bajasen otra vez a la sala de partos porque los muchos metros cuadrados de la habitación se me hacían pequeños y las buenas intenciones de mi hermana me hacían culpable por pensar en la anestesia.

Una vez abajo, me pusieron en la sala de parto natural de la mútua y a mi disposición habían pelota, cuerdas, sillas y etc pero cuando me venía la contracción yo solo podía ponerme de cuclillas y chillar como si no hubiese mañana. Mi marido que estuvo todo el rato conmigo animándome, ahora me abanicaba porque yo tenía mucho calor.

Pensé unas cuantas veces más en acabar con el dolor y en esos momentos la comadrona me hablaba, me animaba y me daba fuerzas, lo que la hizo ser realmente clave y me hizo que confiara en ella porque sabía que sus intenciones eran de que yo cumpliera mi sueño y mi objetivo. Entonces fui pasando las contracciones una a una hasta que en una de ellas se rompió la bolsa. Las aguas eran claras y eso me tranquilizó. Las contracciones seguían, yo empujaba y todo parecía ir sobre lo previsto pero una hora después la comadrona me pidió que me calmara y que si posible me acostara. Yo lo hice con mucho sacrificio y ella seguía animándome y diciéndome que no tardaríamos en ver a mi bebé.

Acostada en la cama duré poco ya que la mejor posición seguía siendo de cuclillas, entonces la comadrona me miró y me dijo que lo mejor ahora era llamar al anestesista porque mi bebé necesitaba descansar y yo con mis empujones no le estaba dejando, con lo cual, la anestesia me haría relajar y el bebé también.

Yo confiaba tanto en ella y en que ella había hecho todo para que mi parto fuera natural (incluso más que yo) que no dudé de su parecer porque sabía que estaba haciendo lo mejor para el bebé y para mí. Llamamos al anestesista y a partir de entonces puedo decir que ¡¡¡perdí el control de mi parto!!!

Ahora lo pienso y fue como un antes y un después de la llegada del anestesista.

De repente mi marido ya no estaba a mi lado y empezaron a entrar personas que hablaban cuchicheando y preparaban cosas. El momento de la anestesia fue horrible porque además de aquella posición incómoda, la comadrona apretaba con el monitor en la parte baja de mi barriga (justo donde tenía las contracciones) para no perder los latidos del bebé, una enfermera me ponía oxígeno y otra me aguantaba los hombros para que no me moviera (como si fuera posible quedarse quieta cuando venían las contracciones). La primera anestesia falló y tuvimos que repetir el procedimiento (como si no bastara con una vez), y luego llegó aquél señor del día anterior. Sí, aquél que me quería romper la bolsa, y me dijeron que me trasladarían al quirófano.

Yo ya estaba asustada con todo aquél movimiento de gentes, pero esta noticia me cayó como una bomba porque vi el final del sueño de un parto natural. Me decían que era por tema de espacio, pero aquello me parecía trola y más con aquél señor de por medio... me vi con una cesárea a la vuelta de la esquina.

La comadrona se despidió de mi (se acababa su turno) y me dijo que la bebé estaba bien y que todo iba bien, sin embargo tenían que intervenir para que todo siguiera así.

Una vez en el quirófano, estábamos yo, él señor y un enfermero. Le pregunté si mi marido vendría y el señor sin mirarme a la cara dijo: Si yo veo conveniente, sí. Me quedé parada una vez más con su actitud tan poco humana, pero esperé.

La sala empezó a llenarse de gente y todos me hacían cosas SIN DECIRME NADA, cosa que estaba expresamente dicha en mi plan de parto, o sea, que se me informara de todo que se me hiciera.

Finalmente llegó mi marido y me pusieron las piernas en el famoso cabestro. La ginecóloga residente me enseñó la ventosa y dijo que con esa ayuda nacería mi bebé. Por un lado me tranquilicé, ya que al menos no sería cesárea, pero por otro estaba completamente decepcionada porque yo sentía que ella ya estaba a punto de nacer y me veía capaz de hacerlo sola, sin embargo mi opinión no valía nada porque el parto no era mío ...

Me pusieron la ventosa y ¡¡¡vi estrellas!!!! ¡¡¡Me hizo muuuuucho daño!!!! Me quejé, pero era como si nadie me escuchara, ni una palabra de consuelo. Me indicaron que venía una contracción y que debía aprovecharla para empujar y yo lo hice con todas mis fuerzas y también grité con todas mis fuerzas porque la anestesia me había quitado el dolor de las contracciones pero no me había quitado nada de sensibilidad (lo había comprobado con la ventosa y ahora con la cabeza de mi bebé).

Salió la cabeza de mi bebé y con su cuerpecito aun dentro de mi, aquél señor de antes (aun sin mirarme directamente) me dijo:
_ Gritando o sin gritar, el dolor será el mismo.
Y yo, le contesté:
_ Pero si tengo ganas, voy a gritar
Y para mi sorpresa me dijo:
_ Hombre, a mi me molesta

Este es de aquellos momentos que no sabes qué decir de tan absurdo que te parece y que después te arrepientes de no haber dicho nada... Me vino otra contracción y con un empujón salió el cuerpo de mi bebé. Esta vez no grité, pero no porque él lo hubiese dicho, sino porque no me hizo falta.

No dejaron que el cordón latiera hasta el final (cosa que estaba especificada en mi plan de nacimiento) pero me dejaron acabar de sacarla. Finalmente el piel a piel me hizo olvidar todo lo demás en aquél momento, pero mientras contemplábamos la belleza de nuestra bebé, allí abajo me "trasteaban" y seguían sin decirme nada de lo que pasaba. Sentí todos los puntos y manos por allí, me quejé, pero nuevamente no me hicieron caso.

Sé que lo importante es que todo acabó bien, pero no puedo olvidar los contrastes de este parto. Sensaciones tan buenas de comprensión y aliento durante la dilatación con el ángel de comadrona que me tocó, y luego sensaciones de incertidumbre e impotencia cuando tienes delante tuyo alguien que se dice profesional de la obstetricia pero que no es capaz de comprender el dolor y la sensibilidad del momento del parto.

En fin... al final la versión corta resultó no ser tan corta pero espero que hayáis podido entender mis alegrías y decepciones al intentar tener un parto natural en un hospital. Realmente pienso que todo depende del personal que te toque pero está claro que el porcentaje de profesionales dispuestos a hacerlo realidad es muy bajo y a la primera de cambio te quitan tu momento solo por garantizar el servicio y conservar su reputación a través del mínimo riesgo.

Por cierto, después he sabido que este señor tiene varias denuncias y simplemente no las hace caso.