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TESTIMONIO DE UN PARTO Valladolid
Llevaba varios días notando contracciones indoloras a lo largo del día, pero no molestaban ni influían en mi vida diaria.
Al cabo de una semana, a las 4 de la madrugada, empecé a notar contracciones más molestas pero muy irregulares, pude volver a dormir y seguir el día con normalidad.
A la hora de comer empezaron a volverse más dolorosas aunque muy espaciadas y a partir de las 10 de la noche se volvieron más regulares, cada 10 minutos más o menos. Intenté dormir en los "descansos" pero a partir de las 3 de la mañana el intentar "dormir" se volvió imposible.
A partir de las 5 de la mañana se abrieron las puertas del infierno del dolor: entre contracción y contracción ya no había descanso, sólo más dolor y molestias.
A pesar de no cumplir el ratio de contracciones que te recomiendan para ir al hospital (contracciones cada 4 minutos durante una hora), a las 6 de la mañana rogué a mi pareja que me llevase porque no sabía cómo gestionar el dolor.
Cuando llegamos me exploraron y me dijeron que estaba ya de parto, con 6 cm de dilatación, y que si quería me ponían ya la epidural (yo decidí ponérmela)
Afortunadamente la médica que me puso la epidural me explicó el proceso muy bien y dejé de sentir dolor, aunque sí reconocía cuando tenía contracciones y no perdí la sensibilidad en las piernas.
Me dijeron que tendría que esperar a que acabase de dilatar.
En una de las exploraciones, a las 7h30, rompen sin querer la bolsa, pero me dicen que parece que va todo rápido y bien y no hay problema.
A las 10h me dicen que sigo en 9 cm (hay que llegar a 10) y que la criatura está en posterior (debería estar en anterior, mirando al culo no a la tripa, que así todo fluye más rápido y fácil). Yo sigo notando las contracciones, de alta intensidad según los monitores, aunque sin dolor.
Me enchufan oxitocina también y me dejan esperando a ver que pasa.
Pasan las horas y empiezo a notar que las contracciones bajan intensidad y frecuencia, a eso de las 12h vienen a verme y dicen que en un rato vamos a intentar ayudarle a coronar haciendo pujos, aunque no esté de 10 cm aún. En el rato que nos dejaron esperando, mi pareja y yo nos damos cuenta de que el latido del peque en los monitores sonaba muy lento y yo había dejado de tener contracciones.
Después de media hora aparece la matrona que me estaba haciendo el seguimiento y, al menos, 6 personas más. Sólo se presentaron dos mujeres que se identificaron como mis médicas y no nos volvieron a dirigir la palabra ni a mi pareja ni a mí para explicar lo que sucedía.
Me taparon las piernas, me dijeron que tenía que empujar cuando me dijeran (ya no tenía contracciones), mientras una persona me realizaba la maniobra de Kristeller apoyada sobre mis costillas.
Sin saber que pasaba y con todo el mundo interviniendo de una u otra manera entre mis piernas y alrededores, sólo podía seguir las instrucciones que me daban a falta de cualquier tipo de explicación.
Finalmente me hicieron una episiotomía (4 puntos externos y uno interno) y sacaron al bebé con ventosa (kiwi) pero se le llevaron directamente a otra mesa-cuna con calor. Al parecer le cortaron no se qué del cordón por equivocación así que comenzó a perder sangre y manchar a chorretones la habitación. Yo entré en pánico y comencé a llorar de angustia sin que nadie nos dijera qué estaba sucediendo en ningún momento.
Tras expulsar la placenta, me pusieron al pequeño llorando piel con piel, y una vez se había ido todo el personal de la habitación, una residente por fin nos arrojó algo de luz sobre la situación:
Al parecer esperaron mucho tiempo para tomar la decisión de tratar de hacerle bajar usando los pujos y las contracciones y después de 5 horas sin bolsa, el peque empezó a estresarse y disminuir la frecuencia cardiaca y por eso hubo que intervenir de forma instrumental.
Al final el plan de parto en el que pedía que se me informase de todo el proceso y procedimientos, piel con piel inmediato y pinzamiento "tardío" del cordón, no sirvió de nada.
Tras los dos días de ingreso (el personal que revisaba al bebé me asesoraba sobre lactancia y me facilitaba paracetamol, ibuprofeno y frío para la cicatriz fue muy simpático), me dijeron que vendría el ginecólogo a revisarme antes de darme el alta. Tras varias horas de espera, y ya con el alta del niño, nos acercamos nosotros a recepción y nos dijeron que pensaban que ya nos habían dado el informe del alta, que nos podíamos ir y que ya me llegaría carta para revisión con el ginecólogo en cuatro meses.
En el informe no se menciona la maniobra de Kristeller.
_
Análisis personal:
Me da la impresión que si en lugar de haberme dejado a solas con mi pareja durante tantas horas, alguien nos hubiese guiado recomendando posibles cambios posturales que podía ir adoptando o cómo debía pujar para intentar facilitar al bebé la bajada y quizá que cambiase de postura, puede que se hubiera facilitado el expulsivo sin necesidad de instrumentos. Me quedo con la sensación de que estuve muchas horas sin hacer absolutamente nada que quizá pudieran haber sido más provechosas si me hubieran guiado y ayudado.
Una vez decidieron intervenir para facilitar el expulsivo, mi pareja y yo perdimos nuestra identidad como personas para pasar a ser parte del mobiliario de la sala, en mi caso dejando de tener control y conocimiento sobre lo que estaba pasando en mi cuerpo.
Estoy convencida de que si se hubieran dignado a comunicarse con nosotros y explicarnos cuál era la situación que estábamos atravesando, nuestro sufrimiento hubiera sido muy diferente ya que no habríamos tenido la angustia total de no saber absolutamente nada de lo qué estaba sucediendo.
