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PVDC, la historia de Cris

Me pongo en contacto con ustedes para contarles mi pvdc, porque me gustaría compartir esta historia por si puede ayudar a alguien tanto como me ayudaron a mi los relatos de pvdc que leí aquí. Siento las faltas de ortografía, pero escribo desde la tablet y no es sencillo manejar los acentos. Tras mi primer parto que terminó en una cesárea que me provocó una depresión postparto que apenas me permitio disfrutar de mi bebé, decidí que haría todo lo posible para evitarla en el segundo embarazo.

Por internet vi que lo mejor para ello era el parto natural y me mentalizé para ello. Como soy un poco vaga/dejada no me puse en contacto con doulas ni grupos de apoyo y mi única fuente fue internet, de especial ayuda vuestros relatos de pvdc.

Lei todo lo que encontre sobre partos naturales, evitando aquellos que hacian referencia a partos sin dolor, y me mentalicé para realizar la hazaña más dolorosa de mi vida. Como en mi primer embarazo, me puse de parto un domingo a las 3:30 de la mañana: alguna contracción y la tripa suelta. Las contracciones eran irregulares, no lo controlé con reloj, pero a veces venían dos seguidas y otros pasaba mucho tiempo entre ellas (en algún momento incluso pude dormir un poco entre ellas). Lo que si me parecieron más dolorosas que la primera vez, porque recuerdo que me dio el primer ataque de pánico:"si esto son las primeras no voy a poder resistir las siguientes". La primera vez me vino bien andar entre contracciones, pero esta vez cada vez que lo hacía veía las estrellas.

No tengo pelota de pilates, así que me senté en el sofá con las piernas cruzadas y parece que eso me calmó. Sobre las 7:30 se despertoó mi marido y le comenté que hoy nacía, pero que era pronto para ir al hospital (no volvería a cometer ese error). A las 9 se levantó mi hijo, y por primera vez quiso que le diera yo el desayuno a pesar de estar su padre. Recuerdo dárselo y luego jugar un poco con él, aguantando las contracciones cuando llegaban. A las 11 dije que sería mejor llevarlo con mis padres, como habíamos acordado. Llamé para decirlo y sé que mi madre me preguntó si prefería que vinieran ellos, pero yo dije que no, que había tiempo. Asi que mi marido se lo llevó mientras yo me volvía a acomodar en el sofá con un libro. Recuerdo agradecer esa calma, y también que empecé a notar que las contracciones ya eran más regulares.

Cuando volvió mi marido, serían las 12, le dije que mejor nos íbamos ya, que si esperábamos no se si soportaría el viaje. Andar los pocos metros al ascensor y al coche fue horrible, en cada contracción me tenía que parar y agarrarme a mi marido (y como ya he dicho, al estar de pie me venían más seguidas). Monté en el asiento de atras del coche y ni cinturón me pude poner. Por suerte tenemos el hospital cerca y no fue mucho camino, además al ser domingo no había mucho lío y pudimos aparcar frente a la puerta de urgencias. Alli ya empezaba a pensar como lo podria hacer para llegar, cuando una mujer muy amable ante mi sufrimiento nos indicoó que había sillas de ruedas, no os podéis imaginar mi alivio al poder volver a sentarme!!! De alli me empujaron a planta donde me recibió una matrona muy amable que me examinó y, para mi sorpresa me dijo que ya estaba de 5 cm!!! Ante la pregunta de si queria epidural le dije que no y me dijo que ella también habia dado a luz sin epi, lo que me animó mucho.

Llamaron a mi marido para que me ayudara a ir a la sala de dilatación/parto, lo que me costó horrores porque ya se habían llevado la silla. Ya era seguro, estaba de parto. En la sala la matrona simpática me ofreció pelota, pero a pesar de todo lo que había leído sobre pelota y baños y esas cosas que estaba dispuesta a hacer para sobrellevar las contracciones, el "sillón de tortura" en el que me examinoó me había parecido tan cómodo que me pusieron la cama en esa posición y así pasé mi dilatación (imagino que no es lo normal sin epi, puesto que oí comentar a la matrona "ella quiere así" cuando entraron sus compis).

