Reclamación HUCA Oviedo
Estimados/as señores/as:
Les hago llegar esta reclamación con el fin de exponerles mis experiencias del parto y el pre-parto en el HUCA, así como para pedirles una respuesta por escrito que aclare algunos de los hechos acontecidos.
El 19 de octubre nació mi hijo por cesárea programada debido a una presentación podálica. Mi experiencia en el paritorio, las decisiones tomadas por los profesionales médicos y el trato recibido tuvieron un impacto profundamente negativo sobre mi experiencia de parto. Lo explico: una vez en la sala de cirugía, previamente a la realización de la cesárea, los anestesistas tuvieron ciertas dificultades a la hora de administrar la anestesia espinal (me tuvieron que pinchar varias veces). Finalmente, me aseguraron que estaba todo bien. Después, se procedió a comprobar que estaba siendo efectiva: me aplicaron un espray en las piernas para comprobar si tenía sensación de frío, o si la anestesia estaba funcionando correctamente. Contesté que sí notaba el frío y planteé mis dudas sobre la efectividad de la anestesia. Se me ignoró completamente y se me aseguró que eso no iba a ser un problema, que notaría “algo” durante la cesárea, pero nada de dolor, y se continuó con el proceso sin hacer más comprobaciones. Pero sí que hubo problemas: noté perfectamente los primeros cortes, que fueron acompañados por el dolor más intenso que he sentido en mi vida. Cuando empecé a gritar, me aplicaron anestesia general de urgencia para dormirme. Recuerdo estar semi-consciente durante la operación porque seguía sintiendo dolor. No vi nacer a mi hijo. No oí nacer a mi hijo. Cuando me desperté del todo, estaba en una sala de reanimación sin haber conocido a mi hijo. Tuve que esperar en la sala cinco horas, y cada vez que preguntaba por mi bebé la enfermera se burlaba de mis demandas y me decía que por qué tenía tanta prisa, que ya tendría el resto de mi vida para estar con él.
La experiencia causó un profundo impacto psicológico del que me estoy reponiendo poco a poco: ha influenciado mi experiencia en el postparto, el apego con mi bebé en las primeras semanas y está dificultando mi capacidad para confiar en los profesionales médicos. Todavía tengo pesadillas en las que revivo los cortes una y otra vez, en las que se llevan a mi hijo, para no devolvérmelo. Todavía siento terror al acudir a una consulta de ginecología.
Después de la cirugía estuve en el HUCA durante tres días. En este tiempo, ningún profesional acudió a hablar conmigo sobre lo que había pasado. Nada de esto aparece en mi informe médico: a efectos oficiales, tuve una “cesárea normal”. El hospital me está diciendo que mi trauma no existe.
Llegados a este punto, deseo pedirles que me contesten a esta carta explicando por escrito lo que ocurrió el día de mi cesárea, por qué no funcionó la anestesia, por qué se siguió adelante con el procedimiento cuando yo manifesté mis dudas sobre sus efectos y por qué nada de esto aparece en mi informe médico. Exijo también que esta carta y su contestación figuren en mi historial.
Desgraciadamente, este no es el único motivo para escribir esta nota. Previamente al día de la cirugía, registré una petición al hospital para que mi acompañante estuviera conmigo todo el tiempo: durante la aplicación de anestesia, la operación y en la sala de reanimación. Estuve sola en los tres lugares. Pedí que no se llevaran a mi hijo a otra sala mientras me recuperaba en reanimación; tuve que recuperarme alejada de mi bebé, que estaba en una sala contigua llamando a su madre. Se me informó de que las cosas debían de ser así por cuestión de protocolos. Estos protocolos están anticuados, no se corresponden con los existentes en otros países de la UE (mucho más respetuosos con el bienestar de las madres), y deben actualizarse. Soy consciente de que esto es algo que se viene pidiendo desde diferentes asociaciones y me parece increíble que no haya ya sido el caso en un hospital como el HUCA, que presume de ser moderno e innovador.
Finamente, creo que merece la pena mencionar el pésimo trato que se da a las mujeres que acuden al hospital para el seguimiento rutinario del embarazo. Siempre que fui me encontré con decenas de mujeres encintas hacinadas en salas de espera minúsculas y sin ventanas (en medio de una emergencia sanitaria), sentadas en sillas de plástico, esperando durante horas. En una ocasión, había tantas embarazadas esperando ver a los ginecólogos que no cabían en la sala de espera y tenían que estar de pie en el pasillo, o sentadas en el suelo. En otra ocasión, cuando ya estaba embarazada de 9 meses, yo y otra mujer en la misma situación estuvimos esperando cinco horas para ver a una especialista.
El servicio de salud nacional lo pagamos entre todos y todos nos merecemos que nos traten de una manera humanizada. El trato recibido en el HUCA es una vergüenza para dicho servicio. Espero que se tengan en cuenta estas experiencias a la hora de revisar protocolos, gestionar partidas económicas y tratar a los pacientes.
Sin nada más que añadir, quedo a la espera de su respuesta y le agradezco su atención de antemano.
Atentamente,
Inés