Al cabo de una semana, a las 4 de la madrugada, empecé a notar contracciones más molestas pero muy irregulares, pude volver a dormir y seguir el día con normalidad.
A la hora de comer empezaron a volverse más dolorosas aunque muy espaciadas y a partir de las 10 de la noche se volvieron más regulares, cada 10 minutos más o menos. Intenté dormir en los "descansos" pero a partir de las 3 de la mañana el intentar "dormir" se volvió imposible.
A partir de las 5 de la mañana se abrieron las puertas del infierno del dolor: entre contracción y contracción ya no había descanso, sólo más dolor y molestias.
A pesar de no cumplir el ratio de contracciones que te recomiendan para ir al hospital (contracciones cada 4 minutos durante una hora), a las 6 de la mañana rogué a mi pareja que me llevase porque no sabía cómo gestionar el dolor.
Cuando llegamos me exploraron y me dijeron que estaba ya de parto, con 6 cm de dilatación, y que si quería me ponían ya la epidural (yo decidí ponérmela)
Afortunadamente la médica que me puso la epidural me explicó el proceso muy bien y dejé de sentir dolor, aunque sí reconocía cuando tenía contracciones y no perdí la sensibilidad en las piernas.
Me dijeron que tendría que esperar a que acabase de dilatar.
En una de las exploraciones, a las 7h30, rompen sin querer la bolsa, pero me dicen que parece que va todo rápido y bien y no hay problema.
A las 10h me dicen que sigo en 9 cm (hay que llegar a 10) y que la criatura está en posterior (debería estar en anterior, mirando al culo no a la tripa, que así todo fluye más rápido y fácil). Yo sigo notando las contracciones, de alta intensidad según los monitores, aunque sin dolor.
Me enchufan oxitocina también y me dejan esperando a ver que pasa.
Pasan las horas y empiezo a notar que las contracciones bajan intensidad y frecuencia, a eso de las 12h vienen a verme y dicen que en un rato vamos a intentar ayudarle a coronar haciendo pujos, aunque no esté de 10 cm aún. En el rato que nos dejaron esperando, mi pareja y yo nos damos cuenta de que el latido del peque en los monitores sonaba muy lento y yo había dejado de tener contracciones.
Después de media hora aparece la matrona que me estaba haciendo el seguimiento y, al menos, 6 personas más. Sólo se presentaron dos mujeres que se identificaron como mis médicas y no nos volvieron a dirigir la palabra ni a mi pareja ni a mí para explicar lo que sucedía.
Me taparon las piernas, me dijeron que tenía que empujar cuando me dijeran (ya no tenía contracciones), mientras una persona me realizaba la maniobra de Kristeller apoyada sobre mis costillas.
Sin saber que pasaba y con todo el mundo interviniendo de una u otra manera entre mis piernas y alrededores, sólo podía seguir las instrucciones que me daban a falta de cualquier tipo de explicación.
Finalmente me hicieron una episiotomía (4 puntos externos y uno interno) y sacaron al bebé con ventosa (kiwi) pero se le llevaron directamente a otra mesa-cuna con calor. Al parecer le cortaron no se qué del cordón por equivocación así que comenzó a perder sangre y manchar a chorretones la habitación. Yo entré en pánico y comencé a llorar de angustia sin que nadie nos dijera qué estaba sucediendo en ningún momento.
Tras expulsar la placenta, me pusieron al pequeño llorando piel con piel, y una vez se había ido todo el personal de la habitación, una residente por fin nos arrojó algo de luz sobre la situación:
Al parecer esperaron mucho tiempo para tomar la decisión de tratar de hacerle bajar usando los pujos y las contracciones y después de 5 horas sin bolsa, el peque empezó a estresarse y disminuir la frecuencia cardiaca y por eso hubo que intervenir de forma instrumental.
Al final el plan de parto en el que pedía que se me informase de todo el proceso y procedimientos, piel con piel inmediato y pinzamiento "tardío" del cordón, no sirvió de nada.
Tras los dos días de ingreso (el personal que revisaba al bebé me asesoraba sobre lactancia y me facilitaba paracetamol, ibuprofeno y frío para la cicatriz fue muy simpático), me dijeron que vendría el ginecólogo a revisarme antes de darme el alta. Tras varias horas de espera, y ya con el alta del niño, nos acercamos nosotros a recepción y nos dijeron que pensaban que ya nos habían dado el informe del alta, que nos podíamos ir y que ya me llegaría carta para revisión con el ginecólogo en cuatro meses.
En el informe no se menciona la maniobra de Kristeller.
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Análisis personal:
Me da la impresión que si en lugar de haberme dejado a solas con mi pareja durante tantas horas, alguien nos hubiese guiado recomendando posibles cambios posturales que podía ir adoptando o cómo debía pujar para intentar facilitar al bebé la bajada y quizá que cambiase de postura, puede que se hubiera facilitado el expulsivo sin necesidad de instrumentos. Me quedo con la sensación de que estuve muchas horas sin hacer absolutamente nada que quizá pudieran haber sido más provechosas si me hubieran guiado y ayudado.
Una vez decidieron intervenir para facilitar el expulsivo, mi pareja y yo perdimos nuestra identidad como personas para pasar a ser parte del mobiliario de la sala, en mi caso dejando de tener control y conocimiento sobre lo que estaba pasando en mi cuerpo.
Estoy convencida de que si se hubieran dignado a comunicarse con nosotros y explicarnos cuál era la situación que estábamos atravesando, nuestro sufrimiento hubiera sido muy diferente ya que no habríamos tenido la angustia total de no saber absolutamente nada de lo qué estaba sucediendo.