A diferencia de mi anterior parto, este fue super respetado, la matrona simpatica me indicó que lo mejor que podía hacer era relajarme en las contracciones (en lugar de tensarme como yo hacía) y nos dejaron solos. Solo un comentario negativo de otra matrona, a la que llamaré la borde, que se enfadó conmigo porque me preguntó si habia roto aguas, le dije que creia que no y me negué cuando quiso comprobarlo (no por nada, pero su compañera acababa de mirarme). Como he dicho nos dejaron solos, y recuerdo pasar las contracciones diciendo "relaja, relaja, relaja" y tratando de hacerlo. También colgarme del cabecero de la cama (que estaba elevado como en una silla), hasta que entró la matrona simpática a ver el registro y me puso una sábana para poder colgarme mejor. Respecto al dolor, no lo recuerdo tan horrible como esperaba, aunque mi marido dice que le dolía hasta a él de verme. Tras unas cuantas horas me paso algo extraño, las contracciones me parecian más cortas y diferentes, notaba mucha presión abajo, pero no el abultamiento de la cabeza, y tenía la necesidad de cambiar de postura, pero no sabía cómo. Fue mi segundo momento de pánico, porque la cesarea habia sido porque en ese punto mi niño "no bajaba". Asi que pedí a mi marido que llamara a alguien. Entró la matrona borde, me examinó y me dijo que ya estaba dilatada, y que no empujara (la simp´tica desde el principio me dijo que empujara si lo necesitaba) que me estaba haciendo no se que con la presión. A continuación fue a apoyarse con su brazo sobre mi tripa en lo que a mi me pareció una maniobra de ¿Kristeller?, tal vez porque hace poco me habían mandado un articulo sobre ella. Recuerdo gritar "NO, NO, NO" y la matrona paró y se fue dando un portazo. "Se ha cabreado" dije a mi marido.

A continuacion no se porque se me encendio una vela, me levanté y me puse a cuatro patas. No podéis imaginar el alivio que eso supuso, la siguiente contracción desapareció la presión ¡y noté el abultamiento!, luego entraron las matronas, alguien preguntó si queria parir así, yo dije que no sabía, que así me encontraba mejor, otras dos contracciones y de pronto noté la quemazón: "quema, quema, quema", yo gritaba de alegría, aunque creo que lo entendieron como queja porque alguien dijo que eso estaba bien, pero de pronto volví a notarla subir, y volvió a entrarme el pánico: "se sube" grité desesperada, "es normal" me dijo la matrona simpática, "empuja despacio, no de golpe". Entonces noté que iban a hacer algo:"no" dije, "tranquila, es un masaje para evitar que te resgarres" dijo la simpática. Me relajé y me concentré en empujar despacio, un par de veces más noté el ardor y de pronto hoy gritar "mami, mami coge a tu niña" miré y alli entre mis piernas vi que se escurría, no sé como solté las manos (estaba a cuatro patas y con ellas me sostenía apoyada en la cama) y la cogí antes de que se cayera. Tampoco sé cómo me levanté con ella en brazos y me senté en la cama, abrazándola.

De lo que ocurrió a continuación solo tengo un vago recuerdo. Sé que me pusieron oxitocina, recuerdo quejarme por ello, pero ya me daba igual, había parido a mi niña y eso ya no me lo podían volver a robar. Recuerdo que cortaron el cordón porque comentaron algo de si no sería ya muy tarde para extraer la sangre para la donación. Recuerdo que me cosieron un pequeño desgarro que me había hecho la enana al salir "posiblemente con las uñas": un punto interno y dos en el labio. Y en algún momento se la llevaron para las pruebas. Pero eso ya es otra cosa. Solo me falta añadir que a la alegría de haber podido parir a mi niña se sumó una recuperación maravillosa y rápida. Este parto me sirvió para curar la herida de la cesárea, aunque reconozco que nunca hubiera sido posible sin ella. Y respecto a las matronas, estoy convencida de que las dos eran unas maravillosas profesionales, pero mientras la simpática me tenía en cuenta y me explicaba todo lo que iba a hacer, la borde simplemente se dedicaba a hacer su trabajo, casi como si yo fuera un mueble. En circunstancias normales no me hubiera dado cuenta, pero con escarmentada que yo estaba de lo anterior, esta vez no lo podía permitir.