Testimonio de parto
Lidia. Mi primer parto. Parto exprés en el agua, sin epidural.
El día 3/3/2020 me acosté a las 00.00 y según me acosté noté algo raro dentro de mí.
Le dije a mi chico “algo ha pasado” y según me levanté para ir al baño empapé las bragas y parte del suelo líquido amniótico. Me volví a tumbar un poco asustada por si era una fisura y no estaba de parto o si efectivamente en unas horas empezaba el parto. Al día siguiente teníamos monitores con Marina por la mañana. Semana 39+3.
A los pocos minutos empecé con todos los clichés: sensación de que algo me había sentado mal, dolor como de regla… Soy primeriza y aunque lo había oído, no lo tenía identificado.
A la hora y media ya estaba con contracciones y sangrando. Llamamos a Marina a las 01:30. Efectivamente nos corroboró que estaba de parto. Nos citó para monitores a las 7:30. Y nos dio pautas para sobrellevar las contracciones en casa.
Una hora más tarde ya estaba con contracciones muy fuertes cada cinco minutos. Usando agua caliente para llevar mejor el dolor. Intentando mantener la calma y no perder los nervios. Apenas hablaba. Sólo pensaba que si ese iba a ser el nivel de intensidad durante las 10-15 horas que suele durar un parto, pediría la epidural. Intentaba recordar todo lo leído en hipnoparto y en parir sin dolor y si me concienciaba mucho conseguía bajar la intensidad de la percepción del dolor signicativamente.
En una hora o menos, sobre las 3:30, me empezaron las ganas de empujar en mi casa. Luchar contra las ganas de empujar fue de lo más duro, pero pensaba que, si en ese momento lo hacía, me desgarraría. Volvimos a llamar a Marina y nos citó a las 4:30 (yo ya tenía contracciones cada 3 min).
Tenía miedo a montar en el coche porque eran 40 min de viaje sin tener la libertad de movimientos. Cuando me conseguí montar en el coche puse en práctica todo lo aprendido en hipnoparto, técnicas de relajación y escucha al cuerpo que conozco. Conseguí llegar a un estado de seminconsciencia tal que mi chico pensaba que me había quedado dormida y se había detenido el parto (cosa que desde luego no estaba pasando).
Cuando llegamos al hospital desde el coche a la puerta (20 metros andando) tuve dos contracciones con ganas de empujar donde ya era muy difícil detener al cuerpo. De hecho, no lo conseguía. Marina me estaba esperando en la puerta. 4:50 am.
Entramos a monitores y me exploró y me dijo que estaba dilatada de 10cm y que ya estaba tocando la cabeza. Yo no me lo podía creer. Había hecho la dilatación completa yo sola en casa en 4 horas realmente intensas.
La matrona nos llevó a la sala de partos natural. Yo estaba totalmente metida en el “planeta parto”. No se si llegué a decir mas de 5 frases esa noche. Me ofreció el entonox, lo probé, pero me mareaba y me sacaba de mi estado de consciencia. Lo deseché.
Cuando la bañera estaba llena me metí en ella y empecé a empujar. La habitación en penumbra, el agua caliente y mucho respeto. Nadie me tocaba, nadie me hacía sentir mal. Sólo recibía comprensión y ánimo.
Me puse a empujar de una forma tan instintiva, poderosa y salvaje que fue lo que más me impactó del parto. Iba cambiando de postura según lo necesitaba. Aparecieron una ginecóloga y una pediatra que se mantuvieron en un segundo plano. En el primero estaban la matrona y mi chico.
Empujaba cambiando de posturas intentando escuchar al cuerpo y siguiendo las recomendaciones de la matrona y de lo aprendido previamente.
Cuando ya no tenía mas fuerza mi matrona me volvía a pedir que cogiera aire y siguiera empujando. Físicamente ya no podía más, pero sacaba fuerzas. Pensaba que me iba a explotar algo. Llegó el aro de fuego (lo mas duro) pero ya sabes que estas cerca de terminar. Salió a la cabeza y fue una liberación. Al siguiente pujo el resto del cuerpo. Bebé encima de mí y liberación total (5:55 am).
Estaba tan en shock por la rapidez con la que había ido todo que no pude ni llorar. Ya tenía a mi bebé en brazos. No me lo podía creer. Corte del cordón cuando dejó de latir. Piel con piel. Alumbramiento de placenta. Puntos por el desgarro con anestesia local.
No he sentido más miedo y a la vez curiosamente, más empoderamiento en toda mi vida.
Gracias a Alejandro por el buen equipo que hicimos, gracias a Mario por estar a la altura y gracias al equipo de matronas por el parto natural y respetado.